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Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama, las baterías electroquímicas están presentes en casi todas las actividades que podemos llevar a cabo. Cualquiera de nosotros es capaz de manejar al día una multitud de dispositivos que nos hacen la vida mucho más fácil. Desde nuestro Smartphone, pasando por nuestra batidora “sin cables”, el ratón inalámbrico de nuestra oficina, o incluso girar la llave de contacto para arrancar nuestro coche de vuelta a casa. En todos esos momentos una batería es la responsable de nuestro bienestar momentáneo.

No obstante, hoy no quiero hablar de esas baterías que ayudan a que nuestra vida sea más cómoda, de esas baterías que todos nuestros  “gadgets” electrónicos llevan dentro, y que nos ayudan a estar conectados a nuestras redes sociales o escuchar música, y sin los que muchos creen que la vida sería imposible. Hoy quiero hablar de aquellas que ofrecen un servicio, pocas veces reconocido, pero que en la mayoría de los casos, es indispensable para mantener nuestra seguridad, bienestar, o incluso para ser más eficientes con el consumo de los recursos energéticos de una ciudad y menos contaminantes.

Muchos de vosotros quizás no hayáis caído en la cuenta de que los satélites de comunicaciones, meteorológicos o aquellos que envían permanentemente la señal GPS a nuestros móviles, funcionan gracias a unas baterías muy especiales que tienen que trabajar en condiciones muy extremas, y sobre todo de forma muy fiable, pues nadie puede subir al espacio a repararlas. Estas baterías se recargan y se descargan cada vez que el satélite da una vuelta alrededor de la tierra, lo que en algunos casos de satélites de baja órbita (satélites LEO) puede ocurrir más de diez veces al día.

También es justo reconocer a aquellas baterías que están día y noche esperando a que ocurra un corte del suministro eléctrico en los bancos de datos o servidores donde están todas nuestras fotos de Instagram o Facebook almacenadas, asegurando que no se pierda ningún dato por una caída repentina del sistema. O las que van montadas en los vagones de tren y metro, que en caso de fallo de la energía principal, aseguran que el tren mantenga la iluminación interior y el aire acondicionado, de manera que no nos entre el pánico al estar en una zona cerrada y a oscuras. También en los aviones hay baterías para los excepcionales casos en los que ocurra una incidencia durante el vuelo. ¿Os imagináis que el piloto tuviera que manejar la aeronave sin la instrumentación electrónica? Por cierto, si alguna vez os habéis quedado encerrados en un ascensor porque se fue la luz de la urbanización, una batería fue la que mantuvo la luz de la cabina y os permitió llamar al servicio de asistencia 24h tras pulsar el botón del megáfono.

Javier Sánchez.
Javier Sánchez.

Las baterías también contribuyen a que ciudades como Sevilla o Zaragoza, con zonas monumentales donde hay tranvías operando en las calles, gocen de una mayor estética, pues el tranvía utiliza la energía dentro de las baterías para poder moverse en algunos tramos  sin necesidad de depender de las catenarias. Por no comentar la ventaja de ciudades como Madrid, Barcelona, Badajoz, Zaragoza o Badalona, que disponen de vehículos eléctricos de limpieza urbana que operan por la noche en zonas céntricas, generando mucha menos polución y ruido, pues dichos vehículos se mueven empujados por motores eléctricos silenciosos alimentados por baterías.

Cada vez más nuestras ciudades ofrecen más variedad de servicios a sus ciudadanos que hacen más eficiente la forma en la que nos movemos dentro de la ciudad, así como la gestión de recursos como el agua, la electricidad o el gas. Las baterías electroquímicas serán indispensables para operar toda la red de sensores desplegada en los núcleos urbanos para recoger información referente a cuanta cantidad de agua estamos consumiendo, cuanta electricidad se demanda en una parte de la ciudad y así prever mejor la gestión de dichos recursos. O incluso para informarnos acerca de dónde está la plaza de garaje más cercana y no perder el tiempo buscando aparcamiento un sábado por la noche.

Por otro lado, las nuevas tecnologías de baterías de altas prestaciones,  están permitiendo cada vez más la integración eficiente de energías renovables dentro de una red de distribución, haciendo más robusta y estable la generación de energía mediante fuentes como el sol o el viento, que si bien son de muy bajo impacto ambiental presentan problemáticas vinculadas a su compleja predictibilidad a corto plazo. Cada vez son más los países que están desarrollando nuevos proyectos de plantas fotovoltaicas que integran sistemas de almacenamiento de energía basados en baterías electroquímicas que sirven de respaldo en caso de caída fortuita de la radiación por efecto de una nube.

Finalmente, cada vez hay más sensibilidad respecto al consumo eficiente de combustible en el sector del transporte marítimo, por lo que ya son varias las iniciativas reales que encuentran en las baterías electroquímicas una forma de optimizar el régimen de trabajo de los generadores eléctricos que propulsan ferris o barcos de transporte de mercancías. Incluso ya existe una normativa de la unión europea que establece ciertos niveles de emisiones de aquellos barcos que operen en puertos cercanos a núcleos urbanos.

Espero que la próxima vez que os quedéis sin batería en el móvil, os acordéis  también de aquellas baterías de las que acabo de hablaros, y que es posible nunca antes hubierais  considerado, sobre la cantidad de baterías que nos rodean y nos hacen sentir seguros, y sobre todo, que nunca nos dejan a mitad de una llamada o de enviar el último mensaje, porque sencillamente, no pueden permitírselo.

Javier Sánchez es Regional Sales Manager SBG en SAFT.

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