Lantania, la compañía nacida de entre las cenizas de Isolux Corsán gracias a un grupo de ex directivos, ha conseguido mejorar, y con creces, sus previsiones del plan estratégico. Con tan solo un año de creación, su presidente y consejero delegado, Federico Ávila, ha avanzado que la compañía cerrará 2019 con la contratación de obras por valor de 110 millones de euros, casi cuatro veces más que la alcanzada en 2018 (30 millones de euros), y el doble de lo previsto.
También prevé ingresos por 100 millones este año, un 43% superior a la previsión inicial de 70 millones fijada cuando se lanzó la empresa, y con meta de alcanzar los 200 millones en 2022. Negocia varias adquisiciones para seguir creciendo y ya prepara su salto al exterior tan sólo un año después de su constitución a partir de la cartera de obras de la quebrada Isolux. En paralelo, y mientras continúa sumando a su cartera nuevos proyectos en España, quiere realizar compras similares a la de Velasco, el grupo de construcción también quebrado que adquirió en mayo.
La firma cuenta con 11 millones de euros para acometer este tipo de operaciones y se financian con los recursos que genera la compañía.
No son las únicas cifras de las que pueden presumir. La constructora está especialmente interesada en "dos mercados que, por el propio desarrollo de la economía, se espera que tengan un fuerte crecimiento: la energía y el agua", ha dicho Ávila, "por ejemplo, en el mercado del agua no se ha invertido prácticamente nada en los últimos años, hay una parálisis que esperamos que finalice, porque se necesitan desarrollar plantas de tratamiento de aguas y depuradoras si se quiere evitar las sanciones de la UE".
Sin embargo, donde mayor proyección prevén conseguir es en el mercado energético. Y a la vista de los buenos resultados de 2019, no es de extrañar. Su división de Energía supone ya cerca del 40% de la nueva contratación del grupo, respecto al 18% de hace doce meses. La empresa tiene en cartera 125 MW, "todos ellos en España y fotovoltaicos por el momento, porque entre nuestros objetivos se incluye participar en proyectos eólicos y más adelante dar el salto al mercado internacional".
"La nueva regulación de autoconsumo está cambiando el sistema de generación tradicional, el impulso de las renovables es innegable y se necesita mejorar las redes eléctricas", ha puntualizado Ávila, "en Lantania ya estamos trabajando en algunos proyectos de REE y estamos en conversaciones con otras 'utilities'".
En paralelo, el grupo ha establecido un plan de expansión internacional en tres fases. En la primera pretenden desarrollar la empresa en el entorno de países de la Unión Europea con un alto volumen de inversión en infraestructuras, centrado en regiones como los Balcanes, países nórdicos y bálticos como principales destinos, que se prevé para el próximo año. En esta línea, Lantania está licitando ya varios proyectos ferroviarios en consorcio con compañías locales de prestigio. La empresa continuará en una segunda fase con su desembarco en Latinoamérica, entre 2021 y 2022, y en una tercera etapa abordará ya los mercados más maduros, como EEUU y Canadá, a finales de 2023.
"El secreto de nuestro éxito, si se quiere hablar de éxito, está en nuestro equipo humano, hemos hecho lo más complicado, romper con la inercia inicial, y a medida que consolidemos negocio, tendremos una mejor imagen de cara a la financiación y los grandes clientes", ha dicho su presidente, "también hemos aprendido de los errores del pasado, nuestro salto al exterior será muy diferente a lo que se hizo, iremos con socios locales".
Lantania es el resultado de un grupo de ex directivos, Luis Manuel Corrales, José Alberto Carrasco, Andrés Álvarez y el presidente, Federico Ávila, que poseen el 46% del capital, y de un fondo de inversión español, cuya identidad no revela el equipo directivo y cuya vocación es de permanencia sin intervenir en la gestión, según han señalado los responsables de la compañía.
La compañía ha incorporado a José Nofuentes, exdirector general del Grupo Velasco, como director general de Desarrollo de Negocio; y a Antonio Espiñeira como director general de Energía.
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