España vuelve a aumentar las emisiones de CO2 procedentes del uso de la energía. El año pasado, España aumentó sus emisiones un 1,6% respecto a los datos de 2015, según los datos de la oficina de estadística de la Unión Europea.
Un dato que deja en muy mal lugar a España en su objetivo de reducir emisiones de cara a 2020. En vez de poner más empeño en reducir las emisiones, las centrales térmicas de cabón españolas están funcionando cada vez más y es por ello que aumentan las emisiones de CO2.
Ya van tres años consecutivos aumentando las emisiones. Y cada vez queda menos tiempo para lograr su objetivo. En España, 2014 y 2015 fueron años en los que los porcentajes también fueron positivos (0,4% y 3,2% respectivamente).
En total, España produce el 7,7% de las emisiones de CO2 procedentes del uso de la energía en la Unión Europea. Alemania es la que más lo hace, con más del 22% de toda Europa, seguido de Reino Unido, Italia, Polonia, Francia y España.
Según Eurostat, en 2016, las emisiones de CO2 en el conjunto de la UE disminuyeron ligeramente en comparación a 2015. Por ejemplo, las emisiones de CO2, que representan alrededor del 80% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE, por la combustión de combustibles fósiles disminuyeron un 0,4%. Según la oficina europea, esta caída está influida por factores como las condiciones climáticas, el crecimiento económico, el tamaño de la población, el transporte y las actividades industriales.
También las importaciones y exportaciones de productos energéticos tienen un impacto en las emisiones de CO2 en el país donde se queman combustibles fósiles: por ejemplo, si el carbón es importado, esto conduce a un aumento de las emisiones.
Los mayores descensos en emisiones de CO2 en 2016 fueron en Malta y Bulgaria, y los mayores en Finlandia y Chipre, según las estimaciones de Eurostat. Las emisiones de CO2 aumentaron en un (+8,5%), seguido por Chipre (+7,0%), Eslovenia (+5,8%) y Dinamarca (+5,7%).
Se registraron descensos en once Estados miembros, especialmente en Malta (-18,2%), Bulgaria (-7,0%), Portugal (-5,7%) y Reino Unido (-4,8%).
Nuevos límites al carbón
No hay duda de que las centrales de carbón en Europa tienen los días contados. No solo tienen que acometer inversiones millonarias para cumplir con las directivas medioambientales de la UE sino que además, hace una semana, se aprobaron nuevos límites de contaminación del aire con la reducción de las emisiones de sus gases contaminantes.
En 2021 habrá que cumplir los límites más estrictos para las emisiones de CO2, de óxidos de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SO2), pequeñas partículas (PM) y por primera vez se han fijado límites de contaminación del aire para el mercurio.
El carbón produce casi el 25% de la electricidad generada por la Unión Europea, pero que también es responsable de más del 70% de las emisiones de dióxido de azufre y del 40% de las emisiones de óxido de nitrógeno totales dentro del sector industrial.
Algunos países europeos hace tiempo que lo tienen claro, como es el caso de Reino Unido, que votó a favor de limitar los contaminantes tóxicos procedentes de las grandes instalaciones de combustión de la UE. Tiene lógica porque su plan energético incluye el cierre definitivo en siete años de sus centrales térmicas. Pero no está solo. Dinamarca, Portugal, Francia, Finlandia y Holanda también están haciendo planes en firme para cerrarlas antes de 2030.
En contra y por poco margen, votaron el grupo de ‘países del carbón’ liderados por Alemania: Polonia, la República Checa, Bulgaria, Finlandia, Hungría, Eslovaquia y Rumanía. Los dos primeros representan la mitad del total de las instalaciones térmicas europeas (168 GW), mientras que Bélgica, Luxemburgo, Malta, Chipre, Estonia, Lituania y Letonia carecen de ellas.
Con esta decisión, más de 300 centrales térmicas tendrán que invertir en nuevas medidas medioambientales si quieren seguir funcionando. Pero estos límites se aplicarán no solo a las plantas de combustión sino a un total de 2.900 grandes instalaciones de combustión de la UE, que quemen turba, petróleo, gas, y las plataformas marinas. Ahora solo queda que cada país miembro decida de qué manera y cuándo transpone esta normativa a su legislación nacional.
Aún así, Europa deja margen para que puedan continuar funcionando si se realizan las inversiones necesarias para cumplir con la normativa, aunque es poco probable que se hagan con la dura competencia de las renovables en competitividad y bajos precios.