En vísperas de la cumbre sobre el cambio climático en París, es momento oportuno para reconocer la relevancia de este tema y el creciente impacto que tendrá sobre todas las políticas, en particular las de energía, medioambiente, agua, vivienda, turismo, seguridad, transporte, agricultura y educación. Aunque el cambio climático es sólo un factor entre otros en la definición de las políticas, será cada vez más importante.
Por este motivo, es aconsejable que el nuevo gobierno español introduzca legislación – con el máximo consenso posible – sobre como afrontar los desafíos y las oportunidades del cambio climático en las próximos décadas. Es cierto que necesitamos acuerdos y líneas de actuación globales y europeas, pero también hace falta dirección y liderazgo a nivel nacional y sub-nacional, además de un impulso serio por parte de la sociedad civil y del mundo empresarial.
La legislación británica
Otros países de la UE han introducido legislación sobre cambio climático y me parece especialmente interesante el ejemplo británico. En resumen, su legislación, de 2008, fija metas concretas en cuanto a la reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero (GEI) en 2050 y para cada quinquenio intermedio. En su caso, la meta es la de una reducción de al menos 80% de las emisiones de GEI comparado con el nivel en 1990, en línea con los compromisos políticos (pero todavía no legales) a nivel europeo. También, establece las bases para el análisis de las estrategias alternativas para conseguir estas metas y para el control de su cumplimento.
La legislación crea un ente independiente, el Comité de Cambio Climático (CCC) que debe reportar al parlamento. El CCC ha sido un actor con mucha influencia sobre las decisiones gubernamentales. Sus tareas incluyen:
- Asesorar al gobierno sobre el nivel apropiado de los “presupuestos de carbono” (carbon budgets) y los pasos requeridos para no superarlos. Estos presupuestos definen el límite máximo de emisiones de GEI que Gran Bretaña puede emitir en cada período de 5 años, una vez definida por ley la reducción para 2050.
- Controlar (monitorear) el progreso en el cumplimiento con estos presupuestos y recomendar las acciones necesarias.
- Asesorar al gobierno sobre el plan de adaptación a los riesgos de cambio climático, incluyendo la identificación de oportunidades.
- Hacer y publicar análisis independientes sobre ciencia, economía y política de cambio climático.
- Intercambiar ideas con un amplio abanico de organizaciones e individuos para compartir evidencia y análisis, promover comprensión del tema y debate basado en la evidencia para apoyar las decisiones.
¿Es este modelo relevante para España?
Estoy convencido de que sí. En primer lugar, la preparación de una ley como la británica obligaría a debatir cuál debería ser el alcance de la reducción de emisiones de GEI para 2050, tomando en cuenta los objetivos de la UE, las emisiones actuales en España y los posibles caminos para llegar a las reducciones necesarias. Es muy probable que para alcanzar esta meta en el tiempo establecido,, será necesario la casi total descarbonización del sector eléctrico y la electrificación del transporte y la calefacción, abriendo la pregunta de a quién le corresponde pagar por esto y cómo se debe financiar esta transición.
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