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En el sector energético, como en tantos otros, mantener una liquidez estable no es solo una prioridad financiera, sino una necesidad estratégica para sostener las operaciones, destinar recursos a infraestructuras y atender obligaciones regulatorias. Sin embargo, los impagos son una realidad demasiado frecuente en este sector, llegando a comprometer la estabilidad de las empresas.

Las compañías energéticas operan en un entorno singular caracterizado por la alta demanda, regulaciones estrictas, ciclos de facturación variables y un amplio abanico de clientes que abarcan desde hogares hasta grandes corporaciones. Estos factores, sumados a la volatilidad de los mercados y los elevados costos operativos, hacen que la gestión manual de los cobros sea insostenible.

Un impago, aunque sea puntual y ‘pequeño’, puede generar un efecto dominó que derive en retrasos en el mantenimiento de los servicios, dificultades para cumplir con los proveedores o incluso limitar la capacidad de innovación de las empresas afectadas.

Un ejemplo cercano es Naturgy, una de las principales compañías energéticas del país que en 2022 vio cómo, debido al constante encarecimiento de los recibos de los suministros, empresas y particulares no podían asumir los pagos, y, en consecuencia, las provisiones por morosidad incrementaron en un 130% hasta alcanzar los 228 millones de euros. No es un caso aislado, esta situación -y estas enormes pérdidas- refleja una realidad global que demanda soluciones estructurales, no medidas provisionales.

Automatizar para reclamar los impagos

Para evitar los elevados índices de morosidad, es necesario adoptar nuevos procesos de cobro y dejar atrás procedimientos obsoletos en forma de recordatorios o reconciliaciones de pagos manuales que, además, son susceptibles de errores y retrasos. Urge, por tanto, un cambio cultural en la gestión financiera, y es ahí donde la automatización de cobros se propone como una solución efectiva, no sólo para reducir riesgos e impagos, sino también para mejorar la eficiencia y reforzar las relaciones con los clientes.

Por otro lado, estamos ante un sector sujeto a normativas rigurosas, desde plazos para facturación hasta líneas de crédito o los estándares de protección de datos. Un sistema automatizado garantiza que cada paso del proceso de cobro cumpla con los requisitos establecidos, pero este método no se limita a la implementación de un software.

Es un rediseño integral de los procesos financieros gracias a los cuales las compañías pueden, además, reducir los costes de la gestión de cobros, personalizar los pagos automatizados y asegurar que recibirán el importe facturado en la fecha del vencimiento, sin necesidad de realizar reclamaciones.

Retrasos en los pagos

Además, este modelo refuerza la lealtad con el cliente. Según la Encuesta de Condiciones de Vida del año 2023 realizada por el Instituto Nacional de Estadística, un 13,6% de la población ha afrontado retrasos en los pagos (hipoteca o alquiler, cuentas de suministros o compras a plazos). Esta cifra asciende hasta el 24,3% en el caso de hogares formados por un adulto solo con hijos dependientes.

Ante esta perspectiva, resulta sencillo asumir que cuando un usuario que no tiene interrupciones en sus suministros básicos por olvido de pago, y que recibe alertas proactivas antes de cada cargo, perciba a la empresa como un aliado. Y en un mercado altamente competitivo como el actual, donde la rotación de proveedores es común, esta confianza puede marcar la diferencia.

La internacionalización es otro de los factores determinantes que llevan a las empresas a abrazar, cada vez más, la automatización de cobros. Un caso ilustrativo es el de Vattenfall, compañía de energía eléctrica estatal sueca que también opera en países como Dinamarca, Finlandia, Alemania, Países Bajos, Polonia y Reino Unido, y que ha implementado sistemas automatizados de cobro para gestionar la heterogeneidad regulatoria y de divisas en sus mercados. Así, ha conseguido reducir tanto el tiempo dedicado a la gestión de pagos, como los costes asociados.

La automatización de los cobros y los impagos, es más que una herramienta tecnológica; es un cambio de modelo que redefine cómo las empresas energéticas gestionan sus finanzas, interactúan con sus clientes y se preparan para nuevas posibilidades. Más allá de evitar impagos, es un transformador que permite a las empresas enfocar sus esfuerzos en lo que realmente importa: liderar la transición hacia un modelo energético más limpio y eficiente.

La pregunta ya no es si las empresas pueden permitirse implementar la automatización de cobros, sino si pueden permitirse quedarse atrás en un escenario que avanza hacia la digitalización completa.

Luis Fernández de la Regata es Country Manager de GoCardless en España.

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