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Óscar Barrero.
Óscar Barrero.

Recientemente la UE y el Parlamento Europeo han alcanzado un acuerdo para fijar un objetivo vinculante de energías renovables del 32% para 2030 e incluir una cláusula de revisión al alza en 2023.

En España, el cumplimiento de los objetivos ambientales depende, en gran medida, de la capacidad que tenga el sector eléctrico de seguir integrando con éxito las tecnologías renovables en el mix de generación, tal y como ha hecho hasta ahora.

Desde el punto de vista técnico, el gran reto al que se enfrentan las renovables es conseguir una integración eficiente en la operación del sistema. Un reto que se ha conseguido de una manera exitosa en el pasado. Las energías renovables, debido a su dependencia de la climatología, intrínsecamente variable, presentan mayor intermitencia y volatilidad en su producción, es decir, no es una energía que proporcione firmeza al sistema. Si bien es cierto que el desarrollo tecnológico de los últimos años ha permitido hacer de estas tecnologías un recurso más gestionable mejorando, asimismo, su predictibilidad.

Al reto técnico se suma la necesidad de introducir reformas estructurales en el funcionamiento del mercado eléctrico, ya que resulta insostenible a futuro mantener el efecto depresor que las energías renovables tienen sobre el precio medio del pool.

La factibilidad de la financiación de los proyectos, estrechamente ligada con la previsión de los ingresos futuros, es una de las palancas ineludibles para impulsar el desarrollo de las tecnologías renovables y, por ello, se vuelve necesario que estos proyectos sean percibidos como rentables y seguros. Para ello, el sector debe generar señales de precio estable a medio y largo plazo, haciendo que la proyección de ingresos de los proyectos sea clara, estable y segura.

Por otro lado, la potencia de respaldo (actual y nueva futura) necesaria para garantizar la operación del sistema debe disponer de elementos de mercado que le permitan recuperar los costes para prestar ese servicio imprescindible.

La necesidad de introducir reformas en el mercado mayorista eléctrico es clara. El mercado eléctrico mayorista actual no ha sufrido grandes modificaciones desde su creación en 1998, pese a que el marco en el que se formalizó el funcionamiento y características del mercado mayorista difiere sustancialmente de contexto actual:

  • El mercado marginalista se diseñó para una potencia de generación basada fundamentalmente en costes variables (gran proporción de unidades de generación basadas en combustibles fósiles (carbón y fuel), por tanto, con elevados costes variables.
  • El crecimiento de la potencia firme se esperaba que fuera mediante CCGT, igualmente con altos costes variables.
  • No toda la demanda estaba liberalizada en 1998, únicamente los grandes consumidores, por lo que no toda la demanda estaba afectada por volatilidad de mercado.
  • La baja penetración de renovables (basada en costes fijos de generación) no distorsionaba el mercado.

El sector eléctrico en general ha sufrido una gran transformación desde 1998 y presenta una serie de retos que no existían hace 20 años, desafíos que se verán acentuados en la próxima década de transición hacia un nuevo modelo energético y entre los que cabe destacar los siguientes:

  • Para cumplir con los objetivos europeos se va a necesitar mayor capacidad renovable, con una mayor exposición al mercado. Estas energías se basan en costes fijos, no variables, e incrementan la volatilidad en la generación.
  • Está aumentando el número de agentes participantes en el mercado, tanto directos (generadores, comercializadores) como indirectos (autoconsumidores, fondos, bancos), con distintas necesidades y requerimientos del mercado.
  • El mercado está provocando alta estacionalidad y volatilidad en los precios provocando una señal de precio ineficiente para el consumidor y difícil de gestionar en términos de riesgo.
  • Los mercados de futuros apenas disponen de liquidez a partir del tercer año, y el mercado de PPAs es todavía muy incipiente.
  • Las tecnologías térmicas que actualmente aseguran el respaldo se encuentran operando por debajo de los niveles mínimos de rentabilidad.

El nuevo Ministerio para la Transición Ecológica, que tiene el mandato de desarrollar la futura ley, deberá recoger los compromisos que España ha adquirido en materia de energía, cambio climático y descarbonización de la economía. Además, deberá establecer un marco institucional único para facilitar la agilidad y coherencia de todas las actuaciones que se lleven a cabo en este campo, y que promueva las medidas que tengan una mayor capacidad para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones, de participación de las renovables y de incremento de la eficiencia al menor coste.

Dentro de estas medidas, la transformación del modelo de mercado mayorista se presenta como fundamental. Una metamorfosis que deberá ser abordada alrededor de tres ejes: conseguir unos precios estables en el tiempo que atraigan la inversión, un mercado eficiente, desde el punto de vista técnico y económico, donde el suministro esté asegurado, y un marco de gestión del riesgo, asociado a la generación de energía, predecible.

Óscar Barrero, socio de Energía de PwC.

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