El país se enfrenta a un delicado equilibrio, ya que su economía e infraestructuras están profundamente interrelacionadas con la producción de petróleo y carbón.
A principios de 2023, Colombia dio a conocer su Plan Nacional de Desarrollo, diseñado para dirigir la nación durante los próximos cuatro años. Este ambicioso documento estratégico pretende remodelar el panorama energético del país y diversificar su cartera económica, encaminándolo hacia una transición energética exitosa. La pregunta es: ¿funcionará la estrategia?
La compleja relación de Colombia con la energía****
En la última de las cuatro partes de la serie de investigación Upstream Colombia, la firma de análisis Wood Mackenzie va más allá de los objetivos para analizar lo que los ambiciosos planes del país para una transición verde significan para sus sectores energético y eléctrico
Según la investigación, Colombia se encuentra a la vanguardia de los debates sobre la transición energética, con un nuevo gobierno que se ha comprometido a alcanzar ambiciosos objetivos para sustituir el carbón, el petróleo y el gas por fuentes de energía más limpias. Sin embargo, el país se enfrenta a un delicado equilibrio, ya que su economía e infraestructuras están profundamente interrelacionadas con la producción de petróleo y carbón.
“Colombia está avanzando más rápido en la transición energética que cualquier otro país de América Latina, y podría decirse que está marcando el ritmo de las economías en desarrollo que en el pasado dependían de las exportaciones de hidrocarburos”, dicen los analistas de Woodmac. Habrá que seguir de cerca los éxitos y los fracasos. Los contratiempos o los esfuerzos por avanzar demasiado deprisa podrían no sólo afectar a Colombia, sino influir en otros países para que den marcha atrás cuando aún se necesite más ambición. Lograr un equilibrio en la cuerda floja entre la ambición actual y la realidad económica será difícil, pero merece la pena.
Las ambiciones de crecimiento de un país en desarrollo****
Colombia es una economía de mercado emergente y, a medida que el país se desarrolle, su transición energética requerirá no sólo un cambio en la combinación de fuentes de energía, sino también un aumento de la producción total. No se puede ignorar la realidad práctica de la energía colombiana basada en los hidrocarburos y su papel integral en la economía del país.
La actual combinación energética de Colombia se caracteriza por una notable dependencia del 80% de las fuentes hidrológicas para la generación de electricidad.Además, el país goza de un inmenso potencial para aprovechar la energía eólica y solar terrestre. Hace más de veinte años se promulgó una ley destinada a promover las fuentes de energía alternativas. Sin embargo, la ausencia de un marco institucional racionalizado, junto con los persistentes conflictos sociales, han obstaculizado hasta ahora el desarrollo. Con el nuevo Plan Nacional de Desarrollo de Colombia, que marca un rumbo decisivo hacia la transición energética, la situación empieza a cambiar.
Todos los proyectos eólicos actuales se sitúan en la mitad norte del país, la gran mayoría en la región de la Guajira, en el extremo septentrional de Colombia. Aquí, los promotores mundiales han acumulado una cartera de más de tres gigavatios (GW) de capacidad. En cambio, el recurso solar está mucho más disperso por el territorio colombiano, lo que da lugar a una cartera de proyectos más amplia y mucho menos expuesta a las limitaciones de la red.
Aunque existen oportunidades a corto plazo en la generación de electricidad, se prevé que la adopción de fuentes de energía renovables en Colombia avance a un ritmo más lento. El factor clave que influye en esta transición es la presencia de normativas favorables.
Importantes retos, como los obstáculos normativos y las trabas para la obtención de permisos medioambientales, han provocado con frecuencia retrasos en los proyectos y, en algunos casos, su completa cancelación. Además, la infraestructura de transmisión de energía sigue planteando importantes limitaciones y retos en Colombia.
Importancia continuada de la industria de exploración y producción****
A pesar del cambio significativo hacia la sostenibilidad, el petróleo y el gas siguen siendo un motor importante de la economía colombiana y un tema central de los debates sociales y políticos. La prosecución de la exploración en el marco de los contratos existentes y el impulso al desarrollo en alta mar demuestran claramente que, aunque los combustibles fósiles desempeñarán un papel cada vez menor, seguirán siendo importantes durante muchos años.
El gas tiene un inmenso potencial como recurso de transición, y la experiencia de la industria será inestimable para los proyectos de CCUS. Preocupa que las políticas actuales, aunque bienintencionadas, puedan estar impidiendo el avance hacia los objetivos generales de la transición.
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