Petróleo & Gas

Kazajistán reduce su dependencia de los oleoductos rusos con la ayuda de China

El país ampliará dos oleoductos: Kenkiyak-Atirau y Kenkiyak-Kumkol incrementarán su capacidad de transporte en 6 y 5 millones de toneladas anuales

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Kazajistán fortalece su industria petrolera con ayuda de China para garantizar su independencia de los oleoductos rusos, ante los riesgos que representa la guerra en Ucrania para las exportaciones del crudo kazajo.

"La diversificación de las rutas se ha convertido a día de hoy en sinónimo de independencia", declaró hoy a EFE Rashid Zhaksilíkov, experto en proyectos petrogasíferos de la región del Caspio .

Con ese fin, Astaná ha abierto las puertas a la cooperación con Pekín, particularmente en la esfera del petróleo y el gas, de vital importancia para el país.

El Fondo de Bienestar Social kazajo Samruk-Kazina, que abarca a las principales compañías de esta nación centroasiática, y el gigante China National Petroleum Corporation (CNPC) acordaron poner en marcha cuatro importantes proyectos en Kazajistán.

Se trata de la ampliación de dos oleoductos: el Kenkiyak-Atirau incrementará su capacidad de transporte en 6 millones de toneladas anuales, mientras que el Kenkiyak-Kumkol se ampliará en 5 millones de toneladas al año.

El petróleo para Kazajistán

Ambos oleoductos son parte de la línea de exportación de crudo al gigante asiático financiada por Pekín.

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Zhaksilíkov recordó que tras la anexión ilegal de Crimea en 2014 "Rusia invirtió activamente en el fortalecimiento de su infraestructura petrolera en el lejano oriente en dirección a China".

"Kazajistán, en cambio, perdió estos ocho años, al apostar solamente por el CPC (el oleoducto que transporta el crudo por territorio ruso hasta el mar Negro) y ahora, en la actual situación, intenta enmendar sus errores", explicó.

Se trata de proyectos de gran importancia para Astaná, ya que la exportación de crudo aporta el 70% de los ingresos en divisas y cerca de la mitad de las aportaciones al presupuesto nacional.

Además de los citados oleoductos, Kazajistán espera construir con ayuda del gigante petrolero chino una nueva línea del gasoducto Beyneu-Bozhoi-Shimketn, con una capacidad anual de 15.000 millones de metros cúbicos de gas.

A ello se sumarían la ampliación de la refinería de Shiment en el sur de Kazajistán, que duplicaría su capacidad de producción hasta los 12 millones de toneladas de hidrocarburos, y la construcción de una planta de gas en el mayor yacimiento de Kazhagan, en el oeste del país, que produciría 4.000 millones de metros cúbicos anuales.

El papel de China

La cooperación china no se reduce a esto, ya que la compañía China Petroleum & Chemical Corporation (SINOPEC) ya anunció su interés de participar en la prospección geológica y la industria petroquímica kazaja, en particular, en una fábrica de polietileno en el oeste de la nación centroasiática.

Según el medio kazajo Qmotinor.kz, entre 1997 y 2020 la CNPC invirtió 46.000 millones de dólares en Kazajistán, seguida por corporaciones como China International Trust and Investment Corporation (CITIC) y SINOPEC.

Se ha tratado de un proceso difícil debido a los temores, algunos con profundas raíces históricas y étnicas, de algunos sectores de la población kazaja que han alertado sobre la excesiva dependencia de Astaná respecto de Pekín.

En particular, los residentes de la capital protestaron recientemente ante la aparición de carteles escritos en chino a lo largo de la ruta del futuro metro de superficie que se construye actualmente en la ciudad la compañía China Railway Asia-Europe Construction Investment.

El incidente, que se zanjó con la retirada de los carteles, tiene como base el temor a "las aspiraciones expansionistas" de China, que según el experto ruso Alexéi Máslov, son de carácter "histórico".

Sin embargo, el politólogo kazajo Talgat Kalíev comentó a EFE que las relaciones actuales entre Kazajistán y China son "pragmáticas y de provecho mutuo".

"Debemos interactuar con todos nuestros vecinos sin mezclar economía y política. Es importante ver las posibilidades que se abren ante nosotros en vez de levantar la voz de alarma", destacó al señalar que Astaná y Pekín están vinculadas geográficamente, por lo que los kazajos "deben desechar cualquier fobia al respecto".

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