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Las energías renovables van a ser un pilar fundamental de la transición ecológica. De hecho, suponen más de un tercio - 36,8% - de la energía eléctrica generada en España en 2019 y se prevé que estas cifras se incrementen hasta llegar al 70% del sistema eléctrico en 2030. Por ello el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé la instalación de, al menos, 3GW de renovables al año.

España dispone de una situación geográfica envidiable para el desarrollo de las energías renovables: alta radiación solar, viento y amplios territorios con baja densidad de población donde construir parques solares y eólicos. Pero ¿cuál es el papel del consumidor en la transición energética? Como muestra el Informe de everis sobre las “Tendencias del Consumidor Energético”, cada vez son más los consumidores preocupados por el medio ambiente que se decantan por comercializadoras de energía 100% renovable.

Pero los consumidores pueden, y deben, tomar una posición activa que permita acelerar esta transición. El autoconsumo solar es la solución para empoderar al consumidor en la lucha contra el cambio climático. “Deberíamos concentrarnos en un plan, un plan verde, que proporcione una respuesta rápida en términos de empleo y crecimiento económico. Deberíamos ayudar a los constructores a colocar paneles solares en las casas, deberíamos ayudar a los propietarios a aislar sus casas…”  enfatizaba Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión Europea, durante el debate sobre el Green Deal Europeo.

Aunque la regulación española anterior al 2018 no prohibía expresamente el autoconsumo solar, el comúnmente denominado “impuesto al sol” tampoco favorecía el desarrollo de la generación distribuida. Principalmente, por la complejidad de los trámites administrativos, la falta de políticas de subvención y los mecanismos de compensación de los excedentes. La derogación de este impuesto ha contribuido en la evolución del autoconsumo solar. Pero sin duda, el desarrollo tecnológico ha sido clave para lograr que las instalaciones solares, tanto domésticas como industriales, sean competitivas, transformando a los consumidores pasivos en prosumidores (productor-consumidor).

El coste de los módulos fotovoltaicos se ha reducido en un 80% en la última década, permitiendo reducir el periodo de recuperación de la inversión a menos de 10 años. Si a esto le sumamos la posibilidad de compensar en la factura eléctrica los excedentes generados y vertidos a la red, este periodo de recuperación de la inversión podría verse reducido a menos de 8 años. En la práctica muchas comunidades autónomas y ayuntamientos ofrecen incentivos económicos para mejorar los retornos, haciendo más atractiva la inversión en autoconsumo.

En 2019, el floreciente negocio del autoconsumo solar alcanzó los 459MW, doblando la potencia instalada en 2018. Por el momento los principales consumidores del autoconsumo solar son el segmento comercial, industrial y el sector público, representando el 90% del crecimiento.

Aunque se están dando condiciones para un “boom” del autoconsumo solar residencial, todavía existen algunas barreras para el pequeño consumidor. Gran parte de la factura eléctrica está compuesta por costes fijos e impuestos derivados de la potencia   contratada en el que el autoconsumo aún ofrece poco margen de maniobra en términos de ahorro.

Otro obstáculo se encuentra en el autoconsumo colectivo. En esta modalidad varios consumidores comparten una misma instalación solar, repartiéndose entre ellos la energía generada. Bajo la regulación actual el uso de coeficientes estáticos para el reparto de la energía penaliza la rentabilidad de la inversión, al no favorecer el consumo in-situ y provocar el vertido de excedentes a la red.

No obstante, se prevén cambios sustanciales en la regulación, así como la unificación y digitalización de los procedimientos para la legalización de las instalaciones que permitan superar estos obstáculos e impulsa la adopción del autoconsumo solar en el segmento residencial y colectivo.

La democratización de la producción eléctrica mediante las instalaciones de autoconsumo solar es sólo un primer paso en el empoderamiento del consumidor como catalizador de la transición energética. Este no sólo dispondrá de energía limpia a menor coste, sino también de la capacidad de recargar su vehículo eléctrico y modernizar su sistema de climatización con mayor eficiencia energética.

Así mismo, nos encaminamos hacia un modelo energético donde el consumidor formará parte activa del mercado eléctrico, proporcionado flexibilidad al sistema, ya sea dotando a su instalación solar de baterías donde almacenar la energía no consumida, o transfiriendo la energía almacenada en la batería de su vehículo eléctrico a la red.

La Comisión Europea prevé un mercado de la flexibilidad en la gestión de la demanda en torno a 160GW para 2030 con más crecimiento a medida que se incremente la penetración de vehículos eléctricos y sistemas de climatización inteligentes.

Estamos afrontando una transformación profunda del modelo energético donde el consumidor tendrá la oportunidad de tomar el control sobre cómo genera y consume su electricidad; una transformación que  confiere a las compañías energéticas de transporte y distribución un papel clave como garantes de la estabilidad de la red y la calidad del servicio. Para las comercializadoras, este nuevo escenario representa una oportunidad de negocio donde establecer relación a largo plazo con el consumidor, convirtiéndose en el partner energético que le acompañe durante todo el proceso de transición ecológica.

Francisco Manuel Ruiz Barrientos es Director de Consultoría de Negocio en Energía & Utilities de Everis.

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Un comentario

  • Dabama

    03/11/2020

    Trabas a la autoproducción:

    -EL término de potencia actual.

    -En sector residencial el falso "bono social", por el simple hecho de tener tres hijos.

    -Un 21% de IVA.

    -La limitación de compensación mensual (hay sectores sin consumo en verano).

    No todos son trabas, también hay un prejuicio ideológico en un porcentaje de la población.

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