Los cierres anunciados este lunes por Siemens Gamesa de las plantas de As Somozas (A Coruña) y Cuenca dejarán en la estacada a 266 familias españolas. Según la compañía, no son competitivas. Pero lo que no cuenta la compañía, es que no ha hecho nada por reconvertirlas y tratar de hacerlas competitivas. Y eso que sus trabajadores lo llevan anunciando meses y nadie les ha hecho caso. Ni la empresa ni las administraciones, y ahora éstas se llevan las manos a la cabeza por lo sucedido.
Lo sucedido en Siemens Gamesa era claro y evidente y ya lo había denunciado este medio en varias ocasiones. La compra de la planta de Senvion al norte de Portugal fue la gota que colmó el vaso. Para que tener una planta en Galicia si se tiene una en Portugal mucho más eficiente. Siemens Gamesa la ha dejado morir. Lo más probable es que ofrezca a algunos de sus trabajadores gallegos que se vayan a trabajar a la planta lusa. La deslocalización era evidente. No se podía saber.
Siemens Gamesa lleva tres cierres y más de 500 trabajadores despedidos en menos de un año. El pasado verano anunció el cierre de Aoiz y se comprometió a mantener la producción en España, algo que no ha sucedido.
La salida de Iberdrola del accionariado fue el primer aviso. Se avecinaban tiempos duros para España, y la eléctrica no quería verse inmiscuida, amén de los continuos roces con los alemanes de Siemens.
Siemens Gamesa lo dejó también claro en su nuevo plan estratégico. Apostaba por la offshore. El negocio de eólica terrestre ya no funcionaba. O eso decían. La compañía anunció récord de instalaciones en 2019 en España. Menos mal. Pero claro no eran turbinas made in Spain.
España ha sido la catapulta de Gamesa, pero también es la gran olvidada. La desespañolización de la compañía no es una químera, es una realidad. Los hechos así lo demuestran. España hizo que Gamesa conquistara medio mundo, de China a EEUU. Hizo que un gigante como Siemens se fijara en ella para tratar de ganar la batalla competitiva entre los grandes fabricantes de aerogeneradores.
Pero la realidad es que la industria eólica española no ha dejado de dar pasos atrás en este sentido con Siemens Gamesa a la cabeza. La globalización ha dado la puntilla a la industria española. Las empresas no están para perder dinero y les resulta más barato comprar un activo que reconvertir una planta. Si esto deja de funcionar, se cierra y se monta en otro lado.
Lo que resulta extraño es que se diga que las plantas de Siemens Gamesa españolas son de las más eficientes, las que mejor trabajan, y que mantengan el negocio de eólica terrestre y luego se cierren. Da la sensación de que alguien ha estado engañando al personal de las fábricas españolas.
Gamesa colocó a España en el mapa mundial de la eólica y Siemens se está encargando de hacerla desaparecer. Y da mucha pena.
Pero no está todo perdido. España tiene mimbres fuera de lo que es Siemens Gamesa. No toda la industria es el gigante alemán. Ya no sólo en el negocio de eólica terrestre sino también en el de marina. Los cierres de Siemens Gamesa son otra batalla perdida, pero no así la guerra. La industria eólica española no está muerta, ni mucho menos. Se abren oportunidades de negocio. La transición energética solo acaba de empezar y hay visos de poder resurgir a España como una gran potencia eólica. Hagámoslo.
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12/01/2021