La compra de la eléctrica UIL por parte de Iberdrola USA, valorada en 3.000 millones de dólares, podría quedarse en nada por culpa del estado de Connecticut. Las autoridades regulatorias de ese estado han puesto en entredicho la compra de la compañía norteamericana y rechazan la operación. No se fían y han criticado a la filial estadounidense de Iberdrola por no ser muy transparente en la operación.
“El historial de Iberdrola de fusiones y escisiones en la zona es mixta y no ofrece una imagen consistente de un compromiso fuerte, resistente y dedicado a la distribución local de gas y electricidad”, apunta la Autoridad Reguladora de Servicios Públicos del pequeño estado de la costa oeste de Estados Unidos. Es decir, que Iberdrola ha tenido éxitos y fracasos en EEUU y eso no ha gustado al regulador de Connecticut.
Esta decisión de las autoridades de Connecticut ha dejado tocada a Iberdrola que tendrá que hacer un doble esfuerzo para asegurarse la compra. Uno sería dar nuevas explicaciones a los miembros de la autoridad regulatoria de Connecticut. La otra, la posibilidad de tener que pagar más dinero por la compra.
Respuesta
Iberdrola USA y UIL responderán “rápidamente” al regulador de energía de Connecticut, la Public Utilities Regulatory Authority’s (PURA), para “aclarar” los detalles de su fusión y conseguir que el organismo dé su visto bueno.
En una nota remitida al supervisor del mercado estadounidense, la SEC, el consejero delegado de UIL, James Torgerson, quien dirigirá la empresa resultante de la fusión, expresa su “desacuerdo” con el borrador publicado por el regulador, en el que se rechaza la operación.
“Estamos revisando con interés el borrador”, cuyo contenido, en los términos actuales, “deniega el cambio de control de UIL”, indica el directivo, antes de apelar a la “oportunidad” de las empresas para presentar su posición ante el regulador.
El regulador concluye que la operación de Iberdrola y UIL no demuestra que la nueva empresa proporcione al consumidor un servicio seguro, adecuado y fiable. Además, ponen en entredicho que la gestión de la compañía vaya a mejorar de cara al ciudadano.
“Es posible que con mayor claridad sobre lo que sería la entidad resultante de Connecticut, que comprometiera a su equipo directivo, cómo se protegería financieramente de las vicisitudes de las fuerzas globales y de otras divisas y una conocimiento de las previsiones de Connecticut en los próximos años se pudiera convencer al PURA [la autoridad regulatoria por sus siglas en inglés] de aceptar el cambio de control”, explica la nota del regulador.
El mercado cree que lo que buscan las autoridades norteamericanas es que Iberdrola pague más por la operación. La compra supondría a Iberdrola un desembolso en metálico de 597,1 millones de dólares y el resto del precio en acciones, es decir, un intercambio de papelitos.
Se desconoce si Iberdrola está dispuesta a pagar más, algo que podría descuadrar los planes de la eléctrica en EEUU. Las causas del rechazo no parecen tener un sustento legal acorde a una operación de esta índole, pero la administración de Connecticut es muy dura.
Decisión chocante
La aprobación de la autoridad de Connecticut es una de las nueve que Iberdrola USA debe superar para fusionarse con UIL. A comienzos de junio, ya obtuvo el visto bueno de la autoridad federal responsable de Energía del país, la Federal Energy Regulatory Commission (FERC).
Tras esta autorización, la compañía sumó tres aprobaciones regulatorias y quedó solo pendiente del visto bueno de los reguladores estatales, así como del supervisor del mercado estadounidense, la SEC, y del comité encargado de analizar las inversiones extranjeras en el país.