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Van a permitirme que arranque esta reflexión planteando unas sencillas preguntas que yo mismo trataré de responderme y que vienen a cuento para situar el tema que desarrollaré.

Primera cuestión: ¿Para quién se construyeron en España, en la última década, tres centrales de descarga de GNL (Gas Natural Licuado)? Respuesta: para las más de sesenta centrales de ciclo combinado también recientemente construidas para producir electricidad y, dicho sea de paso pero no menos cierto, para satisfacer “la vanidad” de algunas autonomías afanadas por contar “con todo de todo” en su territorio. Fue el pernicioso fenómeno del "yo también quiero una". Ocurrió con centrales de descarga de gas y también con macro-auditorios, universidades con todas las facultades, palacios de festivales, aeropuertos …

Segunda cuestión: ¿Y quién paga la amortización, mantenimiento y operación de estas plantas? Pues bien, debido a la crisis y al aumento desbocado de las renovables, hoy la mayoría de estas centrales no funcionan o funcionan muy poco. La producción de electricidad a partir de gas representa únicamente el 20 % del consumo de gas, mientras que la previsión contemplada en su momento era del doble -ya alcanzado en 2008-, o incluso del triple. Así es que quien paga todo esto no son los ciclos para los que se construyeron estas instalaciones. Estas infraestructuras las pagan en primer lugar los que no las necesitaban en absoluto, o sea la industria, que entonces y ahora, cuyo consumo de gas supone el 60% del total del país. Tenemos seis centrales de Gas Natural Licuado cuando con dos o tres estaríamos sobradamente bien servidos hasta el año 2030.

Pero hay más. La industria paga el doble de peajes por megavatio hora que lo que pagan los ciclos. Las fórmulas de los peajes están así de bien calculadas. El pago de la industria es absolutamente desproporcionado. Y ahí viene la tercera cuestión: ¿Puede una empresa industrial que consume uno o varios barcos al año, importarlos directamente teniendo en cuenta además que las instalaciones están a un 20 o 30 % de su capacidad? Respuesta: Teóricamente sí, pero en la práctica es imposible, porque costes de almacenamiento y regasificación están calculados de tal modo que resultarían tan altos que resulta más económico comprar el gas a los suministradores incumbentes. Las fórmulas nunca son favorables a la industria.

Tanto técnicos como políticos cometieron el error de planear este asunto erróneamente. Decidieron construir muy por encima de las necesidades del país lo que está costando a la industria miles de millones de euros en costes y la subsiguientemente pérdida de competitividad. Decisión errónea de nefastas consecuencias para la industria. Quienes la tomaron, se han quedado tan anchos. La factura la pagan otros.

Todo este largo preámbulo, necesario, créanme, viene a cuento por el hecho de que Canarias quiere ahora instalar su propia planta de Gas Natural Licuado para poder descargar y regasificar GNL para la producción de electricidad. El presupuesto de la planta de Granadilla, en Tenerife, es ahora de 192 millones de euros, aunque hay presupuestos de hace años que calculaban su coste en 2008 en hasta 345 millones. Como soy un desconfiado irredento, me inclino a pensar que la factura será mayor cuando la planta esté finalizada en función de muchas y variadas causas que, seguro, se justificarán sobradamente. Además, la responsabilidad de posibles errores de presupuesto será automáticamente trasladada, no a los que los cometieron, sino a los sufridos pagadores del sistema gasista.

GasINDUSTRIAL defiende el consumo de gas competitivo para la industria. El gas es un combustible absolutamente necesario para completar los vacíos de producción cuando no hace sol o no hay viento. Estamos de acuerdo en que una planta se construya siempre que haya consumo suficiente y si el sistema eléctrico o el presupuesto del Estado se hiciera cargo del coste de la inversión y de la operación.

En este país, nunca más puede volver a ocurrir que los costes de las infraestructuras gasistas para producir electricidad sean costeados por la industria como ha ocurrido en el pasado y como ocurre ahora. Ya es hora de que cada palo aguante su vela. No podemos tropezar en la misma piedra.

Por tanto y en referencia al proyecto de la central de Granadilla, antes de volver a cometer un error garrafal, deben tenerse en cuenta cuatro premisas.

La primera que debe volver a rehacerse la previsión de consumo de gas para Canarias teniendo en cuenta el incremento de renovables en el horizonte y el futuro aumento de la eficiencia en todos los procesos de consumo de gas y electricidad.

La segunda, que solo debería construirse la planta si existiera justificación de negocio y siempre en el formato hoy más económico del mercado.

En tercer lugar, en el caso de aprobación de este proyecto por otras razones que no sean las de estricta rentabilidad, los costes de la infraestructura y de la operación deberían pasarse a los presupuestos generales del Estado. O bien los costes de la posible instalación y operación deben ser pasados, no al sistema gasista, sino al eléctrico.

Y cuarto, los costes no deben ser pagados por el sistema gasista porque al consumidor industrial no le quedan espaldas para cargar con más de lo que ya, e injustamente, se le ha cargado. Y luego dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Pues en esta sí, en esta piedra ya tropezamos antes.

Juan Vila es presidente de GasINDUSTRIAL

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