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La UE acelerará a la mitad de tiempo la tramitación de los grandes proyectos de infraestructuras energéticas

La Comisión quiere construir en un periodo máximo de 10 años lo que antes tardaba una década sólo en permisos

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La Comisión Europea ha puesto sobre la mesa una reforma estructural que redefine la planificación y ejecución de las infraestructuras energéticas estratégicas para la próxima década. Tanto en la propuesta de regulación sobre infraestructuras transeuropeas de energía como en el marco para acelerar los procedimientos de autorización, Bruselas dibuja un calendario de diez años como el periodo clave para construir las redes, interconexiones y sistemas asociados necesarios para cumplir los objetivos climáticos y de seguridad energética.

El enfoque decenal adquiere un papel central en la nueva arquitectura regulatoria. La propuesta obliga a que todos los grandes proyectos de transmisión eléctrica, hidrógeno y almacenamiento se integren en planes de desarrollo de red con un horizonte de diez años, elaborados por los operadores europeos ENTSO-E y ENNOH y actualizados de forma periódica. Estos planes serán la columna vertebral de la futura red europea, al identificar desde nuevas líneas de alta tensión hasta corredores offshore, pasando por infraestructuras de hidrógeno que deberán estar operativas en la próxima década.

El documento señala que las infraestructuras clave, incluidas las que enlazan Estados miembros entre sí y conectan territorios aislados, deben planificarse de forma coordinada y coherente dentro de ese marco temporal, lo que eleva por primera vez el carácter vinculante de la mirada a diez años.

Reducción significativa de los procesos

Al mismo tiempo, el texto sobre procedimientos de autorización expone que los proyectos energéticos de gran escala requieren actualmente ciclos que alcanzan o superan esos diez años, gran parte consumidos por trámites administrativos. Bruselas reconoce que esta duración es incompatible con la velocidad de integración de energías renovables y alerta sobre la urgencia de adaptar los tiempos de la administración a los ritmos de la transición energética.

La reforma introduce medidas para reducir de forma significativa los procesos nacionales, digitalizar trámites y reforzar a las autoridades competentes, de modo que los próximos diez años no se conviertan en una sucesión de retrasos que pongan en riesgo la seguridad del suministro o el crecimiento de las renovables.

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En este contexto, el papel de las interconexiones cobra especial relevancia. Los anexos de la regulación TEN-E detallan los corredores prioritarios de electricidad, hidrógeno y redes offshore que deben ejecutarse durante el próximo ciclo decenal, entre ellos los destinados a acabar con el aislamiento energético de regiones como la Península Ibérica, Irlanda o Chipre, así como los sistemas marítimos del Mar del Norte, Báltico y Mediterráneo destinados a transportar electricidad e hidrógeno generados en alta mar.

Se trata de proyectos que requieren una coordinación estrecha entre países, operadores de red y reguladores, y cuya viabilidad depende directamente de integrar cada infraestructura en los planes de desarrollo de diez años. La Comisión subraya además que todas las infraestructuras seleccionadas como proyectos de interés común o mutuo deberán demostrar su encaje en estos planes decenales y acreditar que pueden completarse dentro de ese horizonte.

Criterios armonizados

El nuevo sistema incorpora criterios armonizados para evaluar su impacto transfronterizo, la aportación a los objetivos climáticos y la coherencia con los escenarios energéticos europeos, que también se diseñan para un periodo de diez años. El objetivo es evitar solapamientos, corregir cuellos de botella y priorizar las inversiones imprescindibles para la estabilidad del sistema energético de la Unión.

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Bruselas insiste en que la década que viene será determinante. Tanto por la presión para desplegar renovables como por la necesidad de adaptar una red que ya muestra signos de saturación. La propuesta busca que Europa sea capaz de construir en diez años las infraestructuras que antes exigían más de una década solo en permisos, y que al mismo tiempo las grandes interconexiones y corredores energéticos se planifiquen a escala continental con una mirada operativa y estratégica. La Comisión aspira a que este doble enfoque, planificación obligatoria a diez años y procedimientos acelerados de autorización, permita que la red europea avance al ritmo que exige la transición energética.

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