Después de casi dos mil artículos y cuatro años y medio, me toca despedirme de El Periódico de la Energía para iniciar una nueva etapa profesional.
Desde abril del 2016, he podido participar en primera línea de todos los cambios que ha experimentado el sector energético en España. Desde la derogación del impuesto al sol, gracias al que han corrido tantos ríos de tinta, el 'hachazo' de las retribuciones a las energías limpias y la cogeneración y el parón impuesto por la moratoria renovable, pasando por una fuerte reactivación del sector, especialmente de los proyectos fotovoltaicos y del autoconsumo.
En estos cuatro años he vivido el proceso de elaboración del ‘paquete de invierno’ de la UE (Clean Energy for All European Package), desde su negociación hasta la aprobación de todas sus directivas y reglamentos, que desde El Periódico de la Energía hemos seguido minuto a minuto, mientras en España llegaba el momento del cierre de las minas y el anuncio, más temprano de lo esperado, de prácticamente todas las centrales térmicas de carbón.
Pero también he podido ver en primera persona todos los adelantos tecnológicos que lidera nuestra industria energética española, a veces no lo suficientemente valorada, en campos todavía muy desconocidos y que han sido capaces de ser punteros y tener una cadena de valor que debería despertar la admiración de nacionales e internacionales: energías marinas, investigación en tecnologías solares, almacenamiento, hidrógeno, biocombustibles o gases renovables en general. La lista es larga.
No solo se está trabajando en nuevas tecnologías. Las comunidades energéticas, la digitalización, los agregadores de la demanda o la generación distribuida quieren abrirse hueco en un sector que está en radiante transformación, mientras otros sectores, como la industria o el sector del automóvil miran con lupa cada paso que se está dando para poder adaptarse a esos cambios.
Y con la llegada de la ministra Teresa Ribera, que lo anunciamos en exclusiva en El Periódico de la Energía, el sector ha dado un giro casi de 180 grados en política energética, con el Plan Nacional de Energía y Clima, la declaración de emergencia climática, los cambios en competencias con la CNMC, nuevos nombramientos en el Pleno del CSN, y en casi todas las instituciones públicas del sector, algunos de ellos con más acierto que otros.
Y es que, en este medio he sido testigo de varios cambios de gobierno, tres ministros, cuatro secretarios de Estado de Energía, tres elecciones generales y una moción de censura, la primera en prosperar de las cuatro presentadas en toda la historia de la democracia española, una legislatura fallida, la llegada y en algunos casos salida de diputados de Unidas Podemos, de Ciudadanos, del PSOE o del PP. La relación con los políticos ha sido en algunos casos muy fluida y en otros, no tanto, pero en cualquier caso ha sido muy instructiva.
Resumir en unas pocas líneas todo lo que ha pasado en el sector es harto difícil, y me dejo muchas cosas en el tintero, pero mi trabajo no será un punto final, sino un punto y seguido, porque este sector es apasionante y todavía quedan muchas páginas por escribir. La próxima década se presenta ‘movidita’ y esto para un periodista es una tentación difícil de rechazar.
No quiero despedirme sin agradecer al director de El Periódico de la Energía, Ramón Roca, y al editor José Antonio Roca, la oportunidad que me han dado de trabajar mano a mano con ellos y de aprender tanto, formando un equipo muy cohesionado, capaz de generar muchas sinergias y muy buena energía, nunca mejor dicho, para crear algo tan bueno y de tanta calidad como es este medio, que se ha convertido en referencia de todo el sector en muy poco tiempo. Es el resultado de trabajar mucho, disfrutarlo e intentar hacerlo siempre bien.
No me voy muy lejos, así que solo digo un hasta pronto.
RR
23/06/2020