Las labores de descontaminación de la central de Fukushima, golpeada por el terremoto y tsunami de marzo de 2011, podrían haber contaminado varias partidas de arroz cultivadas en el municipio de Minami Soma, situado a unos 25 kilómetros al norte de la central, asegura el Ministerio de Agricultura de Japón.
Las partidas, detectadas el año pasado, contenían más de 100 becquereles por kilo de material radiactivo (el límite que establece para el consumo el Gobierno nipón).
La principal hipótesis del Ministerio de Agricultura es que las tareas de descontaminación y desescombro que realizó la propietaria de la planta, Tokyo Electric Power (TEPCO), levantaron oleadas de polvo radiactivo que alcanzaron estos arrozales.
El terremoto de 9 grados Richter y el posterior tsunami que golpearon el 11 de marzo de 2011 la central nuclear de Fukushima Daiichi provocaron el peor accidente atómico desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986. Para combatir la emisiones y vertidos resultantes que han afectado gravemente a la agricultura, la ganadería y la pesca local, TEPCO ha comenzado los trabajos para instalar un muro de hielo subterráneo.
El muro se construirá insertando una línea formada por más de 1.500 tuberías alrededor de los cuatro reactores afectados por el terremoto y el tsunami y sus respectivos edificios de turbinas hasta una profundidad de unos 30 metros. A través de éstas, se inyectará una solución salina a una temperatura inferior a 30 grados que congelará la tierra en contacto con las canalizaciones y creará una barrera helada que debería evitar que las aguas subterráneas penetren en las estructuras de los edificios.
Esta medida de carácter experimental está financiada por el Ejecutivo nipón, y su objetivo es evitar que aumente el volumen de agua radiactiva que se acumula en el interior de los edificios y que se filtre después por efecto del reembalsamiento al océano Pacífico.
"Debido a este problema, se cree que cada día unas 300 toneladas de agua contaminada van a parar al mar a través de los desagües del muelle de la central, lo que constituye uno de los principales desafíos para los trabajadores que luchan para desmantelar la central, tarea que llevará unas tres o cuatro décadas", ha asegurado la Agencia de Regulación Nuclear.
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