La brecha energética entre Europa y Estados Unidos se ha convertido en uno de los principales obstáculos para la competitividad industrial del continente. Así lo revela el informe ONE Shot #4 – Competitividad Industrial, elaborado por la consultora beBartlet junto a Our New Energy (ONE), que concluye que las empresas europeas pagan la electricidad un 158% más cara y el gas hasta un 345% más caro que sus rivales norteamericanos. Esta diferencia, señala el documento, erosiona los márgenes empresariales y amenaza con acelerar un proceso de desindustrialización que ya preocupa en Bruselas, debido a que la Unión depende sobre todo de importaciones de gas natural licuado, mucho más caro que el gas de esquisto estadounidense, disponible en abundancia y a precios bajos en el mercado norteamericano.
El estudio subraya que la energía no es un simple coste en las cuentas de resultados, sino un factor estructural que condiciona la capacidad productiva de toda la economía. El concepto de “energía incorporada”, que engloba toda la energía consumida desde la extracción de materias primas hasta el transporte del producto final, permite comprender cómo el precio de la electricidad o el gas se filtra en cada eslabón de la cadena de valor. En sectores como la metalurgia, la química o la manufactura, los costes energéticos directos e indirectos pueden suponer entre una quinta parte y la mitad del coste total de producción, lo que convierte cualquier desventaja de precios en un lastre inmediato para la competitividad internacional.
Ausencia de modelo homogéneo
Según el informe, Europa se encuentra así en riesgo de perder terreno frente a potencias como Estados Unidos o China, donde la energía resulta mucho más asequible. La ausencia de un modelo energético homogéneo en la Unión Europea agrava el problema. Cada país mantiene sus propias reglas, subsidios y mecanismos de fijación de precios, lo que fragmenta el mercado interior y dificulta el aprovechamiento pleno del potencial renovable.
A ello se suma un diseño marginalista del mercado eléctrico que, pese a haber acompañado el desarrollo de las renovables, hoy traslada a los consumidores industriales los vaivenes del precio de los combustibles fósiles. La crisis energética desencadenada por la guerra en Ucrania fue el ejemplo más evidente: el coste de la electricidad se disparó en toda Europa, incluso cuando las renovables ya tenían un peso creciente en la generación.








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26/08/2025