El consejo de administración del grupo industrial francés Alstom ha aceptado la oferta de fusión de sus actividades energéticas con el gigante estadounidense General Electric, en las condiciones impuestas por el Gobierno de Francia.
La decisión fue adoptada por unanimidad de los miembros del consejo, que desde hace semanas vienen insistiendo en que la oferta de General Electric es la mejor para sus intereses.
La decisión se produce después de que el Gobierno decidiera ayer, viernes, aprobar esta fusión a condición de que Bouygues aceptara vender al Estado francés el 20% del capital del grupo.
De esta forma, Francia será junto a General Electric el principal accionista del nuevo conglomerado, que aglutina las actividades de energía nuclear y renovables de ambos grupos.
El ministro de Economía, Arnaud Montebourg, desgranó ayer las condiciones impuestas a la aceptación de la fusión, que pasan por mantener los centros de decisión en Francia, incrementar en 1.000 activos la plantilla y mantener la independencia energética del país.
Con ese fin, el Estado francés se asegura tener una opinión sobre buena parte de los directivos de la nueva empresa.
Para la conclusión del acuerdo sólo resta que lleguen a buen puerto las negociaciones entre el Estado y Bouygues para la venta del 20% de las acciones de Alstom, del total que tiene esa empresa privada, algo menos del 30 %.
El presidente francés, François Hollande, ha afirmado que la entrada de Francia en el capital del nuevo grupo es imprescindible para que se mantenga el aval a la fusión.
Según diversos medios, el precio de las acciones es ahora el principal obstáculo a esa transacción, que Hollande aseguró que avanzará a lo largo de las próximas horas.
De esta forma se pondrá fin a un culebrón empresarial que se ha desarrollado en los últimos días, después de que General Electric anunciara su intención de hacerse con uno de los emblemas industriales de Francia.
La perspectiva de ver pasar a manos estadounidenses la emblemática Alstom, fabricante de las turbinas de las centrales nucleares francesas y, entre otras cosas, de los trenes de alta velocidad, hizo reaccionar al Ejecutivo.
París rechazó inicialmente la oferta de General Electric y llamó a la alemana Siemens para que entrara en la subasta. La jugada marchó bien y el grupo estadounidense se vio obligado a elevar su oferta y a aceptar que su proyecto de absorción se convirtiera en una operación de fusión entre iguales, que finalmente se completó con el anuncio de la entrada de Francia en el capital de Alstom.
El grupo francés indicó que procederá ahora a consultar a los representantes de los trabajadores sobre esta oferta, aunque todo indica que recibirá su respaldo, puesto que la entrada del Estado en el accionariado era una de sus condiciones.
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