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Nuclear vs. ciclos combinados, la gran batalla eléctrica está servida

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El Acuerdo de París ha marcado el camino. Las renovables se han impuesto por goleada. Son energías limpias, pero han hecho sus deberes, y ya son igual de baratas o más que el resto de tecnologías. Prácticamente es lo único que se instala en el mundo, y la tendencia en los próximos años será ese. El mundo camina hacia un horizonte de emisiones cero, o eso debería intentar.

Esto lleva intrínseco también la desaparición del carbón. El planeta no aguanta más y aunque se tardarán muchos años en verlo, el objetivo es ese. Entonces, para llegar a ese objetivo ¿qué queda? La respuesta es clara: nuclear y ciclos combinados. Nuclear y/o gas. Esa es la gran batalla eléctrica que se va dirimir en los próximos años, al menos en España.

Países como Alemania ya decidieron deshacerse de la nuclear, otros sin embargo, como EEUU o Reino Unido, prefieren deshacerse del carbón y seguir con la nuclear de momento para lograr el objetivo de emisiones cero.

En España se ha abierto el debate. El cierre definitivo o reapertura de la central nuclear de Garoña ha abierto la caja de los truenos en el sector eléctrico español. ¿Cuál es el futuro de la nuclear en España? ¿Qué papel juegan las compañías? ¿Y el Gobierno?

Desde que el CSN se pronunció y dejó la puerta abierta a que las centrales nucleares pudiesen alargar su vida útil, se ha puesto tenso el sector eléctrico. Ha sido como si despertara de una hibernación digna del señor Disney. Pero ha llegado el momento de tomar una decisión.

La transición energética hacia las renovables ya se ha iniciado. El problema viene en cómo afrontarla. Si nos quitamos el carbón en los próximos años, ¿se puede también deshacer de las centrales nucleares? Ningún país del mundo ha hecho eso. Sería una salvajada. No puedes eliminar dos tecnologías que aportan tanto a un sistema eléctrico.

En el caso español, tanto la nuclear como el carbón, con muchos menos megavatios de potencia que las renovables o que los ciclos combinados, consiguen producir el 20% de la generación anual. Así años tras año. Su disponibilidad es muy alta. En el caso de la nuclear, es del 98%. Y la del carbón también está por encima del 90%.

En España se ha abierto el debate nuclear. Ahora, de momento, la pelota la tiene en su tejado el Gobierno, y hasta que no tome una decisión respecto a Garoña, no se verán los verdaderos movimientos en el mercado.

El sector eléctrico, mientras tanto juega sus bazas, cada compañía las suyas, velando por sus intereses. Y de alguna manera, u otra, cada una con su estrategia, lanza al Gobierno sus presiones para negociar cuál debería ser el futuro mix eléctrico español.

Nos quedamos con las renovables, incluida la hidráulica y la cogeneración. Pero España tiene nuclear, carbón y ciclos combinados. Si se decide apostar por la descarbonización, lo primero que debería desaparecer del mix es el carbón. Pero claro, el carbón tiene a favor dos cosas: una, que es más barato que los ciclos combinados (y si no que se lo digan al ministro Nadal lo que pasó el pasado enero), y dos, que es un lobby con mucho poder en España siendo solo poco más de 3.000 los afectados.

Entonces, en el camino hacia ese objetivo de emisiones cero, ¿qué se debe tener en cuenta? ¿Qué pesa más, no emitir o ser más barato? En esta batalla ganaría claramente la nuclear, ya que no contamina y es barata para el sistema eléctrico. Otra cosa es si es rentable para las compañías.

Iberdrola asegura que no es rentable. Que las cargas impositivas hacen inviable el negocio desde la reforma. Y que reabrir Garoña no se le pasa por la cabeza. Eso queda descartado por el mercado. Garoña no se va a abrir. Las inversiones que tienen que hacer Endesa e Iberdrola hacen inevitable el cierre definitivo y desmantelamiento de la central. Pero, ¿qué pasa con el resto de centrales?

Ahí es donde está la gran batalla. El Gobierno, con la decisión sobre Garoña, realmente tomará una decisión clave para el desarrollo económico del país. No se trata solo de Garoña, sino de todo el parque nuclear español. Si se da el visto bueno a Garoña, ¿cómo no se va a hacer con el resto de centrales que están en funcionamiento y que están en mejores condiciones para seguir produciendo energía? Sería absurdo lo contrario.

Es por ello que han empezado los cruces de declaraciones de un lado y de otro. El Gobierno se lo está tomando muy en serio. No es para menos. Está hablando y oyendo a todo el mundo. Y quiere estar seguro de lo que sucedería si se decide apagar la nuclear a sus 40 años de vida.

Entonces, Galán abre la veda con las ya mencionadas declaraciones de que Garoña es inviable. Y lanza el mensaje al Gobierno de que la nuclear no puede continuar así. Gas Natural Fenosa también le manda otro recado al ministro Nadal. Quítenos los impuestos. El 7% a la generación y el del combustible nuclear. Y Endesa, prefiere jugar sus cartas en la negociación cara a cara, aunque también le dice al Gobierno que quite costes políticos a la factura eléctrica.

¿De verdad quieren las grandes compañías seguir con la nuclear? ¿O prefieren algunas de ellas encender sus maltrechos ciclos combinados que llevan unos cuantos años prácticamente apagados?

Endesa posee buena parte de su mix de generación con carbón y nuclear. Iberdrola tiene de todo, mucha eólica, mucha hidráulica, está en casi todas las nucleares y posee un buen número de ciclos combinados. Y Gas Natural Fenosa, lo que más tiene son ciclos, con algo de carbón y nuclear.

Si quitamos el carbón, vemos que a Endesa le queda prácticamente la nuclear, a Iberdrola la nuclear y los ciclos, y a Gas Natural Fenosa, los ciclos combinados y su escasa presencia nuclear.

Para tener seguridad en el suministro eléctrico español, a pesar de tener 105 GW de potencia instalada, la nuclear se convierte en una tecnología indispensable. Se trata de una energía base, con esa tasa de disponibilidad que sin el carbón ninguna otra tecnología alcanzaría. Entonces, ¿es el momento de prescindir de la nuclear?

Si se quiere hacer, que es algo cuya decisión deben tomar el Gobierno y las eléctricas, se debería tener en cuenta su repercusión en el mercado, y como dirían los más antinucleares, también habría que tener en cuenta el medio ambiente por la alta radiación de sus residuos.

La nuclear, si sigue en pie, será con las más estrictas medidas de seguridad. Más incluso que las que ha tenido hasta ahora. Si no lo hace, además de encarecerse el precio de la luz para todos los consumidores y hacer menos competitiva la economía española, lo único que se quedaría serían los ciclos combinados, por lo que aumentarían además las emisiones. Lo ha dicho Endesa.

Pero claro, mientras no haya sistemas de almacenamiento, las renovables van a necesitar de respaldo. Ese respaldo estará probablemente en los ciclos, pero apagar la nuclear a los 40 está lo bastante cerca como para pensárselo dos veces. Ahí está el debate. La gran batalla eléctrica. Nuclear vs. ciclos combinados. Segundos fuera.

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