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Siempre que uno visita la página web del operador del sistema eléctrico para ver las curvas de energía programada, demanda y generación en tiempo real, suele encontrar bastante parecido entre ellas. Quizás la más difícil de predecir, es la de la demanda que además se va escribiendo a lo largo del día para reescribirse al día siguiente.

Al futuro del sistema energético europeo le ocurre algo parecido. Existe una planificación sobre la generación con diversas tecnologías, con la orientación clara hacia las renovables, y sobre dicha planificación, se van generando desvíos que es necesario corregir para salirnos lo mínimo posible de la curva programada. A su vez, los planes que tienen horizontes temporales relativamente largos deben reajustarse periódicamente a tenor de los acontecimientos, aquellos que están bajo nuestro control y aquellos que son consecuencia de vivir en un mundo globalizado.

Me gustaría repasar en estas líneas, algunos de los principales efectos que se producirán por los cambios en el mercado eléctrico.

Los precios negativos

Llevamos mucho tiempo hablando de los precios negativos. En España existen desde 2021, pero son viejos conocidos en algunos mercados como el alemán, donde existen desde 2007 en los mercados intradiarios y desde 2008 en el “Day Ahead” austroalemán. Otros mercados que forman parte del “European Power Exchange” (EPEX) como el francés, los introdujeron dos años más tarde y así, sucesivamente han ido incorporándose a otros mercados del EPEX.

Estos precios negativos se producen cuando la disponibilidad de renovables, con bajo o nulo coste marginal, es muy alta o cuando la demanda, como en días festivos o fines de semana, desciende en los mercados europeos. También cuando se da la combinación de ambos factores, se pueden alcanzar valores negativos durante varios días como ocurrió en Francia y Alemania en 2012 y 2013.

La flexibilidad en la generación para ajustarse a la demanda puede contribuir a paliar este indeseable efecto, pero hay más cosas que podemos hacer para evitar esta coyuntura. Sin duda, la más evidente y la más efectiva es la electrificación de la demanda, especialmente en sectores difusos como el transporte privado y la climatización donde hay mucho por hacer, también para reducir nuestra dependencia energética.

La transición energética también implica un cambio de hábitos de los europeos. Las situaciones vividas en Holanda o Bélgica este verano con precios negativos por la coincidencia de la alta producción solar y la baja demanda suponen una muestra de las necesidades de aumentar la intensidad energética en las horas solares para aprovechar todo el potencial de la tecnología fotovoltaica.

La demanda

Puede chirriar hablar de incremento de la demanda eléctrica en momentos como el actual, con los mercados energéticos por las nubes, pero no debemos olvidar que nuestra dependencia de las importaciones fósiles (entre las que se encuentra el gas ruso, cuyo consumo había aumentado un 102% en agosto respecto al mismo mes del año pasado, hasta los 4.505 GWh) es una de las debilidades que más nos afectan en estos momentos, y que debemos ver como una oportunidad de desarrollo, tanto en la transición energética como en la eficiencia energética donde el recorrido es largo y las posibilidades, infinitas.

No hay una sola solución para un problema tan complejo y la electrificación de la demanda será más lenta si no planificamos un aumento de las interconexiones, donde los operadores de los sistemas europeos juegan un gran papel, gestionado el trasporte a través de la extensa red eléctrica europea. El almacenamiento asociado a la generación, o con soluciones “stand alone”, es otra oportunidad de desarrollo de negocio que contribuirá a dar estabilidad a las redes y podrá, participando en los mercados de ajustes, reducir el precio de la electricidad.

Las renovables

Si bien la generación de energía limpia es vital para alcanzar los objetivos europeos de descarbonización e independencia energética en los horizontes de 2030 y 2050, no serán las únicas tecnologías disponibles y cabe hacer una reflexión calmada sobre el papel de otras, como la nuclear o el gas y debatir sobre su futuro, desde el punto de vista técnico, por supuesto, pero también desde un prisma económico, social y medioambiental.

Hoy es innegable que el dinero apuesta por las renovables, que dominarán el “mix” de producción de energía en Europa. Con los precios del “_pool” _actuales, sin duda el retorno de los proyectos es prometedor. La fotovoltaica, tanto en parques conectados a la red, como en sistemas de autoconsumo, será la protagonista por su reducido LCOE y por la sencillez de su tecnología. Pero también es innegable, que, sin estabilidad y predictibilidad en los precios de la electricidad, con margen suficiente para obtener rentabilidad, podría decaer el interés de los fondos por la energía verde. Creo que será el comportamiento de los precios, lo que determine la consecución de los objetivos.

La reindustrialización

De unas oportunidades, surgen otras y una de las más necesarias es la reindustrialización de Europa. Si queremos mantener nuestra relevancia internacional y ser competitivos con otros mercados, no basta con descarbonizar y ganar independencia energética. Los inputs energéticos son fundamentales para determinar la localización de las industrias y ya no será necesario sacarlas de Europa si podemos producir energía barata y limpia, sin necesidad de externalizar sus costes.

Será una fortaleza para España y para el resto de los países de la Unión Europea que generarán empleo y reducirán las emisiones en el transporte de mercancías a nivel global. Como la sostenibilidad no solo está en el medioambiente, permitirá fabricar bienes de consumo con la calidad en el empleo y en los productos que otros mercados no cumplen. Europa debe marcar el camino de la descarbonización de nuestros proveedores. Si las empresas pueden hacerlo, los gobiernos también.

Un objetivo, dos velocidades

Tanto el sector público como el privado están alineados en la consecución de los objetivos europeos y la colaboración entre los dos, será vital para alcanzarlos. Si el éxito depende en una parte relevante de la inversión privada, los gobiernos deben proporcionar un horizonte claro y la suficiente estabilidad regulatoria para fijar la inversión en renovables. Debemos estar además sincronizados, sea cual sea el color del partido que nos gobierne y dejar a un lado las ideologías por el interés común.

En definitiva, nuestro futuro energético, y especialmente el futuro de nuestro mercado eléctrico, está por escribir y por tanto tenemos la oportunidad de influir sobre lo que va a acontecer. Seamos capaces de usar todos estos cambios en nuestro beneficio, de forma que reindustrialicemos nuestro país para generar una energía más limpia con precios controlados. Es posible.

Jorge González Cortés es presidente de APPA Fotovoltaica

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