La globalización es una realidad en la industria solar fotovoltaica. También lo es el que la gran mayoría de la producción y otros componentes claves para el sector se realiza en China, para luego ser distribuida por los cinco continentes. La Asociación de la Industria Fotovoltaica de China (CPIA) informó de que la producción de módulos fotovoltaicos en China aumentó un 37,8% en la primera mitad del año, alcanzando los 27 GW y ayudando a impulsar los márgenes de beneficios entre los principales fabricantes en un promedio del 5%. Siete de cada diez paneles fotovoltaicos que se instalan en el mundo se fabrican en China, cuya producción alcanzó los 43 GW en 2015.
El hecho de que los Estados Unidos y la Unión Europea hayan impuesto sanciones arancelarias contra los productores de células y módulos chinos ha tenido poco efecto en el impacto que los fabricantes chinos han tenido en el precio de los módulos a nivel mundial. Tan es así, que más de 400 empresas europeas de todos los estados miembros de la UE han enviado una carta a la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmstrom, para pedir el fin de las medidas comerciales contra los módulos y células solares chinos vigentes desde 2012.
Paralelamente, el mercado fotovoltaico chino experimentó un increíble ciclo de aceleración. El objetivo oficial de China para este año asciende a unos considerables 18,1 gigavatios, un 80% más que la capacidad instalada en 2014. Solo en el primer semestre de este año ya se habían instalado en China cerca de 20 gigavatios y los pronósticos indican que 2016 podría concluir con entre 25 y 30 gigavatios de nueva capacidad solar instalada.
Cualquiera que piense que el aumento sin precedentes de la capacidad solar de China pudiera relajarse a corto plazo, debería replanteárselo de nuevo, porque en lugar de disminuir, el país planea acelerar el desarrollo de energía fotovoltaica. La Administración Nacional de Energía del país (NEA) ha anunciado planes para triplicar la capacidad en los próximos cinco años, con el objetivo de reducir las emisiones de carbono del país y convertirse en el líder mundial en energía limpia.
Bajo una creciente presión para reducir sus emisiones de carbono, China está tomando una actitud proactiva para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Y en ninguna parte esto es tan evidente como en su objetivo solar: China quiere alcanzar el objetivo de 143 GW de capacidad en 2020. Nur Bekri, director de la NEA, anunció el pasado mes de marzo que China se propone añadir de 15 a 20 GW de energía fotovoltaica cada año hasta 2020, lo que sería más que triplicar su capacidad actual.
Para ayudar a hacer realidad esta ambiciosa expansión, el país va a invertir 368.000 millones de dólares en las redes de ultra-alta tensión, las redes inteligentes y las redes de distribución en el mismo período de tiempo, lo que debería ayudar a hacer la transición energética a las energías renovables más suave.
Semejante incremento de la demanda hubiera provocado, normalmente, un aumento de los precios en China y en el resto del mundo. No cabe duda de que esto hubiera sucedido si el gobierno chino no hubiera tomado medidas y recortado los subsidios a la tarifa fotovoltaica (FIT) desde el primero de julio del presente año. La amenaza del recorte a la tarifa subvencionada fue la que provocó la fiebre instaladora durante los primeros seis meses de 2016.
Desafortunadamente para los desarrolladores de proyectos solares en China, los recortes en la FIT de este verano son solo el principio. A finales de septiembre se dieron a conocer planes para reducir aún más drásticamente los subsidios a la tarifa que perciben las instalaciones fotovoltaicas: un 37% para los sistemas sobre suelo y un 52% para las instalaciones de generación distribuida. Con ello, las instalaciones sobre suelo percibirían entre 0,55 y 0,75 de la moneda china RMB (equivalente a 0,08 y 0,11 dólares, respectivamente) por kilovatio hora inyectado a la red, mientras que las instalaciones de generación distribuida percibirán entre 0,2 y 0,3 RMB por kilovatio hora (0,03 y 0,04 dólares al cambio actual).
Esto disminuirá, sin duda, el apetito de los inversores para construir plantas fotovoltaicas en China, lo que a su vez reducirá la demanda local de módulos, inversores y otros equipamientos del sistema. A medida que la bajada del precio de estos componentes se produce en China, ésta se traslada también a los mercados externos, ya que los productores chinos intentan dar salida a sus capacidades de producción ampliadas. [Y ese exceso de oferta puede hacer caer los precios de los módulos solares por debajo de los 0,27 € el vatio](http://El exceso de oferta puede hacer caer los precios de los módulos solares por debajo de los 0,27 € el vatio)
De hecho, la crisis en los precios de los módulos ya se pudo percibir el pasado mes de septiembre en Solar Power International de Las Vegas, el mayor evento solar en Estados Unidos. Proveedores chinos de primera línea ofrecieron productos multicristalinos a un precio inferior a 0,40 dólares por vatio pico y productores de menor tamaño fueron incluso más agresivos en sus precios.
El impacto de la reducción de los módulos tuvo su efecto inmediato también en las licitaciones internacionales de energía. En la reciente licitación convocada por México se obtuvieron precios inferiores a los 35 dólares por megavatio hora, eclipsando con ello los ya muy reducidos precios conseguidos en la primera licitación de energía realizada a principios de este año.
Cierto es que los bajos precios de los módulos dotan de competitividad a la energía solar frente a otras tecnologías, pero está por ver si la industria fotovoltaica global puede realmente florecer en semejante ámbito. A corto y medio plazo se podría producir una fuerte reducción de los márgenes en toda la cadena fotovoltaica de suministro. Y la completa desaparición de algunos actores al no tener la estructura de costes suficiente para poder sobrevivir.
A más largo plazo, se puede esperar más innovación y unas mejores economías de escala para mantener la reducción de costes y unos menores costos nivelados de la energía solar, dando a todos los actores de la cadena de valor fotovoltaica espacio suficiente de actuación. E incluso obtener precios inferiores a 35 dólares/ MWh, especialmente en mercados con abundante recurso solar.
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