El precio de los carburantes ha encadenado esta semana su octava subida consecutiva tras los mínimos que tocó a principios de mayo en plena pandemia del coronavirus, aunque arrancan el verano hasta un 14% más baratos que en las mismas fechas del año pasado.
En concreto, el precio medio del litro de gasóleo ha subido esta semana un 1,17% con respecto a la semana anterior, hasta situarse en los 1,040 euros, según datos del Boletín Petrolero de la UE consultados por Europa Press.
En el caso del litro de gasolina, esta semana se ha encarecido casi un 1,33%, enlazando así una nueva subida, para escalar a un precio medio de 1,145 euros.
Desde que se rompió a mediados de mayo la tendencia bajista que llevaban los carburantes, los precios del litro de gasolina han recuperado casi un 7% desde los mínimos que tocaron, mientras que los del gasóleo suben casi un 6%.
No obstante, a pesar de este cambio de tendencia al alza en los precios de los carburantes, que corta así la espiral bajista en la que entraron desde hace dos meses, el diésel es casi un 14,4% más barato que en las mismas fechas del año pasado, mientras que la gasolina registra un precio un 13,6% inferior, lo que dará respiro a los bolsillos de los consumidores de cara a la incierta 'operación salida' de verano por la pandemia, cuya primera fase arranca este viernes 3 de julio.
La recuperación en los precios de los carburantes viene acompañado de la remontada en las últimas semanas en los precios del crudo, tras su desplome en lo más duro de la crisis del coronavirus. Así, el barril de Brent, de referencia en Europa, repuntaba este jueves por encima de los 42 dólares, mientras que el Texas se intercambiaba a más de 40 dólares.
En España, la gasolina sigue estando más barata respecto a la media de la Unión Europea (UE) y la zona euro, donde el litro cuesta 1,260 euros y 1,313 euros, respectivamente, al mismo tiempo que el litro de gasóleo cuesta de media 1,126 euros en la UE y 1,151 euros en la eurozona.
El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España, pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal, en general, que la media comunitaria.
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