El dióxido de carbono (CO2) se presenta habitualmente como el gran "villano" del cambio climático, pero además de ser un gas natural, fundamental para la vida en la Tierra y generado por el propio ser humano cuando respira, posee múltiples usos: agricultura, polímeros o combustibles sintéticos, entre otros.
"El problema viene cuando se generan altas cantidades de manera continuada, sobre todo por la quema de combustibles fósiles y por la deforestación de los bosques" resume a EFE Guillem Borrás, el director de la compañía Carboneco -filial del grupo Neoelectra y especializada en la recuperación de emisiones y licuefacción de CO2-, ya que "representa más del 75 % de las emisiones de gases de efecto invernadero" y termina "afectando al calentamiento global".
Sin embargo, la captura de dióxido de carbono supone en este momento "una oportunidad empresarial clave dentro de la economía circular" ya que según la Agencia Internacional de Energía será necesario capturar y almacenar alrededor de 7,6 gigatoneladas anuales para llegar a los objetivos climáticos fijados a 2050.
Proyectos en dióxido de carbono
El CO2 se empezó a usar como refrigerante para maquinaria a principios del siglo XX y fue incorporándose progresivamente a otros sectores con nuevos usos industriales, alimentarios e incluso médicos.
Así, una utilidad evaluada a día de hoy es el empleo del CO2 biogénico -procedente de fuentes energéticas renovables, sobre todo plantas de biogás y biometano- para la elaboración de combustibles sintéticos, cuyo impacto en las emisiones contaminantes es "sensiblemente inferior" al de los combustibles fósiles, según los datos disponibles.
El CO2 de hecho se puede transformar ya en combustible sintético mediante procesos como la conversión en metanol o e-combustibles que cuentan con un mercado potencial de más de 30.000 millones de dólares de aquí a 2030, según BloombergNEG, entidad especializada en transición energética y economía baja en carbono.
En la actualidad existen distintos proyectos para la captura de CO2: desde la reforestación hasta la sustitución de energías fósiles por renovables, la reducción de la huella de carbono a nivel individual y colectivo o el almacenamiento en el subsuelo profundo tanto terrestre como marino, entre otros.
Dónde se usa
El CO2 es imprescindible para la supervivencia de las plantas y, por tanto, del resto de seres vivos en el planeta, por lo que resulta especialmente útil en cultivos e invernaderos para optimizar la fotosíntesis y apoyar el crecimiento de todo tipo de especies.
Un ejemplo de ello es la Universidad de Wageningen (Países Bajos), donde el uso de CO2 en invernaderos ha permitido aumentar hasta en un 20 % la producción agrícola de los mismos.
La industria de bebidas gaseosas también consume millones de toneladas anuales de este gas para sus bebidas carbonatadas y algunas de ellas han comenzado a integrar CO2 capturado en su producción para reducir sus emisiones, sin alterar el producto final.
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