Cada vez que asistíamos juntos a alguna reunión, Elías me presentaba como su sobrino “grandón”. Compartía con él apellido, orígenes geográficos y, remontando los respectivos árboles genealógicos, tal vez también familiares. De hecho, ambas familias proceden del valle de Turón, una de las tres cuencas mineras del Principado de Asturias.
“Grandón” es un término muy asturiano y muy apropiado para definir la personalidad y la obra de Elías Velasco García. Hace referencia al carácter sociable y generoso que se atribuye a los asturianos, aunque en ocasiones pueda aplicarse una connotación negativa al asociarse con chuleta, “aquel que está dispuesto a pagar la siguiente ronda, aunque no tenga un duro”, en palabras del también asturiano Rafael Puyol. Elías Velasco era pequeño en tamaño físico, pero grande, enorme, en inteligencia, capacidad de trabajo, profesionalidad y buen humor.
Podría incluso haber sido grandón en la acepción presuntuosa del vocablo porque es imposible escribir la historia del gas en España sin dedicarle al menos dos largos capítulos. Elías podría presumir de haber traído el gas a España en su etapa como director de Enagás. De aquella época data el gran contrato de suministro firmado con Argelia, sin el cual hubiese sido imposible la gasificación del país.
Y más tarde, ya en Unión Fenosa, convirtió a esta empresa en el gran competidor de Gas Natural (hoy Naturgy) y de la propia Enagás. De hecho, el posicionamiento alcanzado por Unión Fenosa en el sector del gas gracias a la estrategia de construcción de centrales de ciclo combinado, infraestructuras de gas y contratos de suministro a largo plazo es una las razones realmente empresariales que explican su adquisición por parte de la gasista catalana en 2009. Un “giro energético” que estimuló una operación cifrada en 23.000 millones (valor de empresa, sumando el capital más la deuda).
Como líder del proyecto del gas de Unión Fenosa, Elías se entendió a la perfección con las autoridades egipcias y omaníes, con quienes firmó contratos de suministro a largo plazo de 4 y 2,2 billones de metros cúbicos anuales, respectivamente. Iniciaba así la era del gas natural licuado en España, una parte importante del cual llegaba a bordo de dos metaneros construidos para Unión Fenosa desde la planta de licuefacción de Damietta (Egipto). Elías Velasco también podría presumir de haber impulsado la construcción de esta infraestructura que poseía el tren de licuefacción más grande del mundo.
A pesar de haber trabajado al lado de dos grandes líderes de la energía, Victoriano Reinoso y Honorato López Isla, Elías jamás les hizo sombra ni tampoco ensombreció a sus colaboradores, algunos de los más brillantes gestores energéticos de este país, especialmente en el sector de la generación eléctrica. Porque Elías era generoso repartiendo reconocimientos y compartiendo conocimientos, dos grandes rasgos de su liderazgo. Prueba de ello es que todos los días, cada vez que se encontraba con un colaborador por primera vez, le daba la mano, te daba la mano, y notabas entonces su cercanía y su fuerza.
Era ingeniero de Minas, adoraba su trabajo, una pasión que compartía con su madridismo. Decía, medio en broma, medio en serio, que le gustaría ser como Arrigo Sacchi en su época de director deportivo del Real Madrid. Elías, desde luego, sabía dirigir, competir y hacer equipo.
A este sobrino profesional no le queda un gran vacío con su muerte porque ese espacio está lleno de afecto, aprendizaje, agradecimiento y admiración.
Estas líneas son para Elías y para la tía Rosa y las primas Irene, Covadonga y Rosa.
José Manuel Velasco fue director de Comunicación en Unión Fenosa
FOTO: La Nueva España/Miki López
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