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En cuanto renunció Chile y supe de la posibilidad de que esta importantísima conferencia se celebrase en nuestro país, me puse como una moto.

Gracias a mis empleos anteriores y a que el cambio climático es mi mayor obsesión y preocupación desde hace más de 20 años, he tenido la suerte de participar en varios de estos eventos en los últimos años y es una experiencia tan inolvidable como frustrante por los resultados obtenidos hasta ahora, pero espero que esto cambie en Madrid.

Se da la extraordinaria circunstancia de que esta conferencia, la número 25, va a ser, quizás, la más importante y la que va a poner a prueba la capacidad de los países de reaccionar, de forma definitiva, frente al enorme problema que ya todos sabemos representa el cambio climático traducido en un enorme calentamiento global.

Porque éste es el mayor problema al que se enfrenta la humanidad, la cual, en su conjunto, tiene que reaccionar para minimizar al máximo las enormes secuelas ya imparables de la altísima concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera y que, hagamos lo que hagamos, no se revertirá en miles de años.

Miles de delegados, políticos, empresas, asociaciones y ciudadanos en general van a participar en una conferencia que va a pasar a la historia. El hecho de que sea en Madrid va a suponer un impacto mediático que puede hacernos, a su vez, un gran favor para sacar de la atonía, la ignorancia o la indiferencia a millones de españoles que le siguen dando la espalda a este enorme problema. No voy a hacer sangre con Aznar o con Rajoy, al que vi en Marrakech en 2016 y que en París anuncio algo que no hizo o pudo hacer, pero, primos aparte, aseguró que el cambio climático no es el mayor problema y eso es algo que deja su huella.

Pero sí que lo es, interrelacionado con todos los otros grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad, el agua potable, la desertización, la deforestación, el empleo o la economía. Es decir, todo, absolutamente todo lo que nos mueve, está íntimamente ligado.

La comunidad científica, por una vez, lo ha advertido de forma clara y contundente. El tiempo de reaccionar se acaba y 2020 se ha señalado como una especie de límite temporal para tomar medidas drásticas. Y esas medidas, como continuación de los acuerdos de París, se han de tomar en Madrid.

Me imagino que Teresa Ribera, en cuanto se enteró de la renuncia de Chile, saltó como un resorte y reaccionó rápidamente. Tenemos la suerte de tener, en este momento en nuestro gobierno, a una de las personas con mayor conocimiento y capacidad en este terreno de todo el mundo. Sinceramente, aunque Chile vaya a conservar la presidencia, espero que este gobierno juegue un papel importante en la conferencia, gobierne quien gobierne después. ¡Enhorabuena a Teresa Ribera y a todos nosotros!

Ernesto Macías Galán, director general de SOLARWATT España.

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