Transformar el plomo, un metal base, en el oro, un metal precioso, era el sueño de los alquimistas medievales. Esta antigua búsqueda, conocida como crisopea , pudo haber estado motivada por la observación de que el plomo, de color gris opaco y relativamente abundante, tiene una densidad similar a la del oro, codiciado desde hace mucho tiempo por su hermoso color y rareza. Fue mucho más tarde cuando se hizo evidente que el plomo y el oro son elementos químicos distintos y que los métodos químicos son incapaces de transmutarlos.
Ahora, en un artículo publicado en Physical Review Journals , la colaboración ALICE informa sobre mediciones que cuantifican la transmutación de plomo en oro en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN.
Con los albores de la física nuclear en el siglo XX, se descubrió que los elementos pesados podían transformarse en otros, ya sea de forma natural, mediante desintegración radiactiva, o en el laboratorio, mediante un bombardeo de neutrones o protones. Si bien el oro ya se había producido artificialmente de esta manera, la colaboración ALICE ha medido ahora la transmutación del plomo en oro mediante un nuevo mecanismo que implica colisiones casi accidentales entre núcleos de plomo en el LHC.
Colisiones en el acelerador de partículas
Las colisiones de altísima energía entre núcleos de plomo en el LHC pueden crear plasma de quarks y gluones, un estado de materia caliente y denso que se cree que llenó el universo aproximadamente una millonésima de segundo después del Big Bang, dando origen a la materia que conocemos hoy. Sin embargo, en las interacciones mucho más frecuentes, donde los núcleos rozan sin tocarse, los intensos campos electromagnéticos que los rodean pueden inducir interacciones fotón-fotón y fotón-núcleo que abren nuevas vías de exploración.
El campo electromagnético que emana de un núcleo de plomo es particularmente intenso porque contiene 82 protones, cada uno con una carga elemental. Además, la altísima velocidad a la que viajan los núcleos de plomo en el LHC (que corresponde al 99,999993 % de la velocidad de la luz) hace que las líneas del campo electromagnético se compriman en una fina capa, transversal a la dirección del movimiento, lo que produce un pulso de fotones de corta duración.
A menudo, esto desencadena un proceso denominado disociación electromagnética, mediante el cual un fotón que interactúa con un núcleo puede provocar oscilaciones en su estructura interna, lo que resulta en la expulsión de pequeñas cantidades de neutrones y protones. Para crear oro (un núcleo con 79 protones), se deben extraer tres protones de un núcleo de plomo en los haces del LHC.
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