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El calentamiento del sistema climático es inequívoco y muchos de los cambios observados desde la década de 1950 no tienen precedentes en una escala temporal de decenas a miles de años. La atmósfera y el océano se han calentado, las cantidades de nieve y de hielo han disminuido, mientras que el nivel del mar y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado. Estos párrafos, junto a otro en el que se afirma que la influencia humana sobre el clima resulta clara, son algunos de los titulares más destacados del informe Climate Change 2013. The physical basis, elaborado por el Grupo de Trabajo 1 del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático.

Ante esta aplastante evidencia científica podemos preguntarnos ¿por qué se hace tan difícil la lucha contra el cambio climático? Medios y responsables políticos insisten que todo se reduce a una cuestión de lograr un acuerdo mundial para reducir las emisiones de los gases contaminantes, en particular del dióxido de carbono (CO~2~), lo que requiere de una transformación del actual sistema energético. Pero la cosa es más complicada.

La Identidad de Kaya, formulada por el economista energético japonés Yoichi Kaya, relaciona el CO~2~ emitido por la actividad humana con el producto de cuatro variables, consideradas a escala global: 1) la población, 2) el producto interior bruto (PIB) per cápita, 3) la energía utilizada por unidad de PIB (o intensidad energética), y 4) las emisiones de CO~2~ emitidas por unidad de energía consumida (o intensidad de carbono del mix energético).

Para que el resultado final de una multiplicación de cuatro factores sea cero, basta con que uno de ellos lo sea. Pero, hoy por hoy, este supuesto constituye un sueño lejano. Lo que si esta en nuestra mano es tratar de reducir las emisiones de CO~2~. Ahora bien, para lograr este objetivo no podemos obviar dos hechos. El primero es que las proyecciones de Naciones Unidas sugieren que, aunque en la actualidad estamos ya asistiendo a un descenso de las tasas de fertilidad, la población mundial seguirá creciendo en los próximos cincuenta años, pasando de 7.000 millones de personas a un máximo de 9.500 millones, para después estabilizarse en respuesta a una mejora generalizada de las condiciones de vida. El segundo, es que el vigente paradigma socioeconómico asume como un dogma indiscutible que el PIB mundial per cápita puede y debe seguir creciendo indefinidamente.

Mariano Marzo.
Mariano Marzo.

Los dos condicionantes comentados han llevado a la comunidad internacional a concluir que la lucha contra el cambio climático debe centrarse en la segunda parte de la ecuación de Kaya, tratando de rebajar la intensidad energética y la de carbono. En el caso de la primera, se busca mejorar la eficiencia (es decir, hacer más, o lo mismo, con menos) tanto desde el punto de vista de la oferta como del de la demanda, mientras que en el caso de la intensidad de carbono se persigue avanzar hacia la de-carbonización del mix energético, promoviendo el despliegue de fuentes de energía limpias en CO~2~ (renovables y nuclear). Paralelamente, de forma complementaria a las actuaciones citadas, se pretende rebajar la cantidad de CO~2 ~antropogénico mediante su secuestro, ya sea por medios artificiales o naturales (por ejemplo, inyectándolo y almacenándolo en el subsuelo o evitando la deforestación).

Esta estrategia para reducir las emisiones de CO~2 ~da por sentado que la innovación tecnológica en el sector energético será capaz por si sola de compensar los efectos derivados del crecimiento demográfico y económico previstos en el futuro. Ahora bien, las proyecciones en el horizonte 2040 contenidas en un reciente informe del gobierno de los EEUU (US EIA, International Energy Outlook 2013) no son precisamente optimistas al respecto. Según esta fuente, en los próximos veintisiete años, el mundo podría reducir su intensidad energética e intensidad de carbono en relación a los valores de 2010. Sin embargo, estas mejoras se verían ampliamente contrarrestadas por el crecimiento del PIB per cápita y por el aumento de la demografía, de forma que, en conjunto, la multiplicación de los cuatro factores de Kaya arrojaría el resultado de que las emisiones globales de CO~2~ se incrementarían cerca de un 46% en el transcurso del periodo 2010-2040.

Esta conclusión puede resultar sorprendente, en la medida que de ella parece desprenderse que las actuales políticas de reforma del modelo energético no serán suficientes para reducir sustancialmente la inyección antropogénica de CO~2~ a la atmosfera. O dicho de otra manera, que en ausencia de una verdadera revolución energética, todavía por concretar, se hace necesario cuestionar el actual paradigma de crecimiento económico y demográfico, si de verdad pretendemos rebajar las emisiones citadas. Una verdad, más incómoda que la predicada hace años por el ex vicepresidente de los EEUU, Al Gore, a propósito de la aceptación de la realidad del cambio climático.

Un comentario

  • Dabama

    20/09/2015

    Los límites de un planeta finito. Pero parece que nadie lo quiere ver.

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