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En el ámbito del mantenimiento, la evolución tecnológica ha permitido que máquinas y robots realicen tareas que antes eran exclusivas de los humanos. Sin embargo, aunque la automatización ha mejorado la eficiencia y seguridad, aún existen áreas donde la intervención humana sigue siendo indispensable. La combinación de tecnología y habilidades humanas nos lleva a un enfoque de mantenimiento más integral y colaborativo, donde las máquinas extienden nuestras capacidades, pero no las reemplazan.

Con la planta ya operativa, surgen los retos a largo plazo

El camino hacia la operatividad de la instalación es un camino largo y lleno de retos. Desde la concepción del proyecto hasta su ejecución final, tenemos que superar numerosos obstáculos que requieren mucho esfuerzo y una estrecha colaboración entre las partes involucradas.

Tras numerosos desafíos en el desarrollo del proyecto, incluyendo trámites administrativos, negociación de tasas con ayuntamientos y propietarios, gestión de avales, coordinación de trabajos de ingeniería, montaje y construcción… la instalación entra finalmente en funcionamiento. Han sido, al menos, cinco años de trabajo con momentos de incertidumbre y problemas imprevistos antes del arranque definitivo.

En esta fase de operación, el propietario del activo busca maximizar sus ingresos y mantenerlos según lo previsto en su modelo financiero. Esto crea un “juego colaborativo” donde todos los agentes involucrados (epecistas, mantenedores, fabricantes…) trabajan para que la instalación funcione adecuadamente, pero cada uno defendiendo sus propios intereses. En resumen, todos ganan, y como dice la canción de Sergio Makaroff: “todo plan es perfecto si sale a pedir de boca, todo plan es perfecto si nadie se equivoca.”

La realidad, sin embargo, es más compleja y, en algún momento, el equilibrio se rompe. Esto puede deberse a factores externos difíciles de controlar, como un precio de venta inferior al previsto, o por problemas intrínsecos del proyecto, como errores en la estimación de la producción, un mal micrositing en proyectos eólicos por no considerar las implicaciones de las curvas de nivel en terrenos irregulares, o una ubicación inadecuada de los módulos FV.

También pueden ocurrir fallos operativos en áreas donde es difícil intervenir con posterioridad a la puesta en marcha. Por citar algunos ejemplos (pero hay muchas más casuísticas), los equipos pueden no cumplir con sus especificaciones técnicas, pueden surgir fallos ocultos no previstos, puede haber pérdidas debido a impactos en la avifauna, el recurso solar o eólico puede ser más complejo y perjudicial de lo esperado o las condiciones operativas de la red pueden ser más exigentes.

Ante estas situaciones, el gestor del activo busca identificar las causas y responsable de los resultados no alcanzados. Así, el juego colaborativo se transforma en un “juego bilateral de suma cero”, donde las pérdidas deben ser compensadas por el causante que a veces es difícil de señalar, lo que genera tensiones en las relaciones contractuales.

El rol de las empresas de mantenimiento y el apoyo de la automatización

En este esquema, la responsabilidad a menudo recae en las empresas de mantenimiento por ser el último eslabón de la cadena de suministro y estar expuestas a errores humanos, debido a la naturaleza intensiva de mano de obra de sus actividades. Las circunstancias son complejas y, a menudo, difíciles de determinar.

Los avances tecnológicos reducen errores, permiten evaluar pérdidas de producción y detectar causas y responsabilidades, minimizando la intervención humana. Aunque se habla mucho sobre el tratamiento de los datos, la IA y el machine learning, este artículo se centra en el uso de robots y drones en instalaciones eólica y fotovoltaicas. Su interés radica en la rapidez y el costo de realizar ciertas tareas, así como en la dificultad de encontrar mano de obra especializada.

Los robots que se usan en el sector eólico para la inspección de torres y palas de aerogeneradores cuentan con una hora de autonomía sin conexión a red. Reemplazan el trabajo con cuerdas y drones, mejorando la seguridad y rapidez de las inspecciones. Algunas empresas destacadas en este campo son FIBERVENT y a TSR Wind, ahora integrada en SOLUTE.

También existen robots con capacidad de fabricación automática de palas de los aerogeneradores, mejorando la calidad del producto final y reduciendo posibles errores humanos. Estos avances tecnológicos también mejoran las condiciones laborales en la fabricación, aunque no están directamente relacionados con el mantenimiento.

En el sector fotovoltaico, los robots se utilizan habitualmente debido a las grandes extensiones de las plantas. En este contexto, los drones realizan inspecciones y recolectan datos para análisis termográfico de módulos, mientras que los robots se enfocan en la limpieza de módulos y el desbroce del campo fotovoltaico. Empresas como AEMA y ARBOREA ofrecen servicios y productos complementarios en este ámbito.

La implementación de robots también es una realidad en la instalación de grandes plantas fotovoltaicas, como en el proyecto Máximo de AES Corporation en California. Este robot, impulsado por IA, aumenta la velocidad, eficiencia y seguridad durante el proceso de instalación de paneles. El robot, llamado Máximo, instala paneles en la mitad del tiempo y costo en comparación con métodos tradicionales, utilizando visión por ordenador y sensores para una colocación precisa y detección de personas en el área de trabajo.

Máximo es parte de una estrategia más amplia para acelerar la construcción de proyectos solares, como el proyecto Bellefield en el condado de Kern. El robot trabaja con equipos de construcción para reducir el tiempo de instalación y mejorar las condiciones laborales, eliminando la necesidad de levantar y colocar manualmente los paneles, lo que disminuye el riesgo de lesiones​.

Los equipos siempre requieren la intervención humana

Aunque pueda parecer evidente, recordemos que robots y drones no realizan el trabajo por sí solos. El factor humano sigue siendo necesario para operar, supervisar y garantizar una correcta ejecución de los trabajos y recolección de datos. La mayoría de las empresas de mantenimiento renovable ya incorporan entre sus servicios, la realización de estos trabajos incluyendo estas tecnologías.

Por lo que respecta a los drones, podemos considerar que ya están muy considerados dentro de los servicios de las empresas de mantenimiento del sector renovable. En la eólica, su adopción inicial fue lenta debido a la baja calidad de las imágenes y la autonomía limitada. Aunque la autonomía y la resolución de los drones todavía tienen mejora, podemos considerar que se trata de una tecnología madura que supone mejora en costes y fiabilidad dentro de los servicios de mantenimiento.

En el sector fotovoltaico, las plantas están perfectamente configuradas para el uso de drones en trabajos de termografías para identificar puntos calientes, suciedades y desconexiones. Estos drones operan guiados por satélite y suministran información en tiempo real, regresando a la estación de carga cuando las baterías se agotan. En este campo, destacan DRONFLY, PIRINEOS DRONE o SOLARDRONE.

En resumen, muchas de las tareas de mantenimiento en instalaciones eólicas y fotovoltaicas están mejorando en rapidez y fiabilidad del servicio gracias a la tecnología de robots y drones, aunque siempre se requiere intervención humana. Por lo que habrá que dedicar especial atención a formación de profesionales que sepan controlar e interpretar esta tecnología.

La sinergia entre máquinas y personas es el futuro y brinda una oportunidad para desarrollar nuevos modelos de negocio impulsados por avances tecnológicos. Esto hará que el “juego colaborativo” sea más equitativo y mejorará la calidad y seguridad de los servicios de mantenimiento.

Muchas de estas innovadoras tecnologías y empresas de servicios especializados se reunirán en Zaragoza los días 4 y 5 de marzo de 2025, en la tercera edición de EXPOFIMER.

Elisa Manero Gil es presidenta de AEMER y Gerente mancomunada de MAGMA Gestión Integral del Mantenimiento S.L.

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