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En los últimos años, los medios de comunicación se han hecho eco de la importancia de combatir la emergencia climática que estamos viviendo, fenómeno que tiene terribles consecuencias no solo sobre la biodiversidad de nuestro planeta, sino también a nivel económico y social, con millones de personas que se verán obligadas a abandonar su país a causa de las extremas condiciones ambientales que viven.

Así, la sociedad es cada vez más consciente de la necesidad de cambiar nuestro modelo energético, sustituyendo el uso de combustibles fósiles contaminantes por fuentes de energías renovable, apostando por un uso más racional de la energía a través de la eficiencia energética y por la electrificación de la economía. Esta transición energética supone un cambio de paradigma a todos los niveles, especialmente para los consumidores, que tienen la posibilidad de generar su propia energía de forma distribuida, desde sus casas y empresas, convirtiéndose en autoconsumidores.

En nuestro país, el sector fotovoltaico ya se ha puesto manos a la obra y ha comenzado a trabajar intensamente en el desarrollo del autoconsumo, llevando a cabo campañas de sensibilización sobre sus ventajas y diseñando modelos de negocios y de financiación innovadores que permitan llevar este tipo de instalaciones a todos los niveles y con diversas aplicaciones.

No obstante, sigue siendo necesario seguir indagando en todas las posibilidades de este nuevo paradigma energético. Y es que el concepto de autoconsumo no debe de simplificarse a la idea de instalar sistemas fotovoltaicos en casas unifamiliares, en cubiertas industriales o incluso en edificios plurifamiliares, sino que debe ir un paso más allá y considerar la formación de comunidades de personas unidas entorno a la generación, el consumo, la gestión y la distribución de la energía, formando comunidades energéticas.

Para ello, es imprescindible utilizar todas las posibles herramientas de innovación y de investigación que se están impulsando desde Europa. En este sentido, la UE ha desarrollado un sistema con el que ayuda a financiar proyectos con los que se pretende estudiar ciertos conceptos y obtener conclusiones para después aplicarlos de forma directa. Se trata de los conocidos como proyectos H2020.

Con el objetivo de fomentar el autoconsumo, uno de los pilares de la actividad de UNEF, hemos formado parte, junto con otras 11 organizaciones de varios países, del proyecto europeo H2020 PV-Prosumers4Grid (PVP4Grid) lanzado en 2017 con una duración de tres años.

Este proyecto pretende analizar las barreras existentes para el desarrollo del autoconsumo y mejorar la integración de la fotovoltaica en el sistema eléctrico con un enfoque en la integración en el mercado. Para lo cual, se han analizado, mejorado, implementado y evaluado nuevos modelos de gestión y de negocio que permitan combinar fotovoltaica, almacenamiento, demanda flexible y otras tecnologías para obtener un producto comercialmente viable en los países que han participado en el proyecto.

Con este objetivo, en el seno del proyecto se han desarrollado diversas guías técnicas en las que se han analizado los diversos escenarios legislativos sobre el autoconsumo, una herramienta online que permite comparar el coste del kWh de la instalación fotovoltaica comparada con los costes de la factura de electricidad y simulaciones cuantitativas que determinan el impacto y los beneficios de las comunidades energéticas.

Para considerar todas las posibles configuraciones posibles, se han identificado tres grupos sobre los que se han estudiado diferentes parámetros y que se han denominado “conceptos PVP4Grid”. Por un lado, un grupo 1 caracterizado por estar formado por un solo autoconsumidor, que sería el ejemplo de autoconsumo residencial unifamiliar; un grupo 2 que correspondería a un autoconsumo colectivo, donde los autoconsumidores están conectados en la misma red interior; y un grupo 3, en el que habría un autoconsumo a través de red que correspondería con el concepto de “comunidades energéticas”.

Sobre este tercer concepto, se ha realizado un análisis cuantitativo mediante simulación para la cual se han extraído datos iniciales de cada uno de los países, como son la localización geográfica, la temperatura o la irradiancia (en el caso de España se ha cogido Madrid), y se han calculado datos de entrada, como son la eficiencia del sistema fotovoltaico y el número de horas de funcionamiento por año, la demanda de calor y de electricidad o el coste de la energía en cada país, así como el diseño de la tarifa.

La simulación se ha llevado a cabo teniendo en cuenta un marco futuro de completa electrificación de la economía y tres escenarios posibles. Uno en el que la demanda de electricidad se satisface solamente a través del consumo de la red, sin inversiones en energías renovables ni almacenamiento; otro segundo intermedio, en el que hay instalaciones de autoconsumo e inversiones en almacenamiento, pero no existe la posibilidad de compartir la energía entre los diferentes usuarios, y un tercero en el que existen comunidades energéticas, en las que los consumidores pueden intercambiar energía entre ellos y la energía puede ser obtenida incluso de un edificio cercano en el que haya excedentes de fotovoltaica.

En el caso de España, los resultados muestran que los costes totales anuales en el caso del escenario de consumo de red son mucho mayores que en el caso de escenario intermedio, en el que hay un despliegue del autoconsumo y de las energías renovables, pero sin la formación de comunidades energéticas. Los costes totales anuales se reducen hasta un 40% menos en el escenario en el que hay comunidades energéticas (Figura 1).

Figura 1 – Costes totales anuales en términos de inversión, consumo de energía de la red, costes fijos y posibles ingresos por la venta de electricidad excedentaria.

En términos de costes totales, el uso de fotovoltaica y almacenamiento, tanto en la modalidad individual como de autoconsumo compartido, supone un ahorro para los miembros de la comunidad, produciéndose un desplazamiento de gastos de operación (mayormente el consumo de energía de la red) a gastos de inversión asociados a la instalación fotovoltaica y las baterías. Este cambio de costes de operación a inversión inicial, hacen que se reduzcan los costes totales. Además, comparando con otros países, las diferencias de costes al incluir fotovoltaica y almacenamiento, incluso cuando no hay comunidad con el escenario de consumo de red son mucho mayores en países donde hay más horas de funcionamiento, como es el sur de Europa (España, Portugal e Italia), pero también en países donde los costes de la energía son muy altos. Resultados cuantitativos que indican la posible evolución e importancia de las comunidades energéticas en Europa.

La comunicación y diseminación de los resultados obtenidos es uno de los pilares fundamentales del proyecto. En esta línea, hemos celebrado diversos workshops en los que se ha analizado la situación del autoconsumo en España y se han destacado los retos a los cuales se enfrenta de cara al desarrollo de las comunidades energéticas.

Si bien es cierto que en el último año el autoconsumo ha registrado un crecimiento importante – en 2019 se instalaron 459 MW, el doble respecto al año anterior -, agilizar y homogenizar los trámites administrativos a nivel autonómico, eliminar la licencia de obras, modificar la Ley de Propiedad Horizontal e introducir los coeficientes dinámicos de reparto de energía en la modalidad compartida son las principales medidas a tomar para garantizar un impulso todavía mayor.

Desde UNEF, seguiremos trabajando para que en los próximos años las comunidades energéticas pasen a ser elementos cada vez más comunes en el modelo energético de nuestro país.

Paula Santos es directora técnica de UNEF.

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