El Gobierno de Japón ha aprobado su nuevo plan energético para los próximos 5 años, que por primera vez marca el objetivo de que las renovables supongan la mayor fuente de producción del país hacia 2040 y que busca aprovechar al máximo la energía nuclear hasta llegar casi al nivel previo al accidente de Fukushima.
El nuevo plan básico de energía aprobado por el Consejo de Ministros establece el cupo de cada tipo de energía en el mix del país de cara a su ejercicio fiscal de 2040, cuando aspira a que las energía renovables, como la solar y la eólica, representen entre el 40% y 50% del total, la energía térmica aproximadamente entre el 30% y el 40%, y la nuclear alrededor del 20%.
En el plan energético anterior, elaborado en 2021, Japón preveía que la proporción de las renovables oscilaría entre el 36% y el 38% para 2030, una proporción que ahora ha revisado al alza para postularla como su principal fuente energética por primera vez, aunque el nuevo documento elimina la referencia textual incluida previamente por el Ejecutivo de que priorizaría estas energías.
El nuevo plan descarta, además, la referencia textual a "reducir la dependencia de la energía nuclear tanto como sea posible" que venía incluyendo sistemáticamente desde el accidente en la central nuclear de Fukushima de 2011 y, en su lugar, señala que se maximizará el uso de la nuclear junto a las renovables, manteniendo el porcentaje en torno al 20%, casi el nivel previo al incidente.
En el ejercicio fiscal de 2023, el porcentaje de la producción energética a través de la nuclear en el país asiático se situó en el 8,5%, según datos del Gobierno.
El plan energético de Japón
Para lograr su objetivo atómico, Japón estima que tendría que tener unos 30 reactores operativos. Actualmente, el archipiélago cuenta con 14 reactores activos, 19 suspendidos y 2 en construcción, mientras que 27 han sido apagados o están en desmantelamiento, según datos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El país asiático entró en un 'apagón nuclear' tras Fukushima y endureció sus medidas sobre la operación de los reactores, como la reducción de su vida útil o el abandono de construir nuevos o reemplazar los antiguos, pero ya en 2015, ante la enorme dependencia energética de las importaciones, planteó el refuerzo de la nuclear.
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