La Unión Europea pagó 930.000 millones de euros adicionales por importaciones de combustibles fósiles durante la crisis energética de 2021–2024, según el informe de Ember “A prueba de shocks: cómo la electrificación puede fortalecer la seguridad energética de la UE”.
“Los combustibles fósiles importados no son una base segura ni asequible para un sistema energético, algo que Europa ha aprendido por las malas”, dijo Chris Rosslowe, analista energético senior de Ember.
Los combustibles fósiles importados aún representan el 58% de las necesidades energéticas de la UE, mucho más que en otras grandes economías como China (24%) e India (37 %). A pesar de haber reducido la dependencia del suministro ruso, han surgido nuevos riesgos, ya que la proporción total de importaciones fósiles de la UE no ha cambiado.
Con Estados Unidos ahora como el principal proveedor de petróleo y gas natural licuado (GNL), y los cuatro principales proveedores de gas controlando el 81 % de las importaciones, esta concentración crea vulnerabilidad ante posibles manipulaciones. Qatar, el quinto mayor proveedor de gas de la UE, amenazó recientemente con cortar el suministro de GNL a menos que se relajaran las normas medioambientales y laborales, mientras que EEUU ha utilizado la energía como herramienta en negociaciones comerciales.
El impacto económico también es asombroso. Las importaciones de combustibles fósiles costaron 1,8 billones de euros durante la crisis del gas, es decir, 930.000 millones más que los niveles previos a la crisis, ya que los precios del gas se dispararon de 15 €/MWh a 350 €/MWh en 2022.
Electrificación, la ruta más rápida hacia la seguridad
La dependencia de la UE de las importaciones de combustibles fósiles podría reducirse a la mitad para 2040, y la electrificación desempeñaría el papel más importante. El crecimiento de la energía eólica y solar ya ha reducido las importaciones fósiles en la generación eléctrica, ahorrando 59.000 millones de euros entre 2019 y 2024 y haciendo que la electricidad sea cada vez más de producción nacional.
Sin embargo, la mayor parte de los combustibles fósiles –alrededor del 82 %– todavía se queman fuera del sector eléctrico, principalmente en transporte, calefacción e industria. Electrificar estos sectores ofrece el camino más claro hacia la independencia energética. Aunque aproximadamente una quinta parte de la demanda energética de la UE ya está electrificada, las tecnologías existentes permitirían electrificar otros dos tercios adicionales.
No obstante, el progreso en electrificación aún está por debajo del potencial. Según el informe, solo el 22 % de la energía en la UE está electrificada, en comparación con el 28 % en China, mientras que países líderes como Noruega (47 %) y Suecia (33 %) muestran lo que es posible. Detrás de estos promedios se esconden grandes diferencias entre países y sectores que reflejan tanto desafíos como oportunidades: la electrificación de los hogares varía entre el 12 % en Polonia y el 48 % en Suecia, y en el acero, desde el 18 % en Eslovaquia hasta el 57 % en Francia.
El valor estratégico de las renovables
“Los combustibles fósiles importados no son la base de un sistema energético seguro y asequible, algo que Europa ha aprendido a las malas. Las fuentes de energía autóctonas, como la eólica y la solar, adquieren un valor estratégico mayor en un mundo que se enfrenta a frecuentes crisis”, dijo Chris Rosslowe, analista sénior de Ember
“El potencial del suministro eléctrico autóctono europeo se está desperdiciando por la falta de urgencia en la electrificación. Desbloquear la electrificación es la medida clave que puede proteger al continente de la dependencia excesiva de los volátiles proveedores de combustibles fósiles”, añadió.
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