Eléctricas

Las restricciones técnicas, el "nuevo" concepto que encarece la factura de la luz

REE trabaja en una nueva normativa para permitir que consumidores más pequeños puedan participar mediante la figura del agregador, lo que podría mejorar la eficiencia y reducir costes

4 comentarios publicados

Hasta hace poco, pocos consumidores habían oído hablar de las "restricciones técnicas" dentro del sistema eléctrico español. Sin embargo, este concepto empieza a sonar con más fuerza, sobre todo cuando se trata de entender por qué la factura de la luz sigue subiendo, incluso en un país como España, donde las energías renovables —más baratas— cada vez tienen más peso en el mix energético.

Lejos de ser un tecnicismo sin impacto directo, las restricciones técnicas se han convertido en una pieza clave del complejo engranaje que determina el precio final de la electricidad que pagamos en casa.

¿Qué son?

Para comprender este fenómeno, es necesario observar cómo está diseñado el sistema eléctrico. La electricidad, por su naturaleza, no se puede almacenar fácilmente —aunque eso está empezando a cambiar—, por lo que en cada instante la generación debe igualar a la demanda. Cuando esto no sucede —ya sea por un exceso de producción solar al mediodía o por un pico inesperado de consumo al anochecer— entran en juego los llamados servicios de ajuste.

Las “restricciones técnicas” son precisamente uno de esos mecanismos de ajuste. Su objetivo es garantizar la estabilidad del sistema cuando se dan condiciones complejas. Pero mantener ese equilibrio tiene un precio: hay que pagar a determinadas plantas eléctricas para que produzcan más o menos energía, según las necesidades del momento, y muchas veces esos pagos se realizan a precios superiores a los del mercado eléctrico mayorista.

En esencia, las restricciones técnicas son limitaciones que impiden que la red eléctrica funcione de manera óptima. Pueden deberse a múltiples factores: congestión en las líneas de transporte, exceso de generación renovable en momentos de baja demanda, o desequilibrios entre los puntos de producción y los de consumo. Su gestión recae sobre Red Eléctrica de España (REE), que utiliza herramientas específicas para mantener la calidad, la seguridad y la estabilidad del suministro eléctrico.

Como explica Joaquín Giráldez, socio cofundador de Ingebau, “las restricciones técnicas hacen que la casación —esa operación matemática que decide qué energía entra al sistema— cumpla también con las leyes físicas. Es decir, que la electricidad circule por donde realmente puede, no solo por donde sería más barato que lo hiciera”. Y añade que "cuando migramos a un modelo basado en generación distribuida con renovables, nos damos cuenta de que las redes no están preparadas. O invertimos más en infraestructuras, o asumimos esos costes. Y, como casi siempre, lo acaba pagando el consumidor”.

Impacto en la factura

Resolver estas limitaciones no es barato. Para evitar colapsos o cortes de suministro, REE se ve obligada, en muchas ocasiones, a recurrir a tecnologías más caras y gestionables, como las centrales de gas o hidroeléctricas. “En momentos con mucha producción no gestionable —como la solar o la eólica— y poca demanda, es necesario activar centrales térmicas, que cobran un precio más alto porque no compiten en el mercado diario, sino que se activan para resolver desequilibrios”, explica Javier Colón, CEO de la consultora Neuroenergía.

Estos costes adicionales se trasladan al consumidor final. En las tarifas reguladas o indexadas al mercado, el precio horario de la electricidad ya incluye estos servicios de ajuste. En las tarifas de precio fijo, las comercializadoras estiman cuánto costarán las restricciones técnicas durante el año y lo incorporan a sus ofertas. En ambos casos, el resultado es el mismo: la factura se encarece.

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El aumento de las restricciones técnicas no es un error del sistema, sino la consecuencia lógica de una transformación estructural. España ha apostado decididamente por las energías renovables, que tienen un coste marginal muy bajo pero también una gran intermitencia, lo que complica la gestión del sistema eléctrico. Como señala Colón, “hay más restricciones en tiempo real y más problemas de tensión por falta de demanda o exceso de generación renovable”.

A esto se suma otro problema: la infraestructura actual no siempre acompaña este cambio. Buena parte de la generación renovable se encuentra en zonas alejadas de los principales centros de consumo, lo que genera cuellos de botella en la red. “Siempre que hay sol, se genera energía en los mismos lugares, que suelen estar lejos de donde se consume. Si no queremos pagar por esto, tenemos que invertir más en redes”, insiste Giráldez.

Nueva normativa

Además de las restricciones técnicas, existen otros mecanismos de ajuste, como el mercado de regulación secundaria o el incipiente mercado de respuesta activa de la demanda. Según Colón, en la regulación secundaria, REE paga por una potencia disponible que, muchas veces, ni siquiera se utiliza, pero que debe estar lista “por si acaso”. Como el número de actores disponibles es limitado —especialmente en ciertas franjas horarias—, la competencia es escasa y los precios suben.

La respuesta activa de la demanda, por su parte, busca incentivar que los consumidores reduzcan o modifiquen su consumo en momentos críticos. Sin embargo, este sistema ha resultado especialmente costoso durante el último año. REE trabaja en una nueva normativa para permitir que consumidores más pequeños puedan participar mediante la figura del agregador, lo que podría mejorar la eficiencia y reducir costes.

¿Soluciones?

A medio plazo, una de las grandes esperanzas para reducir el impacto de estas restricciones es el desarrollo de baterías de almacenamiento a gran escala. También será clave invertir en redes eléctricas más modernas y flexibles. Pero el gran interrogante sigue siendo quién debe asumir estos costes: ¿el consumidor, el generador o la distribuidora?

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El debate está abierto. Porque aunque las energías renovables siguen siendo, en teoría, la opción más barata dentro del mercado mayorista, los costes asociados a mantener la red en equilibrio están diluyendo esa ventaja en el recibo final. “No se puede decir que los renovables son siempre maravillosas y que abaratan el precio. Es cierto que lo hacen en el mercado, pero luego aumentan los costes del servicio de ajuste”, concluye Giráldez.

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4 comentarios

  • Visitante

    Visitante

    07/04/2025

    Javier Colón, CEO de la consultora Neuroenergía fue multado por la CNMC por alterar mercado:

    https://www.cnmc.es/prensa/sancionador-35-agentes-20241004
  • John Maceiras

    John Maceiras

    07/04/2025

    A ver si nos vendieron gato por libre. Las energías solar y fotovoltaica iban a bajar el precio de la luz, pero resulta que ahora nos dicen que igual no será así. También nos dicen que falta red (habrá que pagar más), o que hay muchas horas a precio cero y eso no puede ser (habrá que pagar más).

    El caso es que todavía seguimos (consumidores domésticos e industriales) con precios medios muy elevados, mayores que antes de la crisis energética, y cada día con más volatilidad. Nos defendieron como perfecto el mercado marginalista (cuando había precios de 400 €/MWh), pero ahora parece que no va bien del todo y ya no les gusta (cuando tenemos unas pocas horas a 0 €/MWh). ¿Habrá que pagar más?

    Nos tendrían que explicar por qué los planes de inversión previstos por los generadores para instalación de eólica y fotovoltaica son muy superiores a los que propone el PNIEC. Cabe entender que la generación propuesta por el PNIEC es la que necesita el sistema. Por tanto, la que se instale a mayores tendría que competir para funcionar... como ocurre en todos los sectores económicos.

    Probablemente la demanda eléctrica crecerá a medio plazo, debido a la electrificación de demandas hasta ahora térmicas, y también debido a nuevos consumos eléctricos (centros de datos, electrolizadores, nuevas industrias, etc.). Pero no tenemos (no nos dan) mucha información al respecto, salvo casos muy concretos... ¿necesitaremos más planificación y transparencia?

    Y se plantea el debate de quién paga esto... cuando está muy claro que como siempre lo pagaremos los consumidores (o los contribuyentes, que viene a ser lo mismo, pero camuflado).
  • Miguel

    Miguel

    07/04/2025

    El consumidor es quien en última instancia asume los costes e inversiones en las redes.
    La distribuidora hace las inversiones en la red de distribución y la transportista en las redes de transporte (bajo la autorización y supervisión del Gobierno), pero eso son costes regulados que después se trasladan directamente a los consumidores en el recibo de la electricidad. Se paga dentro del concepto de "peajes".
    El mercado de ajuste y las restricciones técnicas (que se añaden como coste en la factura) sirven para pagar algunas inversiones.

    También hay algunas inversiones dentro del sector eléctrico que reciben ayudas o fondos desde la UE (repowerEU) y el dinero acaba saliendo de los impuestos nacionales. Las ayudas de la UE no salen de la nada, pero a veces lo parece porque las ayudas de la UE tienen un efecto disuasorio a la hora de saber quién y cómo lo paga realmente.
  • Miguel

    Miguel

    07/04/2025

    La mayor parte de la electricidad que se cruza en el mercado a precio cero o incluso negativo, realmente no se paga a precio cero, sino que se paga (por la puerta de atrás) a un precio pactado entre el Estado y el dueño de la instalación, y que puede ir de 36 a 450€ el MWh.

    Si el precio de mercado no cubre el precio pactado, el Gobierno mete el resto en el apartado "cargos" de la factura. Cuanto más bajo es el precio de mercado spot, más altos serán los cargos de la factura, solo que el ajuste de los "cargos" no es instantáneo día a día, sino que se hace cada varios meses, y se paga distribuido en todo el año según criterio horario del Gobierno en la tarifa PVPC. Actualmente, en hora punta se están pagando unos 10 céntimos el KWh en concepto de "cargos". Por eso, aunque el precio de mercado a las 12h sea cero, el consumidor de tarifa PVPC (del Gobierno) acaba pagando unos 15 céntimos el kWh en la factura.

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