El Real Decreto 56/2016 publicado en el BOE el 13 de febrero transpone parcialmente la Directiva de eficiencia energética 2012/27/UE y la Directiva de eficiencia energética de edificios 2010/31/UE en lo que se refiere a auditorías energéticas y la definición del edificio de consumo de energía casi nulo. Dos incumplimientos por los que España estaba advertida por Bruselas de ser demandada de oficio ante el Tribunal Europeo de Justicia (TJUE). In extremis, el Gobierno ha desatascado un decreto que llevaba dos años en borrador.
La Directiva de eficiencia energética se publicó el 25 de octubre de 2012 y su plazo de transposición finalizó el 5 de junio de 2014. En plena recesión, sus objetivos eran reducir las importaciones energéticas, proteger a los consumidores dándoles participación directa en la gestión de la demanda y reactivar la economía. Se trataba de una directiva anticíclica, pero el Gobierno de España pensó todo lo contrario y en el escrito en el que argumentó su voto en contra, el 2 de octubre de 2012, dejó claro que representaba un obstáculo para la recuperación económica y la reactivación de la construcción.
La eficiencia energética ha provocado alergia en el Ministerio de Industria al considerar el ahorro de energía como menos facturación del sector eléctrico y más déficit de tarifa. La sostenibilidad económica del sistema se ha identificado exclusivamente con el mantenimiento de los ingresos del sector eléctrico. Por eso no se han transpuesto las directivas europeas, no se ha reformado el mercado mayorista y se ha adoptado la medida más injusta de pagar más por la energía contratada que por la energía consumida.
Pero el RD 56/2016 es una medida parcial e incompleta que sigue dejando fuera del ordenamiento jurídico nacional más de la mitad del contenido de la directiva de eficiencia energética. Sólo se ha cumplido lo referente al Fondo Nacional de eficiencia energética y el sistema de obligaciones del 1,5% de la facturación de las empresas que venden energía para financiarlo.
El núcleo principal de la directiva es la rehabilitación del parque de edificios. El Gobierno envió en 2014 a Bruselas una estrategia nacional que promueve el gas natural en la rehabilitación y deja fuera a las renovables, el autoconsumo, la contabilización del CO2 y los dispositivos inteligentes. España carece de compromiso alguno de rehabilitación energética pese a ser el mayor yacimiento de empleo. Nada preocupa que, ahora que se empieza a recuperar el sector, se repita el grave error de una construcción ineficiente.
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