El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha dicho que los organismos reguladores no pueden ni deben liderar el proceso de transición a una economía verde, ya que su papel debe limitarse a "acompañar" las decisiones que se tomen en otras instancias.
En la jornada sobre financiación sostenible organizada por el Club Español de la Energía, Hernández de Cos ha señalado que la labor de los reguladores debe ser de concienciación y de estímulo, para que las entidades financieras incorporen los riesgos climáticos en su análisis.
Hay otras instancias, ha explicado, que cuentan con instrumentos mucho más adecuados para ello, y los bancos centrales no pueden "sustituir la potencial inacción de otros actores", sino que deben acompañar las decisiones que se tomen en otras instancias.
En opinión del gobernador, si las medidas implementadas por los gobiernos, fundamentalmente de carácter fiscal, tienen suficiente éxito, el papel de los reguladores y de los supervisores debería ser asegurarse de que las entidades financieras incorporan adecuadamente el impacto de dichas medidas en sus análisis de riesgos.
En este sentido, Hernández de Cos ha señalado a las políticas públicas, ya que la política fiscal "puede y debe" desempeñar un papel preeminente y preponderante en la gestión de la transición hacia una economía más sostenible.
Y ello tanto para desincentivar las actividades más perjudiciales para el medioambiente como para impulsar las inversiones que serán necesarias para desarrollar tecnologías más limpias y, también, para paliar los costes sociales de la transición.
No obstante, ha reconocido que existen algunos obstáculos, entre las que ha citado la dificultad para distinguir activos verdes de aquellos que no lo son.
Existen ya estándares de inversiones "verdes", pero todavía poco consolidados, así como cierta inquietud entre algunos emisores e inversores ante la posibilidad de que se estén produciendo fenómenos de "greenwashing", que el gobernador ha traducido como "ecopostureo".
Según ha indicado, la exposición de la banca a ramas de actividad potencialmente más afectadas por los riesgos de la transición climática representa en torno al 20 % del total de sus exposiciones a actividades productivas.
Por todo ello es importante coordinar las políticas a escala internacional y ser efectivos en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, así como para reducir la magnitud de los costes de la transición.
Asimismo, los responsables de la política económica deben identificar adecuadamente a aquellos que tienen una mayor probabilidad de convertirse en "perdedores", e implementar medidas que mitiguen los efectos netos negativos que para ellos tendrá la transformación hacia una economía más sostenible.
También se ha referido al precio que los mercados asignan a estos activos verdes y los mayores costes asociados a su emisión, así como a las limitaciones inherentes a los mercados de renta fija.
El acceso a la financiación mediante emisiones de bonos, por sus elevados costes fijos, se ve restringido a aquellos emisores que requieren grandes volúmenes de financiación y queda fuera del alcance de familias y pymes.
Otro factor destacado por Hernández de Cos es el horizonte temporal de los riesgos climáticos, que excede con mucho los dos o tres años sobre los que se diseñan las políticas monetarias o la estabilidad financiera.
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