Política energética

El paso de Álvaro Nadal por Energía o cómo una obsesión tiró por la borda dos años de política energética

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La llegada de Álvaro Nadal al Paseo de la Castellana fue realmente un ejemplo de lo que fue su pequeño mandato al frente de la política energética española. Su toma de posesión así lo demostró. Por un lado, ni un presidente de las grandes eléctricas. Por otro lado, la ausencia grave de su hermano Alberto, al que Álvaro le 'robó' en el último momento la cartera energética.

Es decir, dos hechos que han marcado el paso de Nadal por Energía. La pésima relación con las eléctricas, en especial con Iberdrola y su presidente Sánchez Galán. Y lo mal que se ha llevado en general con todo el sector. Si consiguió enfadar a su propio hermano, como no lo iba a hacer con todo el sector, desde empresas hasta consumidores.

Parecía que Nadal tenía buenas intenciones a su llegada a Energía. Quería llevar a cabo la transición energética. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho, y más en política. Enseguida se le vió venir de lejos. La sentencia del bono social que perdió el Gobierno lo cambió todo. La prioridad era ir a por todo el sector y que no le subiera el precio de la luz.

Nadal llegó a estar obsesionado con eso. Parecía más político que otra cosa, cuando su perfil es mucho más técnico, mucho más economista. Lo del precio de la luz también tiene su punto económico, pero los mensajes que lanzaba el ya exministro eran excesivos, en número, y repetitivos. "Que no suba la luz a los consumidores", y así todo el día.

Mientras tanto la casa sin barrer. No ha conseguido Nadal avanzar en casi nada en política energética. Ha sido difícil por cómo estaba de repartido el Congreso, pero él puso bastante de su parte. Se puso a todo el sector en contra. Los renovables, enfadados por su perfil antirenovable (y eso que sacó dos subastas por 8 GW). El veto a la eliminación del impuesto al sol dolió mucho porque había amplia mayoría. Los consumidores porque la luz subía y Nadal no podía hacer nada, hasta los industriales a los que les ha recortado su partida de interrumpibilidad.

Solo ha tenido contentos a una mínima parte del sector. Al carbón, a los mineros, y a sus jefes políticos de Asturias, Castilla y León y Aragón. El resto del sector enfadadísimo. No salía nada bien. Hasta se ha dedicado a dar buenas ayudas al vehículo eléctrico y se oían voces críticas contra la forma de prestar esas ayudas.

Desde luego que si nos ponemos a sumar, su paso por Energía tiene muchos más sombras que luces. Lo único que consiguió sacar adelante fue el nuevo bono social. Un buen texto, que protegía más a los consumidores vulnerables, pero que ha sido un desastre a la hora de ejecutarlo. Y también será recordado Nadal por dar la puntilla definitiva a Garoña.

Del resto, nada importante. Ni Plan de Energía y Clima. Ni Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Ni reforma del cierre de centrales eléctricas para intervenir el mercado y controlar hasta cuando operarán las plantas térmicas y nucleares. Imposible llegar a un acuerdo en política energética. Ni con Ciudadanos.

El pensamiento de Nadal frente al del resto de formaciones políticas estaba en las antípodas. El agua y el aceite. Y claro así no ha funcionado nada. No se ha avanzado en nada. En esto Nadal fue culpable, pero no todo sucedió por él, el resto de partidos tampoco es que hicieran grandes esfuerzos por llegar a acuerdos. ¡Ay, el Pacto de Estado con el que se les llenaba la boca en época electoral!

Cuando uno escuchaba a los políticos parecía que esta iba a ser una etapa de consenso. Pero nada más lejos que eso. Al final, la política energética se ha convertido en una dura batalla cuerpo a cuerpo que ha puesto de relieve lo mal que se ha llevado Nadal con sus adversarios políticos. A tortas todo el día y así es imposible que se avance.

Nadal no ha sabido, o no ha querido o no ha podido avanzar en la transición energética. Más bien ha sido un freno a ella. O si quería, pretendía hacerla muy poco a poco, pasito a pasito que diría Luis Fonsi en su tema Despacito. Y es una pena. Una pérdida de tiempo. Este mandato de Nadal ha sido más bien un pasito para atrás que otra cosa. Un no haber aprovechado el tiempo y el momento para afrontar la revolución que necesita el sector.

Se quedó tan de brazos cruzados a que saliese todo de Bruselas ya hecho que al final se ha quedado con una mano delante y otra detrás sin poder llevar a cabo ninguna reforma. Ni la de aplicar los recortes al sector eléctrico y gasista que tanto revuelo creó y que dejó tiritando a las grandes compañías del sector.

Hasta ha perdido más arbitrajes internacionales de los que había ganado. No le ha salido nada. Pero es que Nadal ha tenido un problema. No ha sabido llevarse bien con nadie. Su altanería, su soberbia y el querer controlar todo le han llevado por mal camino. Y claro, eso se nota en el resultado final. Sin pena ni gloria. Ni fú, ni fá. Perdóneme que le diga señor ex ministro, será recordado más su hermano Alberto que usted. Y ya sé que esto no le va a gustar nada, pero es y será así. Su paso por Energía ha sido en falso.

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