La producción de petróleo de Libia se ha reducido casi a la mitad en la última semana por la presión de las diferentes milicias, que han bloqueado las instalaciones principales petrolíferas en el oeste del país.
En un comunicado difundido a los medios, la Compañía Nacional de Petróleo Libia (NOC, en sus siglas en inglés) señaló que la producción descendió en más de 360.000 barriles diarios desde que las milicias bloquearan el flujo en el oleoducto que comunica el puerto de Zawiya y el yacimiento de Sahrara, gestionado por la multinacional española Repsol y otras compañías internacionales.
"El bloque le ha costado 160 millones de euros en pérdidas de venta al Estado. El objetivo es alimentar la terminal de Zawiya desde el mar para poder mantener el suministro interior", agregó la nota.
Milicianos de la región occidental libia de Zitan bloquearon la noche del domingo dos válvulas del citado oleoducto para atraer la atención sobre las carencias y las pésimas condiciones socio económicas que atraviesa esta zona montañosa, próxima a la frontera con Túnez.
La acción coincidió con otra similar adoptada por otra milicia en el vecino yacimiento de El Feel, también en el sur del país, que ha obligado a interrumpir de nuevo las labores de carga en el puerto de Mellitah, en Zawiya.
También con la decisión de la milicia "Guardia de Protección de las Instalaciones Petroleras en Libia" de interrumpir la producción de petróleo en el yacimiento de Hamada, en protesta por los bajos salarios y la carestía de la vida, como informó hoy a Efe su portavoz, Moahamd al Haraj.
El campo, explotado por la Compañía Nacional de Petróleo de libia (NOC) se encuentra a unos 400 kilómetros al sus de Trípoli y alimenta la refinaría que gestiona la Compañía Árabe del Golfo a unos 40 kilómetros de la capital.
El bloqueo de las instalaciones petroleras se ha convertido en una medida recurrente de protesta en el oeste de Libia, desde que en 2011 un alzamiento rebelde apoyado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) acabara con la dictadura de Muamar al Gadafi (1969-2011) y el país deviniera en un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil.
El 26 de marzo pasado, otro grupo de trabajadores que exigían mejores condiciones bloquearon durante diez días el yacimiento de Sharara, que produce en torno a 280.000 barriles de crudo diarios y es explotado por las multinacionales Repsol, la francesa Total, la austríaca OMV y la noruega Statoil junto a NOC.
Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que, en 2011, la OTAN contribuyera a la victoria de los rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.
Seis años después, dos gobiernos se disputan el poder, uno en el oeste sostenido por la ONU y otro en el este, bajo liderazgo del mariscal Jalifa Hafter, un exmiembro de la cúpula militar que aupó a Gadafi y que años después, reclutado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), se convirtió en su principal opositor desde el exilio en EEUU.
A ellos se suma la poderosa ciudad-estado de Misrata, principal puerto comercial del país, y decenas de grupos armados de todo tipo que cambian a menudo de alianzas.
La situación ha favorecido el desarrollo de mafias dedicadas tanto al contrabando de petróleo como de armas, drogas e incluso de personas.
También de grupos yihadistas y salafistas vinculados tanto al grupo takfirí Estado Islámico como a la Organización de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) y los tunecinos de Ansar al Sharia, que se extienden por todo el país.
Esta situación afecta igualmente a la industria petrolera: Libia produce en la actualidad unos 700.000 barriles diarios de petróleo, cantidad muy alejada de los 1,6 que generaba durante la dictadura de Al Gadafi.
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