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En la España de hoy, los cortes de luz ya no son solo una molestia ocasional, sino una alerta que sacude los cimientos del debate energético nacional. El reciente “apagón” ha activado resortes que parecían dormidos: la irrupción —o más bien el regreso— de grandes bancos internacionales y agencias financieras extranjeras interesados en invertir en nuestro sistema eléctrico, preferentemente en el sector nuclear.

¿La razón? Una red eléctrica que muchos expertos consideran obsoleta, inadecuada para el futuro inmediato. Pero en paralelo, otras voces del sector —más cercanas a las renovables— apuntan que no fue la red la culpable, sino una gestión deficiente ante la elevada oferta de energía limpia. Un diagnóstico completamente opuesto, y no menos técnico.

Mientras tanto, el silencio institucional retumba. Y eso, en política energética, suele ser síntoma de decisiones ya tomadas que aún no se han comunicado.

Lo cierto es que algo se está moviendo. Endesa, Iberdrola, Naturgy y Energía de Portugal —empresas con participación directa en las centrales de Almaraz y Ascó— promueven alargar la vida útil de las nucleares, rompiendo los compromisos alcanzados en 2019 para su cierre progresivo. No es una propuesta menor: implica una posible renovación del pacto nuclear español.

Divisiones internas

Todo ello ocurre en medio de nuevas divisiones internas en el propio partido del Gobierno. Algún expresidente autonómico ha solicitado revisar antiguos informes técnicos tras el apagón, alertando de que podría repetirse un colapso si se persiste en cerrar centrales sin una alternativa robusta.

Este “fuego amigo”, aunque previsible, recuerda aquella frase atribuida a Pío Cabanillas, uno de los políticos más irónicos y lúcidos de la Transición: “¡Al suelo, que vienen los nuestros!”. Una advertencia que hoy sigue vigente en los pasillos del poder, tanto a derecha como a izquierda.

Y mientras España vuelve a debatirse entre el cierre o la prórroga de sus reactores, conviene mirar al exterior: Finlandia, Francia y el Reino Unido están enfrentando auténticos desastres financieros en sus últimos proyectos nucleares. Olkiluoto 3 (13 años de retraso, 11.000 millones de coste final), Flamanville 3 (15.700 millones de sobrecoste) o Hinkley Point C (una pesadilla presupuestaria que ya roza los 60.000 millones) son ejemplos contundentes. Todos ellos partieron de presupuestos iniciales razonables, y terminaron convertidos en gigantes financieros sin fondo. (https://elperiodicodelaenergia)

Se trata de una pregunta:
¿Está España dispuesta a asumir riesgos semejantes? ¿Hay realmente una estrategia o solo se improvisa ante el miedo al apagón y la presión internacional?

Luz y taquígrafos

En este momento de inflexión, lo sensato sería proponer una Comisión Internacional de expertos, libre de intereses partidistas, que analice con frialdad los costes, beneficios y consecuencias de reactivar o extender la apuesta nuclear. Porque el futuro energético no puede seguir rehén de decisiones oscuras ni de silencios estratégicos.

España se enfrenta, una vez más, a un dilema crucial: económico, técnico y político. Y lo hace, como en otras ocasiones, con más preguntas que respuestas, más sombras que certezas.

Que se abra el debate, pero con luz y taquígrafos. Porque, si algo inquieta más que un apagón, es el silencio posterior.

Jesús A. Rodriguez Morilla – Doctor en Derecho - Diplomado en Estudios Avanzados U.E.- Caballero Mérito Real Orden Noruega.

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4 comentarios

  • Miguel

    Miguel

    12/05/2025

    Como ya ha manifestado Galán, presidente de Iberdrola, la forma más barata de tener electricidad descarbonizada en España que tenga inercia, y que contribuya a la estabilidad de la red es manteniendo los 7 reactores nucleares actuales, sin construir ninguno nuevo.
    Los costes la la nuclear española, incluyendo la gestión de residuos es de unos 45€ el MWh. Después, los impuestos tanto estatales, como regionales o locales lo incrementan en unos 18€ el MWh.
    Solo los plantas fotovoltaicas sin inercia ni estabilización de red pueden ser más baratos y solo durante horario solar, que implica que el operador mande arrancar centrales de gas para estabilizar la red y supone un sobrecoste en la factura. Es un coste oculto que no se atribuye a la fotovoltaica, pero que se tendrá que revisar después del apagón. Si se le añade un sistema de sincronismo y emulando inercia sus costes son más altos.

    Ayer domingo, entraron por mercado spot 12.5 MW de fotovoltaica. Sin embargo, el operador Red Eléctrica mandó desconectar 4 GW de fotovoltaica y en su lugar mandó arrancar 4 GW de ciclo combinado de gas para estabilizar la red que supuso más del 50% de la factura en la tarifa regulada del Gobierno. Son costes adicionales, que no se contabilizan como coste de la fotovoltaica, pero eso no creo que sea posible mantenerlo en el futuro. Lo normal es que obliguen, o prioricen la entrada de fotovoltaica con sistemas de inercia y estabilización de red.

  • Víctor

    Víctor

    12/05/2025

    Completamente de acuerdo, hay que exigir que la fotovoltaica haga su aporte de estabilización a la red. En el incidente del 28 de abril se habla de segundos. Posiblemente exigiendo poder mantener parámetros estables de tensión/frecuencia/potencia durante 1 minuto a todos las plantas fotovoltaicas, el centro de control de REE (que muestrea cada 5 segundos si mal no recuerdo) hubiera tenido tiempo de reacción suficiente para resolver el incidente.
  • Diego

    Diego

    14/05/2025

    Sobre el párrafo en el que de manera tendenciosa se trata de hacer que la renovación del parque nuclear es semejante a los sobrecostes incurridos en construir nuevas centrales, el autor del artículo debería de hablar con rigor y comparar peras con peras y manzanas con manzanas ¿que tendrá que ver el coste de mantener una flota de 7 reactores ya amortizados operativa con los costes de instalanar nuevas centrales? No hay nadie denfendiendo instalar nueva capacidad nuclear de grandes, centrales, sólamente revisar el plan de cierre y alargar la vida de estas instalaciones que se necesitan para mantener una carga base estable minima, minizando las reducciones de CO2.
  • naughty

    naughty

    15/05/2025

    Sale bastante más barato poner electrónica de sincronización en todas las plantas FV y eólicas grandes, que todo el dinero necesario para prorrogar la vida útil de una sola central nuclear. Sale bastante más barato los 1400 millones que le costó Támega a los portugueses, que prorrogar la vida útil de una sola central nuclear. Ahora multiplica Támega por 4...

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