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En España el transporte es la actividad más dependiente de los combustibles fósiles, de mayor consumo energético (más del 40% de la energía final), más emisora de gases de efecto invernadero (un cuarto del total) y la principal causante de la mala calidad del aire que mata a 1.200 personas al año en nuestras ciudades.

Las políticas públicas de transporte capitaneadas por el Ministerio, denominado -sin tapujos- de Fomento, se han basado en el crecimiento continuado de infraestructuras innecesarias que han depredado el medio ambiente y acaparado el gasto público (con niveles del 50-70% de la inversión pública total), recibiendo de forma sangrante rescates mil millonarios en un momento de acuciante necesidad social.

El modelo de transporte actual, protagonizado por el uso del coche, es contaminante e insostenible pero es además un elemento claro de exclusión social y de desigualdad entre hombres y mujeres.

Las ciudades (y aún más las poblaciones rurales) han sido diseñadas mayoritariamente para un usuario promedio que -¡oh causalidad!- coincide con el hombre blanco, con buenas condiciones físicas, con vehículo privado, con empleo y sin responsabilidades familiares. De este modo la planificación urbanística y los sistemas de transporte responden peor a las necesidades e intereses de las mujeres, la infancia, las personas con movilidad reducida, migrantes, desempleadas, ciclistas, peatones,… La máxima de las fábricas de ropa de “one-size-fits-all” (una talla para todos) no funciona para el proyecto urbano.

Desde una perspectiva de género, existe una movilidad diferenciada en función de los roles atribuidos en la sociedad. Así los desplazamientos de los hombres son lineales y pendulares (casa-trabajo, trabajo-casa) y son sobre todo por motivo laboral. Ellos son más proclives a usar el coche y además a utilizarlo de forma exclusiva, independientemente de sus condicionantes socioeconómicos.

Mientras, los desplazamientos de las mujeres son radiales (en torno al domicilio), y más cortos y complejos porque encadenamos los viajes para realizar más tareas de cuidado. Las mujeres usamos más el transporte público y nos movemos considerablemente más a pie. También combinamos varios medios de transporte (más intermodalidad). Nos movemos de forma más sostenible.

Así, las políticas públicas deben encaminarse menos a incrementar la oferta de medios de transporte para llegar más lejos y orientarse más a la accesibilidad que -como acuña Carme Miralles-Guash- se trata de la capacidad que tienen las personas para poder llegar a ciertos lugares, a una hora determinada con un esfuerzo razonable. Y en este momento hombres y mujeres no nos movemos cada día ni por las mismas razones ni bajo los mismos patrones ni con las mismas cargas o esfuerzo.

Hoy en día el motivo predominante para los desplazamientos diarios es la movilidad al trabajo y por el que se recorren las mayores distancias.

Cada vez son más las empresas que trasladan sus sedes y oficinas fuera de los centros urbanos y operan desde áreas empresariales y polígonos industriales alejados de las zonas residenciales y de las principales redes de transporte. En estos casos, el uso del vehículo propio es un factor indispensable para la empleabilidad y esto tiene un fuerte impacto desde un enfoque de género. Las estadísticas apuntan a que las mujeres tienen menor disponibilidad del carnet de conducir y de vehículo privado. Si hay automóvil en la familia, son los hombres quienes tienen uso preferente. Las mujeres viajamos más en coche como pasajeras, perdiendo con ello autonomía. Las investigaciones también señalan que las mujeres tienden a trabajar más cerca de su casa que los hombres, estando dispuestas a sacrificar otras variables en favor de la proximidad. Por tanto, el coche es para las mujeres un condicionante de primer orden para acceder a un puesto de trabajo o para poder progresar en su carrera profesional.

Si esto ocurre en el ámbito de la movilidad al trabajo, cuando el transporte está mejor planeado para cubrir la demanda del ámbito productivo, se pueden adivinar las enormes barreras que hay para satisfacer las necesidades de movilidad en la esfera reproductiva y privada, que fundamentalmente ejercemos las mujeres.

La “movilidad del cuidado” -concepto que forja Inés Sánchez de Madariaga-, sería la segunda causa de la movilidad diaria, si se cuantificase bajo esta categoría todos los viajes asociados con el trabajo no remunerado realizado por adultos para el cuidado de niños/as, personas dependientes y mantenimiento del hogar. Pero no se hace y permanece invisible.

Las mujeres realizan más desplazamientos por su doble jornada (laboral y doméstica), y lo hacen fuera de los horarios punta (cuando hay refuerzo del transporte público) y con niños/as o cargadas. Por todas estas razones sus viajes aunque sean más cortos en distancia, próximos a su casa, no lo son tanto en tiempo.

La cantidad de tareas y la falta de tiempo es lo que empuja a las mujeres a elegir el vehículo privado en las edades con responsabilidades familiares. Las encuestas son concluyentes este punto, antes de los 30 años y partir de los 50 las mujeres se inclinan más por el transporte activo y reducen de forma drástica el uso del coche.

Desde el punto de vista de la seguridad, las mujeres también estamos perjudicadas. La violencia machista que pesa sobre nosotras coarta nuestra libertad de movilidad y disfrute del espacio público, con mayor incidencia durante la noche. En Montreal, por ejemplo, el 60% de las mujeres frente al 17% de los hombres tiene miedo a salir de noche en su propio barrio, y el 90% frente al 14% tiene miedo en los aparcamientos.

En este sentido el diseño urbano puede reducir de forma determinante la percepción de la seguridad, tal y como advierten expertas como Pilar Vega. La mejora de la iluminación, la visibilidad, el incremento de la oferta de transporte público  nocturno, aumentar la presencia de personal en las estaciones de metro, son algunas medidas que podrían disminuir el miedo.

La movilidad sostenible pasa por tanto por mejorar las oportunidades de transporte de las mujeres y atraer al hombre al transporte público.

Un modelo de transporte alternativo no puede enfocarse solo en sustituir sus fuentes de energía fósiles por otras renovables. No es una cuestión tecnológica que se solucionará con el vehículo eléctrico. Esto requiere un cuestionamiento en profundidad del espacio físico donde se desenvuelven sus habitantes y un nuevo urbanismo que permita la proximidad de las diferentes actividades (trabajo, cuidados, ocio), que cree barrios compactos con mezcla de usos.

Para una movilidad más equitativa, habrá que actuar para favorecer la movilidad a pie y la intermodalidad. Fomentar el transporte público en los desplazamientos inter e intra barrios para facilitar la conciliación. Aumentar sus horarios, frecuencia, optimizar la tarificación. Mejorar la accesibilidad física y la comodidad del equipamiento para prepararlo para la diversidad de circunstancias: bolsas y carritos de la compra, coches infantiles, sillas de ruedas, personas mayores. Y habrá que apelar a la corresponsabilidad de las empresas en la movilidad de sus trabajadoras/res.

Los medios de comunicación y publicidad tendrán que hacer un esfuerzo para adaptar la iconografía del transporte con perspectiva de género. Dejar de reforzar tanto el vínculo del transporte público con las mujeres, personas ancianas y con movilidad reducida, y el vehículo privado con el hombre con un alto estatus, con el macho alfa.

Para todo ello va a ser imprescindible incrementar y mejorar la participación de la mujer en las decisiones en relación al transporte. Y habrá que hacerlo como usuarias de transporte público pero sobre todo formal y sistémicamente participando en los órganos de decisión de la gestión del transporte público, en los foros ciudadanos sobre transporte y movilidad, y también en las plantillas del sector, en todo tipo de puestos, donde ahora estamos muy escasamente representadas.

Begoña María-Tomé, responsable de Cambio Climático del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) de Comisiones Obreras y patrona de la Fundación Renovables.

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4 comentarios

  • G

    15/05/2018

    Hacia mucho tiempo que no leía tal cantidad de chorradas en tan poco espacio. Una serie de afirmaciones genéricas, sin citar ninguna fuente y usando todos los tópicos que se le ha podido ocurrir. Mejor iria esta sección si traen invitadas que aporten algo relevante al debate energético, que las hay!!
  • Àngel

    15/05/2018

    Brillante artículo. Hacen falta más artículos desde esta perspectiva que nos hagan replantearnos el porqué de nuestros modelos de ciudad y movilidad. Los hombres debemos abrir los ojos y ser parte activa de este cambio.
  • Pedro

    21/05/2018

    La de memeces que hay que leer.....pero vamos, que viendo el CV de la interfecta, se entiende todo. En fin.
  • Alberto

    10/06/2018

    No sé qué se habrá fumado esta chica para escribir tal cantidad de chorradas.
    Así va España.

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