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A la hora de abordar un problema, como los retos energéticos y climáticos para prosperar dentro de los límites planetarios, creo que es interesante reflexionar sobre la relevancia del ‘nivel de análisis’ desde el que analizamos los problemas, y desde el que proponemos soluciones con ‘visión global’.

Defino el ‘nivel de análisis’ como el prisma o lente desde el que vamos a mirar el problema. Y es que se puede observar un problema desde distintos niveles, que nos darán distinto análisis y distinta solución.

Usaré los niveles del microscopio, el viandante, el helicóptero, el avión y el satélite.

Al analizar la salud de un bosque como el Amazonas, es distinto observar desde el suelo sus insectos y sus plantas, o desde un helicóptero la copa de los árboles, o desde un avión toda la selva amazónica, o con un satélite enfocarse más bien en toda América del Sur.

En el sector energético, quizás más que en otros, hay visiones diferentes sobre las políticas energéticas a promover cuando buscamos dar un rumbo diferente ‘al mercado’, cuya búsqueda de beneficio privado en el corto plazo podría llevar a una situación indeseable para el bien común.

Por ejemplo, si no hubiera existido un apoyo público al desarrollo de energías renovables, éstas se habrían desarrollado más tarde o quizás nunca (España subvencionó durante un par de años casi la mitad del mercado mundial de paneles fotovoltaicos, contribuyendo al desarrollo y abaratamiento de todo un sector!).

Si no se penalizase artificialmente emitir CO2 mediante un mercado de emisiones creado políticamente, seguiríamos quemando mucho carbón. Si no se limitase la velocidad en las carreteras, consumiríamos más petróleo importado (esta fue la primera motivación) además de tener más accidentes.

Así pues, cuando pensamos dar un nuevo rumbo a la política energética española, europea, o mundial mediante acuerdos globales, ¿cuál es el objetivo final? y ¿desde qué nivel de análisis se hacen propuestas en distintos ámbitos? Cuando un ‘especialista sectorial’ o un político da sus recomendaciones en un congreso, o un artículo, o una propuesta regulatoria, ¿cuál es su grado de visión global?

Idealmente buscamos tomar decisiones con ‘visión global’, en definitiva la que sea mejor para la sociedad, tanto en el corto como en largo plazo. Mejor atacar la causa (p.ej. quimio para un cáncer) que atacar sólo el síntoma (un jarabe para la tos).

Si no aplicamos políticas que reduzcan las importaciones de petróleo, aunque hoy nos cuesten un poco más, nuestros hijos sufrirán más en futuras crisis del petróleo’, pensarán unos. ‘Si no cerramos reactores nucleares, nuestros tataratataranietos tendrán que costear el cuidado de nuestros residuos’, pensarán otros. ‘Si no invertimos en autopistas y trenes de alta velocidad, estaremos menos conectados y bajará el PIB’. Y así tratamos de tomar decisiones con visión global.

En el sector energético veo varios niveles y muchas discusiones bizantinas entre políticos que no se entienden, ‘expertos’ que contradicen a otros ‘expertos’, asociaciones no gubernamentales que contradicen a expertos… Y creo que es frecuente que estos expertos, asociaciones o políticos no se entiendan en las conclusiones, porque tampoco se entienden en el nivel de análisis, y no consideran una suficiente visión global.

El microscopio

Definamos un Nivel 1 de análisis como el nivel de microscopio. En este nivel de detalle, se puede concluir que lo mejor para salvar el planeta es ponerse unas placas solares para autoconsumo, y pedir al político de turno que incentive el autoconsumo con ayudas, porque “claramente es la manera de atajar el cambio climático, con energía solar, barata, inagotable, no contaminante y sin necesidad de redes. Solo un político necio y negacionista no incentivaría el autoconsumo subvencionándonos a todos 30% de las placas o del IBI”.

Y te pones el autoconsumo más grande posible acorde a las subvenciones disponibles, que en ocasiones son tan absurdas como que el descuento plurianual de IBI local incluso supera el coste de la instalación…

También en el Nivel 1 se puede concluir que un automóvil de 2 toneladas, pero eléctrico, es lo mejor para la sostenibilidad del planeta, porque como es eléctrico, no quemará combustibles in situ, y problema resuelto; y si me subvencionan 30% de mi vehículo eléctrico de 2 toneladas, bien por el político que lo promovió, por el bien del planeta y de mis nietos.

También se puede concluir que es mejor cerrar nucleares, porque crees que no son rentables sin subvenciones, o porque se quitan de en medio sus residuos radiactivos que habrá que custodiar durante miles de años con costes prohibitivos.

En el Nivel 1 se da por hecho que no hay ni habrá problema de recursos mineros ni de hidrocarburos, y los precios futuros se presuponen similares a los presentes; recordemos que en este nivel se está mirando por un microscopio y no se ve nada fuera de ese campo de visión.

El viandante

En el nivel 2 está el viandante, que observa la escena con un poco más de altura. Analiza la factura eléctrica óptima con distintos tamaños de autoconsumo, extrapolando, eso sí, que los precios de todos los años futuros se comportarán como el año anterior. Hace las cuentas del Vehículo Eléctrico valorando el ‘Total Cost of Ownership’, analizando coste fijo posiblemente más alto pero proyección de coste variable (a precio continuista) más bajo... la cuenta que han hecho muchos taxistas vaya.

El viandante opina sobre la continuidad de la energía nuclear con cierto pragmatismo, analizando los costes discrecionales y los impactos sobre los precios de mercado y las emisiones de CO2 (no frente al pasado, sino frente a un escenario con extensiones nucleares), o el incremento de residuos radiactivos.

En el Nivel 2 se analizan los hechos con cierta perspectiva, pero hasta donde alcanza la vista como mucho con prismáticos, es decir sin modelos energéticos prospectivos de largo plazo, y probablemente guiados por la intuición: si esta calle está cortada, a ojo llegaré a destino tirando por la calle paralela y luego la perpendicular.

El helicóptero

En el Nivel 3, el helicóptero, se observa el sector energético desde arriba. Se tratan de vincular subsectores o factores externos relacionados como el gas, la electricidad, el petróleo, las políticas y escenarios energéticos a medio plazo. Se entiende que no se puede predecir el futuro pero que hay factores de subidas y bajadas de precios, riesgos en ambas direcciones que sugieren diversificar y subvencionar decisiones más caras hoy pero con potencial de evitarnos problemas futuros…

Diría que en España hace años se limitó por ley la máxima dependencia de gas importado desde Argelia desde este nivel, a pesar del sobrecoste de la gran flota de terminales de GNL (infrautilizadas) que tuvimos que construir. En este nivel se harían estudios de rentabilidad y/o independencia energética del autoconsumo proyectando precios y riesgos futuros en lugar de hacerlo mirando al pasado.

Se decide la compra del Vehículo Eléctrico proyectando subvenciones y costes futuros; probablemente aquí entraron los ‘early adopters’ de vehículos eléctricos durante los años ‘2010. Y algunos gobiernos toman decisiones sobre la política nuclear analizando los numerosos efectos de contar o no con dicha tecnología más allá del impacto en el año siguiente: de dónde importaremos el gas para los días con insuficiente sol y viento, cómo podemos contribuir a minimizar emisiones, cuánto costará y cómo de volátil será la factura final comparando todos los costes de diversos escenarios, y cuánto empleo e industria se pierde y se gana…

El avión

En el Nivel 4, el avión, se observan las cosas desde aún más arriba, pero se empieza a perder detalle, por no decir que no se observan ya las personas ni las calles. Diría que en este nivel hay muy pocas personas; académicos o estudiosos u organizaciones multisectoriales, con tiempo y voluntad de ‘estudiarlo todo’ y sin presión de crecimiento de ventas por parte de un jefe o un accionista; sin miedo a la crítica por mirar muy lejos y avisar de riesgos u oportunidades que si acaso afectarán al siguiente CEO o el siguiente político.

Es ya imposible dominar todos los aspectos de los que se habla: mercado eléctrico, dinámicas mundiales del petróleo y gas, necesidades materiales de la Transición Energética y contaminación en todo el ciclo de vida de toda la cadena de valor (desde las aguas residuales de la mina hasta las emisiones de CO2 y metano en las próximas décadas), finanzas, micro y macroeconomía, causas del cambio climático y perspectivas de futuro, y posibles soluciones holísticas… por ello en el Nivel 4 siempre habrá detractores que además dominen más algún subsector analizado desde los niveles 1, 2 ó 3.

Las decisiones con vista de avión las toman algunos fondos de muy largo plazo, creyentes en el impacto real del cambio climático u otras macrotendencias que podrían venir por observarse en la lontananza. Se tiene conciencia de la finitud del planeta, y de que habrá cambios estructurales motivados por un tablero geopolítico basculante hacia China y los países emergentes con altos recursos energéticos y mineros, con cambios demográficos relevantes a nivel nacional e internacional.

Se opina en base a los impactos previsibles del mundo futuro, pero más por razonamiento intuitivo que por un resultado de un modelo matemático creado en el Nivel 3, o proporcionado por un analista especializado desde el Nivel 2.

Se tarda años en empezar a conectar subsectores ya en sí complejos de manera aislada, como la demografía, geopolítica, economía, y desarrollos tecnológicos acelerados con promesas salvadoras; y se tarda también años en formarse opiniones complejas, discerniendo lo que se sabe de lo que no se sabe.

A nivel individual, se toman decisiones motivadas más por la paz interior de uno mismo que por difundirlo en redes o a clientes, como comprarse un coche más pequeño por reducir la necesidad de recursos, o reparar en lugar de comprar nuevo a la mínima de cambio.

La vista satelital

Por fin, en el que yo diría que es el último nivel, la vista satelital, se observa la Tierra más que los países, la Historia más que el año en curso y la Vida en la Tierra más allá de los humanos. Se analiza la Civilización transitando del Holoceno al Antropoceno. Se piensa en rediseñar el concepto de Felicidad más allá de la tecnología o del PIB per cápita. En este nivel se encuentran filósofos y sociólogos modernos, sin perder de vista la componente científica ni la lectura variada de las muchas problemáticas del futuro.

Mi admirado físico teórico, ingeniero, astrofísico, y filósofo francés Aurélien Barrau, plantea desde una maravillosa vista satelital y entendimiento (literal) del cosmos y de los riesgos de la tecnología, que la energía nuclear de fusión, si llegase y realmente fuera barata no sería la gran solución para la Humanidad sino su mayor fuente de problemas, por su capacidad para realmente destruirlo todo y sacar de una tacada todos los peces del mar.

Plantea Barrau la ridícula utilidad marginal del 5G frente al gran consumo adicional de recursos para ver videos con más nitidez que la capacidad ocular, o el sinsentido de llamar ‘crecimiento’ a la tala rasa y hormigonado de un espacio invadido de vida para construir un parking de supermercado. Razona que el Cambio Climático no es ni mucho menos el mayor de nuestros problemas futuros, y que si lanzamos proyectiles contra la Vida (en el sentido amplio, por haber erradicado en pocas décadas 70% de los insectos y vida salvaje en general) para hacer crecer el PIB, da exactamente igual el origen del combustible, aunque sea considerado ‘limpio’.

Plantea Arthur Auboeuf, el joven influencer francés y emprendedor de ‘Team for the Planet’ (animo a chequear su espectacular misión y modelo de organización) los beneficios de redefinir qué es una vida ‘mejor’ y de tener claros los motivos de satisfacción personal contribuyendo a un mundo habitable; plantea que el hámster no necesita una rueda más grande, sino salir de la rueda.

Y aquí en España, entre otros, Fernando Valladares (biólogo del CSIC y científico reconocidísimo a nivel internacional) promueve el decrecimiento material y reconstruir nuestra relación con la naturaleza, no sin insultos de economistas o élites de la tecnología, como solución técnica más prometedora para evitar algunos colapsos más problemáticos aún; no ya para salvar a los osos polares, sino para salvarnos nosotros mismos de un mundo más complejo.

Y recomiendo leer a Dennis Meadows, principal investigador del ‘Limits to Growth’ encargado por el Club de Roma al MIT en 1972 y que muchos tacharéis de pesimista maltusiano (por cierto, nada más lejos de la realidad); pero no al ingeniero veinteañero que programó aquellos cálculos hace 50 años, sino al filósofo que ha ido aflorando 50 años después con un bagaje técnico espectacular combinado con una harmoniosa vista satelital de nuestro mundo y nuestras aspiraciones humanas.

Son sólo ejemplos de una lista larga de personas que yo diría que realmente tienen una amplia ‘visión global’.

Y para que esto no se parezca ya a la película Origen de Christopher Nolan, que tiene más niveles de sueño que categorías hay en los Premios Goya, no entro en el que ya sí sería el ultimísimo nivel, el de un Dios creador que nos haya traído aquí para un efímero paso por el Cosmos o para algo superior.

Complementariedad de análisis

En mi opinión, según describo estos niveles, ni mucho menos el estar en un nivel numérico ‘más alto’ implica ser mejor técnico que los de niveles anteriores. En cada nivel seguro que hay tanto personas y organizaciones maravillosas como charlatanes. Y naturalmente trabajar profesionalmente o discutir “como hobby” desde alguno de estos niveles de análisis, no implica ser especialista en todos los niveles anteriores.

Nos hacen falta especialistas en cada nivel: tanto mirando el microscopio y la rentabilidad de invertir en una placa solar, como observando desde el helicóptero para diseñar reglas de mercado que incentiven comportamientos a mejor. Y también aquellos a los que todos olvidamos o incluso despreciamos, como son quienes nos hacen desde el satélite las preguntas más básicas para darnos rumbo como sociedad y como civilización, y que posiblemente sean las más difíciles de responder.

Así, a escala de las personas con visión satelital, la mejor alternativa no es necesariamente un coche eléctrico sino quizás una combinación de bici y transporte público, o coche pequeño alquilado (lógicamente según necesidades vitales familiares), comprar fruta de temporada y proximidad, reducir la carne roja, o minimizar drásticamente el uso del avión adaptándonos a dicha restricción sea cual sea el grado de supuesta ‘sostenibilidad’ del combustible.

Ninguna organización empresarial ni política variará de rumbo por tener esta visión global satelital que sólo pueden aportar filósofos, sociólogos, y pensadores críticos; optimistas que redefinan y transmitan el concepto mismo de optimismo, y los modelos aspiracionales de felicidad.

Y creo que sólo una sociedad concienciada, cuando no una que se vea ya contra las cuerdas, puede cambiar desde abajo el rumbo Business As Usual en el que estamos todos embarcados, tratando de llegar a final de mes desde dentro de la rueda del Hamster. Los políticos de ‘arriba’ sólo diseñarán regulaciones diferentes, cuando eso sea lo que quieran ‘los de abajo’, los de esa sociedad que representan y de la que han salido ellos mismos.

En definitiva, creo que en los próximos años y décadas, necesitaremos mucha discusión en todos y cada uno de estos niveles de análisis, en un mundo cada vez más complejo en todos los aspectos, desde la geopolítica hasta la tecnología, y con un conocimiento cada vez más especializado y compartimentado. Con la complejidad añadida de que personas en distintos niveles de análisis, no es que no se entiendan bien, es que frecuentemente hablan en lenguajes diferentes.

Hasta aquí mis reflexiones de hoy, intentando contribuir a acercar unas posiciones cada vez más polarizadas y distantes en todos los sectores de la sociedad, incluido el energético que parece consumir en los debates cada vez más energía, pero de la mental. Si no entiendes a tu interlocutor, o discrepas profundamente, lo más probable no es tanto que quiera discutir o que quiera volver a las cavernas, sino que estéis en planos diferentes; insisto en que no mejor o peor, sino con diferente perspectiva de análisis.

La próxima vez que discutas, piensa en el Amazonas y respóndete a ti primero, ¿qué es lo que ves? ¿Qué estás mirando?

Javier Revuelta es Senior Principal en AFRY.

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