El sector de aviones no tripulados podría representar el 10% del mercado de la industria aeroespacial para 2050, generando unos 15.000 millones de euros al año y 150.000 puestos de trabajo, según la asociación Sesar para la investigación de la gestión del tráfico aéreo del Cielo Único Europeo.
En la actualidad, el uso de drones se limita a trabajos de inspección y evaluación, aunque el objetivo es que esta tecnología llegue a transformar industrias como la construcción y el comercio, transportando grandes cargas y materiales pesados a sitios de difícil acceso, lo que podría reducir ciertos problemas como la congestión del tráfico y la contaminación urbana.
Para ello, necesitaría una nueva regulación que "no limite tanto su uso, así como de grandes avances tecnológicos en el sector que ayuden a solucionar las dificultades que existen actualmente.
En primer lugar, sería necesario identificar los riesgos. En el informe 'The Hurdles Drone Face' de Oliver Wyman se destaca que el principal problema tiene que ver con una cuestión de peso y tamaño, ya que no pueden pesar más de 25 kilogramos y su uso en grandes núcleos de población está muy restringido. Para que su aplicación pueda ser válida a nivel comercial y de transporte, el tamaño de estos debería ser similar a las de uso militar.
Sin embargo, esto supone un gran riesgo desde el punto de vista de seguridad pública, ya que cualquier fallo en el sistema tendría graves consecuencias entre los viandantes.
Por otro lado, el informe también destaca la necesidad de unificar las regulaciones. En la Unión Europea está actualmente regulado por la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA, por sus siglas en inglés) y varios organismos nacionales reguladores dependiendo del tamaño del dron, aunque se está trabajado para unificar estas normas y evitar que las diferencias entre un país y otro provoquen desigualdades.
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