Anda España tratando de crear una estrategia energética para el futuro a medio y largo plazo. Lo que se denomina en el argot como transición energética. ¿Qué fuentes de energía suministrarán en el futuro? ¿Cómo se debe desarrollar la descarbonización de la economía? ¿Qué hay que hacer para ahorrar energía y/o contaminar menos? Una de las patas de las que más se habla el cómo quedará fijado el mix eléctrico del futuro.
El Gobierno ha puesto en marcha una Comisión de Expertos para que establezcan una serie de escenarios posibles en función de la sostenibilidad económica y financiera del sistema eléctrico. Entre otras cuestiones.
Y claro, cuadrar las cuentas es muy complicado, sobre todo para España, aunque la solución se encuentra siempre en la tarifa. Veamos.
España tiene un compromiso con la Comisión Europea y sus socios de no generar déficit de tarifa en el sistema eléctrico. Es decir, que no te gastes más de los ingresos que percibes. Se podría decir que España está atada de pies y manos. Es lo que se conoce en el sector como el corsé del déficit de tarifa.
España llevaba hasta 2014 acumulados cerca de 30.000 millones de déficit en el sistema eléctrico, generados en buena parte por el descuido de los distintos gobiernos desde la época de Aznar. (No es momento de acusaciones a los distintos actores del sector). Esa deuda ya no la tiene el sistema, sino que está en los balances de distintos bancos y entidades financieras que compraron esa deuda. A cambio, todos los españoles pagamos todos los años casi 3.000 millones de euros vía tarifa de la luz para compensar esa deuda. Aún nos quedan 15 años para acabar de pagarla.
Entonces, España se encuentra con el problema que tiene que afrontar una transición energética de aquí a 2050 estando atada de pies y manos. Sin poder endeudarse. ¿Será posible conseguirlo? ¿Bruselas podrá abrir un poco el grifo?
El caso es que tanto en 2014 y 2015 el sistema ha generado superávit. Unos 1.000 millones de euros que deberían ir realmente contra esa deuda que tienen los bancos y así no pagar tantos años esa cantidad infame en la factura de la luz.
Pero de momento, esos 1.000 millones no se han destinado a ello, y es posible que no se haga ya que el Gobierno ha echado mano de los PGE para que se pueda destinar ese dinero, por ejemplo, a pagar las sentencias perdidas con las eléctricas (500 millones del bono social) o incluso los arbitrajes internacionales que se han perdido.
Ahora, el Gobierno está tratando de construir el camino para llevar a cabo la transición energética. Este martes, el ministro ha dicho que no es una tarea fácil y que el objetivo es ser competitivos respetando los objetivos medioambientales. ¿Es posible hacerlo? ¿Se puede ser sostenible económicamente y medioambientalmente a la vez?
Con un panorama así, el Gobierno va a poner un marcha un nuevo Real Decreto por el que pretende controlar el cierre de las centrales de generación eléctrica. Ya no le vale a Álvaro Nadal que una eléctrica cierre una planta porque no sea necesaria para la calidad de suministro eléctrico, y realmente no sea rentable.
No quiere que decidan las eléctricas. Sino el Gobierno. Es decir, la liberalización de la generación eléctrica en España ha muerto, o va a morir en los próximos meses.
Nadal ha asegurado que cuenta tanto con la nuclear como con las térmicas de carbón porque son imprescindibles para el sistema. Dijo este martes el ministro que no conoce una energía que pueda sustituir a la nuclear y que la térmica es imprescindible si se quiere desarrollar aún más las renovables.
Ya ha acabado el plazo para hacer las alegaciones. Las grandes empresas del sector han apuntalado sus deseos. Quieren más ayudas para mantener esas centrales, que según ellas, no son rentables a día de hoy.
Se trata de crear nuevos mecanismos de capacidad (En España se conocen como pagos por capacidad). Una serie de ayudas que se dan a las eléctricas vía tarifa de la luz por mantener abiertas una serie de centrales y que se utilizarían solo en caso de necesidad del sistema por dar respaldo a las renovables.
Según Nadal, espera que funcionen poco en el futuro, pero también dice que hay que retribuirlas de alguna manera. Es decir, que se aumentarán los costes del sistema por algún lado. Y todo esto con el visto bueno de Bruselas. La Unión Europea está preparando el denominado Winter Package, y uno de los grandes escollos está siendo cómo formular los nuevos mecanismos de capacidad. Antes de ponerse a hacerlo, España debe esperar a lo que diga finalmente Europa.
Si se va a aumentar la partida de costes, también lo tendrá que hacer la de ingresos para que no se vuelva a crear déficit. ¿Cómo hacerlo? Hay varias maneras. Una, subiendo el precio de la tarifa eléctrica, es decir, que pague más el consumidor (qué raro), o vía impuestos.
Ahora mismo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea está revisando los impuestos a la electricidad. Y tanto el impuesto al combustible nuclear como el de la producción eléctrica (7%) podrían ser tumbados aproximadamente en la primavera-verano de 2019, justo cuando el Gobierno se va a encontrar con el gran paradigma.
Sin esos ingresos por parte del sistema, el Gobierno vuelve a tener el problema de que se le genera el déficit. Pero ojo que para eso Nadal y su equipo ya ha encontrado la solución. Se trata de un nuevo recorte a la retribución a todo el sector. En 2019 tiene que remodelar la retribución al transporte, distribución y también a la producción eléctrica vía renovables.
Esta revisión tendría que ser suficiente para poder tapar todos los agujeros. Entre ellos se encuentra el aumento de costes vía pagos por capacidad de las centrales térmicas y también la caída de ingresos de los impuestos.
A todo esto, España debería afrontar una reforma del mercado eléctrico que de verdad se adapte al nuevo panorama. Si se quiere que se integren de verdad las renovables al sistema es básico huir del mercado marginalista hacia otros modelos que ya coexisten en Europa (más bilaterales, precios estándar)
¿Cuál es la solución?
España podría aprobar una nueva fiscalidad y obtener nuevos ingresos. Eso sí, siempre con el visto bueno de Bruselas, no vaya a ser que se los tumben a mitad de camino. Ahí tiene un problema con la descarbonización porque si quiere hacer pagar al que contamina volvería a trastocar los planes de las eléctricas para mantener abiertas las centrales de carbón.
Y como he dicho anteriormente, la solución está en la tarifa de la luz. En lo que pagan todos los consumidores. Si subes la tarifa, también obtienes ingresos y ya puedes cuadrar las cuentas y poner fin al rompecabezas del sistema.
Pero claro, Nadal no quiere eso. Él prefiere que baje. Para eso tendría que haber muchas más renovables en el sistema, sobre todo fotovoltaica. Pero eso también hay que financiarlo y hay que darle una solución. Y cuanto más baje el precio del mercado eléctrico (pool) menos percibirán las centrales térmicas que necesitarán más pagos por capacidad.
En definitiva, España tiene que afrontar una revolución energética, una transición sin poder endeudarse. El corsé del déficit es muy complicado. Miren, solo en Alemania el coste de la transición energética está costando a los consumidores unos 25.000 millones al año. Si encima, la demanda irá a menos por aquello de ser más eficientes, el panorama se complica. Agárrense que vienen curvas y nos podemos salir en cualquier momento.
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