La consultora Bain & Company prevé un déficit en el suministro de materias primas esenciales para el desarrollo de infraestructuras de energía renovable, y considera que la producción de níquel y cobalto debe duplicarse, y la de litio multiplicarse por siete.
Bain & Company ha publicado los resultados de su encuesta anual sobre transición energética realizada a ejecutivos del sector de la energía y los recursos naturales de todo el mundo.
En ella, los directivos apuntan a que las tecnologías más importantes para avanzar en la transición energética para 2030 serán las energías renovables, la inteligencia artificial, la digitalización y el almacenamiento de energía.
El hidrógeno y el litio
Además, en 2050 el hidrógeno verde podría situarse como la tecnología clave y cuatro de cada cinco directivos entrevistados esperan que tenga un impacto significativo en su negocio.
Un 78% de los ejecutivos considera que el principal obstáculo para la descarbonización de sus compañías es la falta de disposición de los clientes a pagar sobrecostes, por lo que afirman que el apoyo de la Administración es fundamental para incentivar la inversión, cuyo retorno es otra de sus preocupaciones, en el proceso de transición.
Por el contrario, la escasez de capital no parece ser un obstáculo para la transición energética y sólo lo ve de ese modo menos del 20% de los encuestados.
No obstante, el informe de Bain & Company señala que cada vez se destina un mayor porcentaje al pago de dividendos en lugar de reinvertirlo en estrategias de crecimiento con bajas emisiones de carbono.
Por ejemplo, la industria del petróleo y el gas sólo reinvirtió el 43% del capital en este tipo de estrategias en 2022, frente al 58% en 2018.
La concesión de los permisos
La concesión de permisos para iniciar proyectos de transición energética es otra de las principales preocupaciones, señalan más de la mitad de los directivos europeos consultados.
La Unión Europa (UE) ha anunciado una propuestas regulatoria que pretende reducir los plazos para la aprobación de este tipo de proyectos a un máximo de doce meses.
Además, los ejecutivos de compañías de energía consultados esperan que la tasa de descarbonización se desacelere a corto plazo, para 2030, debido a la creciente complejidad para alinear los objetivos de descarbonización con los planes de negocio, así como a la inestabilidad provocada por factores geopolíticos.
No obstante, sus expectativas a largo plazo siguen siendo positivas y 2057 es la fecha en torno a la que existe un consenso de que se alcanzarán las cero emisiones netas de CO2.
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