El fascinante universo ambiental de los criptoactivos en blockchain, desde su creación, está inmerso en una serie de impactos ambientales transversales, temáticos y sectoriales. Algunos de estos son mitigables, pero otros permanecen en la penumbra de la ambigüedad verde.
Antes de analizar brevemente algunos de estos impactos ambientales en la cadena de bloques, es esencial que quienes participan en su desarrollo comprendan cómo estos afectan al mundo físico. Esto incluye enfoques para reducir la polución (ESRS E2), adoptar la economía circular (ESRS E5) y considerar el uso de energías sostenibles (ESRS E1). Puede parecer confuso y, de hecho, lo es, especialmente para los más principiantes.
La creación de contratos inteligentes y tokens respaldados por bienes físicos en redes descentralizadas, como los protocolos de Ethereum (uno de los más conocidos), puede implicar un consumo significativo de energía. Según los datos de Digiconomist, en 2022 el consumo acumulado alcanzó los 93.98 TWh/año, equivalente al consumo de energía de Kazajistán. Por ejemplo, el lanzamiento de un contrato inteligente en Ethereum puede consumir 142 kWh de energía y generar 83 kg de CO2. Sumando la energía desde la concepción hasta la primera transferencia, se puede obtener cerca de 340 kWh o una huella de carbono de 211 kg de CO2.
Es necesario señalar que la huella de carbono es móvil y crece con las transacciones. Dicho esto, hay que tener en cuenta, por ejemplo, que un árbol nativo de la selva atlántica latinoamericana captura en promedio 163 kg de carbono a lo largo de 20 años, como informa la ONG, SOS Mata Atlántica, por lo que la descarbonización de este entorno se vuelve complicada.
Aunque entender todo el proceso ecosistémico alrededor de la cadena de bloques y la identificación de la huella de carbono y otros impactos es complejo, día a día parece arrojar mayor claridad, por lo menos así se espera con las ESRS´s. El punto positivo es que las nuevas reglas de transparencia en torno a los reportes ESG buscan garantizar que los actores sociales tengan acceso a la información necesaria para evaluar el impacto, negativo o positivo, de sus posiciones en activos y tomar decisiones acorde a ello, dentro del mundo virtual menos impactante no real.
Hoy en día, el acrónimo ESG no es solo una moda, es una obligatoriedad: ya que sea "voluntaria" u “obligatoria”, es un hecho que no se puede ignorar. Para mí, el compromiso compulsorio de la CSRD y ESRS automáticamente obligará a aquellos que no se adhieren por fuerza legal a adaptarse rápidamente, bajo la pena de convertirse en un verdadero excluded baby boomer.
Mayores consumos de energía
Analicemos la actividad de minería en Ethereum, bajo un PoW. Es sabido que el PoW es un gran consumidor de energía y precisamente el uso de energía es uno de los temas abordados por las nuevas reglas de CSRD y ESRS, así como la generación masiva de desechos electrónicos e-waste. No hay escapatoria. Según datos de la OMS, en 2019 se produjeron 53,6 millones de toneladas de estos desechos en todo el mundo y solo el 17,4 % se registró oficialmente como material debidamente recogido y reciclado. A su vez, de estos se advierte que, en condiciones inadecuadas, pueden liberar al medio ambiente hasta 1000 sustancias químicas diferentes, incluso muchas cancerígenas.
Así, es necesario tener mucho cuidado con el uso de la validación y adición de nuevos bloques a la cadena de bloques o sea nuevas tecnologías, el aumento de las granjas de minería y toda la infraestructura de bloque y eventual reporte de estas acciones en medios como los ESG Related Report´s, no solo cumpliendo con sus exigencias intrínsecas, sino también cumpliendo con las leyes ambientales de responsabilidad civil, penal y administrativa, que se recogen en el sistema nacional.
Estas leyes incluyen herramientas para la reparación del daño, multas administrativas, penas de interdicciones e incluso prisión, además de multas penales y responsabilidades penales para la persona jurídica de la empresa en cuestión. Es decir, todos los aspectos que aprietan el cinturón de las minerías, minteadores, marketplace, fintech y todos los demás stockholders de la cadena de negocios de activos virtuales monetizables. Como ya hemos indicado, es un tema complejo.
Una única transacción bajo el mecanismo PoW genera alrededor de 48 kg de emisiones de CO2, que equivale a aproximadamente cinco años de absorción de carbono por parte de un árbol en el bosque atlántico. En la floresta amazónica el cálculo no es muy diferente. Esta realidad no pasa desapercibida, subrayando la urgente necesidad de que el sector se ajuste e incorpore rápidamente los principios de ESG en sus storytelling. Las transacciones diarias son una cascada de consumo de energía estúpida. Actualmente se calcula, al menos, un promedio de 12-15 operaciones por segundo, algo que va a aumentar significativamente con el avance de la tecnología.
En mi opinión, incluso con la evolución del blockchain y de sus actores sociales, seguirá siendo deficitaria para el medio ambiente. No hay duda. En resumen, a medida que la tecnología mejora, aumenta el flujo, se requiere más hardware de soporte, más energía y se generan más residuos con uso de más recursos naturales no renovables. Simple.
La preservación del planeta para las generaciones futuras actualmente implica la integración de acciones en los entornos tangibles y virtuales. La adopción de los principios de ESG y cuidado con las liabilities ambientales se posicionan como una medida estratégica para mitigar impactos en el mundo físico, destacando la conciencia ecológica como un pilar esencial en el emergente mundo de la cadena de bloques. En este compromiso, se forja una sinergia entre la innovación y la calidad de vida futura, respaldada por datos sostenibles más confiables. Como dirían los activistas: #NoGreenwash!
Alex Parigot, abogado ‘of counsel’ de ALEDRA. Experto en ESG, Medio Ambiente, Recursos Naturales & Ingenierías
Javier
21/02/2024