Si nos remontamos a la revolución industrial vemos que se caracterizó por un conjunto de cambios y avances industriales, científicos y tecnológicos que supusieron el diseño y puesta en marcha del actual modelo social capitalista. Un modelo sustentado sobre un sistema de producción intensivo en el consumo de recursos y dependiente de los combustibles fósiles para su expansión y desarrollo que ha puesto en el centro lo material y ha desatendido los límites del planeta, el mantenimiento de la vida y los cuidados.
Esta forma de producción basada en la extracción y quema de los combustibles fósiles es responsable de que se disparen las emisiones de CO2 a la atmósfera a la vez que incrementa de forma alarmante la brecha del desarrollo que hay entre los diferentes países y entre las personas.
Hoy, muchos años después, deberíamos ya tener claro que para frenar el cambio climático necesitamos una transición energética hacia un futuro 100% renovable, cambiar nuestros modos de consumo y unas políticas justas y transformadoras que tenga en cuenta a toda la población.
Sin embargo, las mujeres seguimos estando infrarrepresentadas en los puestos de toma de decisión para las políticas climáticas y energética y el sector energético sigue anclado en el pasado tanto por seguir fuertemente masculinizado como por seguir basado en las energías sucias y peligrosas.
Basta con hacer una revisión de las comisiones de energía de los parlamentos autonómicos y de los congresos de los diferentes países para ver qué lejos están de alcanzar un reparto paritario o con recordar que en España nunca ha habido una Ministra de Energía.
Los últimos datos globales desvelan que solo un 6% de las personas que trabajan en el sector eléctrico son mujeres. Los puestos de dirección en el sector energético, están ocupados en un 99% por hombres y en concreto en las eléctricas solo el 17% de los puestos de dirección están ocupados por mujeres y el 14% de los puestos en Consejos.
A esto hay que añadir que ni son abundantes ni son fáciles de encontrar los datos desagregados por sexo y esto es imprescindible para poder incluir la dimensión de género de manera transversal a las políticas climáticas y energéticas.
Científicas, investigadoras, activistas, ingenieras, abogadas, ecologistas, arquitectas, economistas, expertas en consumo, gestoras, auditoras, sociólogas, laboristas, consumidoras … somos miles y miles las voces de mujeres competentes y comprometidas, que contamos con gran experiencia y conocimiento para avanzar hacia un sistema energético sostenible, colaborativo, democrático y renovable que asegure la participación y la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
La oportunidad es ahora
Actualmente el gobierno trabaja en una ley de cambio climático y transición energética y en un plan integrado de clima y energía que marcará la política energética de los próximos años.
También habrá que revisar los objetivos de reducción de emisiones para alinearlos con los compromisos asumidos en el Acuerdo de París y teniendo en cuenta el informe especial que publicará el IPCC a finales de año sobre escenarios para limitar el calentamiento a 1,5ºC lo que sin duda exigirá una completa descarbonización de la economía española y europea para 2050 y una aceleración de la transición con objetivos intermedios más ambiciosos.
En el desarrollo de todas estas reglamentaciones hay que destacar que la perspectiva de género es una consideración relevante en el contexto de las estrategias tanto de mitigación como de adaptación y por ello es necesario que se establezcan objetivos e indicadores específicos de género en el ámbito de la implantación que permitan visibilizar, monitorear y evaluar garantizando que se respeten, se promuevan y se tomen en consideración la igualdad de género, la incorporación de la perspectiva de género y el empoderamiento de la mujer en su aplicación.
Por ejemplo hay que garantizar que como mínimo las mujeres estamos presentes en paridad en los procesos de toma de decisiones y que somos esenciales como agentes de cambio. Además hay que incluir indicadores de reflejen la mayor vulnerabilidad de las mujeres e infancia frente al modelo energético y frente a los impactos del cambios climático.
De esta manera se habría evitado lo que hemos visto con el nombramiento del Gobierno de una Comisión de Expertos sobre transición energética conformado por 14 expertos hombres y ninguna mujer ¿Cómo es posible pretender planificar el sistema energético para las personas sin tener en cuenta la voz de más de la mitad de la población?
No contar con la mitad de la población en la toma de decisiones es contrario a un sistema sano y democrático.
Política energética
Vivimos en el país del sol y del viento y sin embargo, el 85% de la energía que usamos proviene de combustibles fósiles o energía nuclear e importamos más del 70% y así es como nos colocamos en el cuarto puesto de los países de la UE que más han aumentado las emisiones de CO2.
Las políticas del Gobierno han dificultado durante años la nueva instalación de Renovables, penalizan el autoconsumo y favorecen la actividad de las grandes eléctricas que mantienen un modelo energético, sucio, contaminante, peligroso además de gravemente injusto y desigual (reciente prueba de ella es la Proposición de ley presentada por el Grupo Parlamentario del PP en el congreso para dificultar el cierre de las centrales de carbón y nucleares)
En Greenpeace no solo hemos realizado un análisis técnico en el que demostramos que es posible cerrar las térmicas de carbón y las nucleares en el año 2025, si no que tenemos claro que hay que democratizar la energía y que la transición energética tiene que ser colaborativa y estar en manos de las personas.
En un estudio que publicamos en Septiembre de 2016 veíamos que más de la mitad de la ciudadanía de la Unión Europea y un tercio de la española tendría potencial y podría generar su propia electricidad con energías renovables para 2050 (http://archivo-es.greenpeace.org/espana/es/news/2016/Septiembre/Ciudadanos-particulares-podrian-satisfacer-la-mitad-de-la-demanda-de-electricidad-espanola-con-fuentes-renovables/ )
Quisimos ir más allá y un año después investigamos si realmente la ciudadanía tenía interés y estaba dispuesta a involucrarse de forma más activa en transformar la electricidad en España. Una de cada tres personas en España se muestra predispuesta a participar en la transición energética de forma activa para transformar el sector eléctrico hacia uno 100% renovable, eficiente, inteligente y en manos de la ciudadanía. Es decir, no solo existe el potencial, sino que existe la voluntad y el interés.
Y no solo eso, sino que ni el color del partido al que votamos, ni el sexo con el que nos identificamos afecta de manera exacerbada la respuesta ante los diferentes papeles que proponíamos ejercer en la transición energética.
Es decir, por si cabe alguna duda: el cambio de modelo hacia uno renovable, responsable y en manos de la ciudadanía no solo es urgente, técnica y económicamente viable sino que las mujeres estamos igual de interesadas y preparadas para construirlo y no estamos dispuestas a quedarnos fuera.
Y termino este blog, recordando con todo el cariño a mi compañero de Greenpeace Mariano González, que el sábado pasado falleció en el descenso del Picu Urriellu y que nos iluminó con la economía social y solidaria. Porque construir desde la colaboración y la autogestión ciudadana es una potente herramienta para volver a poner en el centro los cuidados de la vida. Gracias Mariano.
Tatiana Nuño es Responsable de la campaña de Cambio Climático en Greenpeace España.
Manuel Garcia (@TURBOMOTOR2000)
25/05/2018