Ningún comentario La Unión Europea ha puesto en marcha la mayor transformación energética de su historia. Con la próxima presentación del European Grids Package — documento al que este medio ha tenido acceso anticipado— y la propuesta revisada del reglamento TEN-E, que será también presentado el próximo día 10 de diciembre, la Comisión Europea ha puesto de manifiesto que el continente deberá movilizar 1,2 billones de euros en redes eléctricas de aquí a 2040, además de 240.000 millones en infraestructuras de hidrógeno, para sostener la electrificación acelerada, integrar energías renovables y garantizar su seguridad energética.
El paquete, presentado en un contexto marcado por la guerra de Rusia contra Ucrania y la urgencia de reforzar la competitividad industrial europea, subraya que las redes eléctricas son ahora el “sistema circulatorio” de la transición energética. La UE reconoce que, pese a los avances, sigue dependiendo en exceso de combustibles fósiles importados y arrastra una integración insuficiente de sus infraestructuras, con hasta el 45% de las necesidades transfronterizas sin cubrir para 2030 y un riesgo de perder 310 TWh de renovables no aprovechadas en 2040 si no actúa con urgencia.
Un esfuerzo sin precedentes para electrificar Europa
Según la propuesta legislativa del nuevo TEN-E, la electrificación del consumo final pasará del 23% actual a cerca del 32% en 2030, lo que exigirá redes más extensas, interconectadas y digitales. Además, el sistema eléctrico deberá integrar entre 2,2 y 2,4 TW de capacidad renovable en 2040, con un fuerte protagonismo de la eólica marina, que se prevé aumente hasta 360 GW en 2050.
La Comisión insiste en que estos objetivos no pueden cumplirse sin reforzar las interconexiones. Hoy, varios Estados miembros aún están lejos del objetivo del 15% de interconexión fijado para 2030. Las carencias actuales, advierte Bruselas, se traducen en precios más altos para hogares y empresas, que pagan entre dos y tres veces más por la electricidad que sus competidores estadounidenses o chinos.
El European Grids Package plantea una modernización profunda del sistema: desde la planificación coordinada entre niveles nacionales y europeos, hasta el impulso de soluciones digitales y tecnologías innovadoras capaces de aumentar un 20–40% la capacidad disponible antes de construir nuevas líneas. Estas tecnologías, conocidas como grid-enhancing technologies, permitirían además reducir costes en hasta un 35% frente a las ampliaciones tradicionales de red.
Acelerar proyectos y superar el atasco del permiso
Uno de los principales obstáculos identificados es la lentitud en los procesos de autorización. En la actualidad, más de una cuarta parte de los proyectos eléctricos de interés común (PCI) acumula retrasos, y el permiso puede tardar entre cuatro y diez años, dependiendo de la infraestructura. El paquete propone un marco europeo para limitar los procesos de autorización a dos años, ampliables a tres en los casos más complejos, e introduce mecanismos de mediación temprana y participación ciudadana para mejorar la aceptación social de nuevas infraestructuras.
El TEN-E revisado, por su parte, busca garantizar que los proyectos seleccionados correspondan realmente a necesidades críticas del sistema y que su planificación incluya alternativas como soluciones digitales o no cableadas, además de reforzar la seguridad física y cibernética de las redes energéticas europeas.
Hidrógeno, almacenamiento y redes inteligentes
Las nuevas directrices amplían además el alcance de las infraestructuras reconocidas como estratégicas. Entre ellas figuran redes inteligentes, sistemas de almacenamiento, electroductos para hidrógeno y grandes electrolizadores de al menos 500 MW con función de flexibilidad para ambos sistemas, eléctrico e hidrógeno. La UE prevé crear un corredor de interconexiones de hidrógeno en Europa occidental, central y báltica, apoyado en parte por la reutilización de gasoductos existentes.
Las inversiones en distribución, clave para integrar millones de paneles solares, puntos de recarga y nuevas demandas eléctricas industriales, también son colosales: solo las redes de distribución requieren 730.000 millones de euros hasta 2040.
Reducir costes y reforzar la autonomía
La Comisión estima que una planificación más integrada y la ampliación de las interconexiones podrían generar 40.000 millones de euros anuales en ahorros de costes y aumentar el comercio eléctrico transfronterizo en un 50%, elevando el PIB europeo en unos 18.000 millones en 2030.
Pero la dimensión estratégica es aún más profunda: reducir la dependencia energética exterior, reforzar la seguridad ante amenazas físicas y cibernéticas, y preparar una red capaz de sostener la reindustrialización verde europea, desde fábricas electrificadas hasta centros de datos alimentados por energía limpia.
Con este paquete de medidas y con la reforma del TEN-E, Europa reconoce que la transición energética no depende solo de generar más energía renovable, sino de construir y modernizar las redes que permitirán transportarla.
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