Las principales eléctricas y asociaciones del sector hidroeléctrico —entre los que se encuentran Iberdrola, EDP, Statkraft, Enel, RWE, EDF... —han elevado una petición firme a Bruselas para que sitúe el bombeo hidroeléctrico en el centro de la estrategia energética europea. El mensaje lanzado es claro: Europa necesita de manera urgente reforzar su capacidad de almacenamiento eléctrico de larga duración si quiere garantizar un sistema energético fiable, asequible y sostenible en las próximas décadas.
La transición hacia un modelo basado en fuentes renovables variables como la eólica y la solar está avanzando a gran velocidad, hasta el punto de que se espera que en 2050 estas tecnologías representen cerca del 86% de la capacidad instalada. Ese salto multiplicará por siete las necesidades de flexibilidad de la red, lo que equivale a más de 2.000 TWh anuales frente a los 310 TWh actuales.
Sin una respuesta a tiempo, advierten los firmantes, Europa se enfrentará a recortes masivos de generación renovable, a precios de la electricidad más volátiles y a una dependencia prolongada de las centrales de gas y carbón, con el consiguiente coste económico y climático.
Acelerar el despliegue
El bombeo hidroeléctrico, que ya concentra más del 90% del almacenamiento eléctrico a escala mundial, se presenta como la herramienta más eficaz y madura para cerrar esa brecha. Actualmente, la Unión Europea dispone de unos 43 GW de capacidad instalada, que alcanzan los 48 GW si se incluyen Suiza y Noruega. Sin embargo, los propios modelos de la Comisión Europea consideran imprescindible duplicar esa cifra en los próximos 25 años.
En paralelo, el sector mantiene una cartera de proyectos en desarrollo que suma 32 GW en el ámbito comunitario y otros 3 GW en países vecinos como Suiza, Noruega y Turquía. Se trata de 78 proyectos repartidos por el continente, capaces de aportar más de 700 GWh de almacenamiento, lo suficiente para cubrir durante diez horas el consumo conjunto de Italia y España. Aun así, buena parte de estas iniciativas permanece bloqueada en trámites regulatorios y de permisos, lo que amenaza con retrasar la respuesta a las necesidades energéticas europeas.
El documento presentado en París no se limita a exponer la urgencia, sino que plantea con claridad las condiciones que permitirían acelerar el despliegue del bombeo hidroeléctrico. Los promotores reclaman que la Comisión Europea lance una iniciativa específica dedicada al almacenamiento de larga duración, tal como ya prevé la carta de misión enviada en 2024 por la presidenta Ursula von der Leyen al comisario de Energía y Vivienda, Dan Jørgensen. Además, instan a que el marco normativo distinga entre el almacenamiento de corta y de larga duración, para reconocer el valor particular del bombeo hidroeléctrico en la seguridad de suministro.
También reclaman que se eliminen los costes adicionales que hoy soporta esta tecnología por ser tratada simultáneamente como consumidora y generadora de electricidad, y que se agilicen los complejos procedimientos de autorización, dado que se trata de infraestructuras de interés público esencial. Los firmantes insisten, además, en la necesidad de contar con mecanismos estables de remuneración que reconozcan los servicios de estabilidad, de flexibilidad y de arranque autónomo que prestan estas centrales, y que son imposibles de sustituir con otras tecnologías.
Gran apagón
El ejemplo del gran apagón registrado el pasado mes de abril en la península ibérica es ilustrativo del papel del bombeo hidroeléctrico. Durante esa crisis, estas instalaciones fueron decisivas para sostener la red, generando más de 20 GWh en apenas 12 horas y permitiendo restablecer el suministro gracias a su capacidad de reiniciar operaciones sin depender de fuentes externas. Esta experiencia, destacan las empresas, evidencia que el bombeo no solo es una solución técnica para almacenar excedentes renovables, sino también una salvaguarda esencial frente a apagones y fluctuaciones de precios.
El sector subraya además las ventajas económicas y sociales de esta apuesta. El desarrollo de nuevos proyectos de bombeo hidroeléctrico podría generar decenas de miles de empleos, dinamizar zonas rurales, reforzar la competitividad de la industria europea y reducir la enorme factura de importación energética que en 2023 ascendió a unos 450.000 millones de euros, un 65% más que en 2019.
A diferencia de las baterías químicas, el bombeo no depende de materias primas críticas como el litio o el cobalto, lo que permite avanzar hacia una autonomía estratégica en plena transición energética. Europa, recuerdan las asociaciones, lidera hoy la cadena de valor del sector hidroeléctrico y representa cerca de la mitad de las exportaciones mundiales de equipos, por lo que la expansión de esta tecnología también consolidaría su posición industrial a escala global.
La conclusión de los firmantes es categórica: Europa cuenta con los recursos naturales, la experiencia técnica y el tejido empresarial necesarios para acometer esta expansión. Solo falta el impulso regulatorio y político que desbloquee los proyectos en cartera y dé certeza a los inversores. “El momento de actuar es ahora”, sentencia el documento. De lo contrario, advierten, la Unión corre el riesgo de poner en jaque la seguridad de suministro, encarecer de forma estructural el precio de la electricidad y perder la oportunidad de liderar la transición energética global.
Isaac Lopez
11/09/2025