El Acuerdo de París de Cambio Climático ha marcado una hoja de ruta para todos los países firmantes. La reducción de las emisiones de gases contaminantes se ha convertido en el caballo de batalla para evitar el calentamiento del planeta y las principales potencias mundiales están haciendo ya los deberes con medidas que favorecen el cumplimiento de los objetivos, especialmente EEUU y China.
Sin embargo, según el último informe del experto Javier García Breva, "Acuerdo del Clima: Repercusión en la política energética española", el caso español es una excepción, las emisiones en el país están directamente conectadas a la evolución del PIB. Crecen hasta 2008, y aunque desde ese año hasta 2013 se detienen, para García Breva, "se debió a la profunda crisis económica que hemos vivido, no hay más que ver que cuando volvimos a crecer, también lo hicieron al mismo ritmo las emisiones de CO2".
En 2014 aumentaron un 1,1% y se dispararon en 2015, con una subida del 5%.
En su análisis, señala que la política energética de los últimos años ha estado encaminada a promover y desarrollar el gas en España, "como la estrategia de rehabilitación o la del vehículo con energías alternativas, aprobadas en 2014 y 2015, que promovían el gas como principal energía alternativa".
Por eso, propone que si España quiere cumplir el acuerdo que ha firmado en la ONU, debe cambiar su política energética y la regulación eléctrica de arriba a abajo. Entre las medidas, incluye multiplicar por tres la potencia renovable, integrándola en el urbanismo y el transporte, mediante la generación distribuida y sobre todo en ciudades; electrificar tanto el transporte que en 2030 el 50% de los vehículos que circulen por España sean eléctricos; ampliar la rehabilitación energética del ámbito del edificio al de toda una ciudad, con almacenamiento y balance neto incluidos y supeditar la política económica y energética a los objetivos del Acuerdo del Clima.
"Mientras no se haga nada, España seguirá gastándose el 4% de su PIB en comprar gas y petróleo de otros países, unos 38.000 millones de euros al año", concluye García Breva, "y en 2015 por cada euro que se invirtió en fósiles, dos euros hicieron lo propio en renovables, lo que significa que el mix energético mundial habrá cambiado radicalmente en una década".
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