Algo está ocurriendo en Francia que no se veía en décadas. En los últimos años España ha visto como sus esperanzas de interconectarse con Europa se topaban con las fronteras galas y no había manera de continuar. Pero Macron quiere cambiar esta situación.
Como europeísta convencido, en un discurso pronunciado en La Sorbonne esta semana, ha dejado claro que "la única manera de asegurar nuestro futuro [...] es la refundación de una Europa soberana, unida y democrática", y para ello propone asentar la política de los próximos años en varios puntos, incluyendo una transición ecológica, en la que "debemos invertir y energizar fuertemente en esta transformación", dando "un precio justo al carbono, lo suficientemente alto como para asegurarla. Una vez más, será una pelea. Allí también estarán los lobbies, resistentes a decir que es una buena idea. Pero si no tenemos en los próximos años un precio significativo del carbono para permitir cambios profundos en nuestras economías, por encima de los 25-30 euros por tonelada, no será eficaz y por tanto será inútil".
Pero también en esta transición, Macron señala como imprescindibles las interconexiones eléctricas: "Esta transición también significa que debemos tener un mercado europeo de la energía que funcione verdaderamente y por eso, finalmente, queremos favorecer las interconexiones. Durante mucho tiempo, las hemos ralentizado porque no estaban necesariamente en el corazón de nuestros intereses corporativos. Necesitamos, junto con España y Portugal y con todos nuestros vecinos, desarrollar estas interconexiones. ¿Por qué? Porque en ciertas estaciones, donde las renovables se producen en masa, toda Europa se tiene que beneficiar. En otras ocasiones, donde la energía nuclear sea indispensable, una energía no basada en carbono y de bajo coste, también debemos ponerla en común. Tendremos un mercado energético europeo más eficiente si finalmente desarrollamos estas interconexiones de forma acelerada".
Esto supone un impulso definitivo a la construcción del cable submarino para construir la interconexión eléctrica submarina entre España y Francia por el Golfo de Vizcaya, y que permitirá aumentar la capacidad de intercambio desde los 2.800 megavatios (MW) actuales hasta los 5.000. Pero también supone el respaldo definitivo a la posición del ministro de Energía que ha defendido en muchas ocasiones que "sin interconexiones no habrá más renovables".
Interconexiones gasísticas
Pero la Unión Energética Europea no solo se trata de electricidad, sino también de gas. Se necesita que la historia interminable del MidCat, ahora renombrado Step I (South Transit East Pyrenees) y que debe complementarse luego con Step II (la conexión entre el norte y el sur de Francia) tenga una fecha de fin.
Según el TIGF (Transport Infrastructures Gaz France), en noviembre se pondrá en marcha una consulta pública y durante tres meses se escucharán las propuestas para definir la mejor ruta por donde debe discurrir el tubo en territorio galo. Enagás, el encargado de la parte española, también hará lo propio a lo largo del 2018, según fuentes de la compañía. Después de ese paso, harán faltan la Declaración de Impacto Ambiental y la autorización administrativa de Industria, aparte de los estudios técnicos.
En cualquier caso, el trabajo no está programado que comience hasta el año 2020, y será 2022 cuando se prevé que esté finalmente operativo.
Al Step I le quedan 104 kilómetros para alcanzar suelo francés y luego otros 120 kilómetros para conectarse al tubo del sur de Francia. Con ello, se ampliará la capacidad entre 2 y 4 bcm. Y cuando se alcance el 'full MidCat', esa capacidad ascenderá hasta los 7,5 bcm, lo que permitiría mejorar las interconexiones gasísticas con el resto de Europa.
Si Macron quiere, y parece que ya ha visto la luz, las interconexiones tendrán vía libre para que la Península se una a Europa.
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