El despliegue de redes urbanas de calor y frío se está consolidando como una de las soluciones más eficientes y sostenibles para la climatización de ciudades. Estas infraestructuras centralizan la producción térmica, integran fuentes renovables y calor residual de la industria o de centros de datos, y permiten ahorros de hasta un 30% en consumo y la reducción de hasta un 50% en emisiones de CO2 frente a sistemas individualizados. Su impacto urbano se percibe de inmediato, con menos calderas y equipos dispersos, mejor calidad del aire, menos ruido y la disminución del efecto isla de calor.
En España, compañías como Engie lideran la expansión de estas soluciones, apoyadas por un entorno regulatorio que comienza a facilitar su implantación y desarrollo. El pasado 19 de agosto, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) publicó el proyecto de Real Decreto que regulará las redes de calor y frío, así como las garantías de origen térmico. Este texto introduce medidas como la creación de una ventanilla única para tramitar proyectos, la agilización de plazos y la formación de unidades técnicas especializadas, con el objetivo de facilitar la implantación de estas redes tanto en edificios nuevos como en grandes rehabilitaciones.
Adicionalmente, se promueve la integración de las instalaciones de la Administración General del Estado en estas redes y se establece un sistema de garantías de origen que certifica que la energía proviene de fuentes renovables. Según el MITECO, las ayudas públicas se priorizarán en el caso de los proyectos que logren una mayor reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Descarbonizar las ciudades
Sobre el terreno, Engie España opera y desarrolla redes de calor y frío en Barcelona, Pamplona, Ávila, Zamora o Zaragoza, con una potencia conjunta de 229,4 MW y evitando la emisión de 114.400 toneladas de CO₂. Ejemplo de ello son proyectos como Districlima en Barcelona, que climatiza más de 1,7 millones de metros cuadrados mediante una red de 25,5 kilómetros, o Districalor en el barrio de la Txantrea (Pamplona), que abastece a más de 2.500 viviendas y centros públicos mediante biomasa. Solo estos dos últimos evitaron que en 2024 se emitieran más de 33.467 toneladas de CO₂.
El rendimiento de estas infraestructuras se apoya en una operación digitalizada y gracias a la simultaneidad de demanda entre edificios, se puede reducir la potencia instalada alrededor de un 50% y revertir en un menor coste para los usuarios. Su viabilidad requiere de cierta concentración de demanda térmica y una planificación urbana adecuada, además de modelos de financiación que combinen colaboración público-privada y fondos europeos para acelerar su crecimiento y garantizar su rentabilidad.
Aunque son proyectos intensivos en capital —Districlima acumula cerca de 84 millones de euros de inversión—, su larga vida útil y altos niveles de eficiencia mejoran los retornos a medida que la red crece. Además, estas infraestructuras actúan como motor de empleo. Según la Asociación Europea de Redes de Calor y Frío (Euroheat & Power), por cada megavatio instalado se generan entre cinco y ocho puestos durante la fase de construcción y entre uno y dos empleos permanentes en operación.
El Congreso de ADHAC: una cita clave para el sector
El próximo 8 de octubre, ADHAC, la Asociación de Empresas de Redes de Calor y Frío que agrupa a compañías como Engie, IR Redes, Veolia y San José Energías, celebrará en Madrid su primer Congreso de Redes de Climatización Urbanas. El evento servirá como punto de encuentro entre administraciones públicas, empresas especializadas y entidades vinculadas al desarrollo energético urbano, con la presentación del Censo de Redes de Calor y Frío 2025, que ofrecerá un mapa actualizado de estas infraestructuras en España.
La jornada incluirá mesas redondas sobre la evolución de las redes de calor y frío, la eficiencia energética y la integración de estas infraestructuras en la planificación urbana, así como la presentación de proyectos de referencia. Este congreso se presenta como una oportunidad para analizar el estado del sector, las tendencias de desarrollo y la integración de soluciones renovables y de recuperación de energía en la climatización urbana.
Con un marco regulatorio en expansión y la tracción de proyectos que ya entregan resultados medibles, las redes urbanas de calor y frío avanzan hacia un papel central en la transición energética de las ciudades: una infraestructura escalable que combina descarbonización, eficiencia y estabilidad de costes. Con colaboración público-privada y financiación adecuada las redes de calor y frío urbanas serán un aliado para acelerar la transformación energética de las ciudades españolas.






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