Iberdrola es la compañía que lidera el mercado de bonos verdes en España, con emisiones que ascendieron a 2.750 millones de euros en 2017, lo que representó más de la mitad del valor de todo este tipo de financiación, que alcanzó los 5.000 millones de euros en el año.
Además, la compañía que preside José Ignacio Sánchez Galán lidera el mercado con 7.200 millones de euros desde que realizó en 2014 su primera colocación. En total, ha realizado seis emisiones en tres años.
Así se desprende del informe 'La inversión socialmente responsable' realizado por EAE Business School, en el que se apunta que la emisión de bonos verdes está creciendo de forma significativa en España, aunque todavía está muy concentrado entre las firmas energéticas.
En este sentido, Gas Natural, ahora Naturgy, lanzó una emisión por 800 millones de euros el ejercicio precedente y Repsol pasó a ser la primera petrolera que optaba por los bonos verdes para financiarse con una colocación de 500 millones de euros.
Fuera del sector energético destaca Adif, con una emisión por valor de 600 millones de euros en 2017, y, dentro de la Administración Pública, concretamente la Comunidad de Madrid, que emitió 700 millones de euros de este tipo de títulos.
En lo que va de 2018 en España ya casi se ha alcanzado la cifra del año anterior, destacando las emisiones de ACS y BBVA que han lanzado sus primeras emisiones de bonos verdes. Hasta el pasado mes de mayo, se han emitido 4.550 millones de euros en España. No obstante, es una cifra muy lejana de los más de 20.000 millones de euros que se han colocado en Francia durante el mismo periodo.
En los últimos años estamos se está observando un 'boom' en la emisión de estos títulos de crédito emitidos bajo el compromiso de invertir en un proyecto verde o sostenible, que, entre otros aspectos, presentan oportunidades de diversificación, aportan diferenciación entre empresas del mismo sector y mejoran la imagen corporativa y la reputación del emisor.
Asimismo, se trata de bonos cuyos fondos se destinan exclusivamente a financiar o refinanciar, en parte o en su totalidad, proyectos verdes elegibles (por ejemplo, reducir la emisión de CO2 o
financiar la compra de coches eléctricos). Para otorgarles la calificación de 'verdes', deben cumplir con los 'Green Bond Principles (GBP)' que promueven la integridad del mercado de este tipo de instrumentos a través de determinadas directrices.
Desde que comenzó 2018, el mercado global de bonos verdes ha alcanzando los 51.100 millones de dólares y se estima que se cerrará el año con un total de 250.000 millones de dólares, cifra que algunos
expertos ponen en duda, dado que el volumen emitido en los primeros meses de 2018 no es tan alto como se esperaba, por lo que se requerirá de un empujón significativo si se quiere alcanzar el objetivo.
A esto hay añadir que los grandes inversores internacionales critican que las emisiones verdes tengan una remuneración menor solo por el hecho de tener la etiqueta verde, argumentando que el riesgo corporativo de repago permanece invariable.
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