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"Emergencia climática" fue la frase que definió 2019 tras un enorme incremento de su uso. Al mismo tiempo, el término acuñado en Suecia "flygskam" (vergüenza de volar) puso la descarbonización del transporte y la movilidad bajo el foco de interés. De hecho, su efecto se ha extendido por toda Europa. En noviembre de 2019, el sector de la aviación en Alemania registró su cuarto mes con disminución de pasajeros nacionales[1], mientras que, a principios del año, la compañía sueca de trenes señaló que había aumentado un 8%[2] el número de personas que realizaban viajes nacionales en ferrocarril.

Realidades del transporte: Comodidad y conveniencia

En 2016, el transporte fue responsable en Europa del 33,2% del consumo total de energía. Evidentemente, si queremos abordar con éxito la emergencia climática, el transporte y la movilidad desempeñarán un papel esencial. Vamos a necesitar nuevas tecnologías, pero también vamos a tener que rediseñar la movilidad sistemáticamente. El coche en propiedad ha hecho muy cómoda la movilidad moderna y, alejarse de este modelo, no sólo requerirá nuevas infraestructuras sino también una apertura al cambio. De hecho, la opción más radical busca recolocar la vida de la ciudad lejos del coche, focalizándose en los vecinos y en los barrios.

Las mercancías, una parte esencial para cualquier economía moderna, son otra realidad del transporte. En 2016, los vehículos por carretera todavía seguían representando un 76,4% del total de las cargas interiores (basadas en toneladas/kilómetros recorridos) y el número realizado con vehículos muy antiguos y, por tanto, menos eficientes en el consumo de combustible, realmente ha aumentado desde 2012[3].

Tanto para bien como para mal, la digitalización es un cambio de juego masivo para el transporte de mercancías. Lleva a los consumidores un nuevo nivel de comodidad, ya sea para pedir una pizza a través de una aplicación, comestibles que directamente lleguen a nuestra nevera o una entrega de Amazon hecha en el mismo día. A la vez, también ha dado lugar a cientos de nuevas formas de hacer las cosas: desde el seguimiento en tiempo real hasta las entregas automáticas.

Pero, con el rápido crecimiento de la población, el aumento del PIB y la proliferación de compras online, se están realizando más entregas que nunca. Para 2050, se espera que las mercancías viajen tres veces la distancia que recorren hoy en día hasta llegar a su destino. Esto es claramente insostenible y es esta "última milla", es decir el trayecto del paquete del almacén final hasta el hogar, donde más necesitamos un nuevo modelo.

Afortunadamente, la demografía puede ayudarnos para que algunas de estas decisiones iniciales hacia la sostenibilidad sean más fáciles. Más de la mitad de la población mundial vive en una ciudad y los miles de millones de pequeños actos cotidianos de movilidad urbana y comodidad suman un consumo muy significativo de energía. Por lo tanto, para rediseñar nuestro futuro, tiene sentido mirar hacia las ciudades y lo que podemos hacer allí.

Como cabría esperar, cada ciudad tiene un enfoque diferente, adaptado a las necesidades de sus ciudadanos. Barcelona es una las que está dando ejemplo.

La ruta de Barcelona hacia la movilidad sostenible

Ya en la década de los 80, los urbanistas "radicales", centrados en la salud y la comunidad, proponían un replanteamiento completo de la movilidad urbana: la superisla. Con una zona libre de coches, la superisla devuelve espacio a los peatones y zonas verdes, ayudando a reducir la contaminación del aire y el ruido. Después de muchas campañas durante los años sucesivos, ahora hay al menos seis superislas en toda Barcelona con diferentes niveles de implantación.

Al principio, muchos residentes eran escépticos de este audaz cambio de dirección. En la superisla de Poblenou, la falta de comunicación inicial no ayudó y muchos residentes estaban confundidos y frustrados[4]. Sin embargo, gran parte de la oposición se ha silenciado con el tiempo y, anecdóticamente, con la introducción de infraestructuras centradas en la comunidad como bancos para picnics, un nuevo patio de recreo y árboles.

Las primeras superislas han dejado muchas lecciones que serán vitales para implementar los nuevos esquemas. Pero, la evidencia del rediseño no es simplemente anecdótica. De hecho, un estudio reciente del Instituto de Salud Global de Barcelona estimó que se podrían prevenir 667 muertes prematuras al año si la ciudad creara las 503 superislas previstas en el plan inicial[5].

Realmente, ¿harían muchos residentes esta elección por sí mismos? Es cierto que los incentivos pueden ayudar a los consumidores a considerar diferentes opciones pero, junto con otros aspectos, la clave del éxito es permitir que los usuarios participen directamente.

En la próxima década

Un paso algo menos radical pero en la dirección correcta es la decisión de Barcelona de introducir una zona de bajas emisiones de 95 kilómetros cuadrados para mejorar la calidad del aire. A partir de 2020, más de 5 millones de residentes del área metropolitana se beneficiarán de una medida que hará que más de 50.000 de los coches más contaminantes se queden en casa. Una vez aprendida la lección de la introducción un tanto caótica de las superislas, ya existen o están a punto de lanzarse varias iniciativas para mejorar la movilidad compartida en toda la ciudad. Por la concentración en la urbe, la mitad de todos los viajes son de menos de 5 km. Esto hace que el enfoque se centre todavía más en descubrir soluciones sostenibles y más prudentes para estos trayectos de "última milla".

En primer lugar, se introdujo la T-Verde, una tarjeta ilimitada de viajes de tres años para los conductores afectados por la medida anterior. Es completamente gratuita, aunque el beneficiario debe primero deshacerse de su vehículo antiguo y aceptar no comprar uno para reemplazarlo mientras dure su tarjeta.

El programa de uso de bicicletas compartidas de la ciudad, Bicing, también verá aumentar sus cifras. Aunque ya cuenta con 6.000 bicicletas tradicionales, en 2020 llegarán unas 700 bicicletas eléctricas hasta alcanzar un total de 1.000 de esta tipología.

Para ofrecer una solución al transporte de mercancías en la última milla, EIT InnoEnergy, con el apoyo de Evolo, ha diseñado una gama de vehículos de suministro eléctricos en el centro de la ciudad. Tanto para uso por carretera con en zonas peatonales donde se pueden aparcar sin problemas, estos vehículos proporcionan la máxima flexibilidad para realizar entregas. Con una capacidad de carga de hasta 250 kilos, los triciclos ofrecen una solución sostenible para la logística urbana.

También podemos ver la energía y el transporte desde una visión más amplia. Si el número de viajes emprendidos es motivo para considerar la movilidad urbana como un objetivo ideal de innovación, inversión y disrupción, entonces los volúmenes de energía consumida en los viajes de larga distancia implican que también deben ser revisados.

A partir de 2020, los residentes y visitantes de Barcelona y Madrid se beneficiarán de un nuevo servicio económico de tren de alta velocidad "AVLO" lanzado por Renfe. Se trata de un trayecto que realizan 10 millones de personas al año, muchas de ellas en coche, por lo que no sólo ayudará a mejorar la calidad del aire y la congestión, sino que también proporcionará una alternativa de bajo coste al coche. Del mismo modo, se están haciendo grandes avances en otras partes de Europa para conectar las ciudades a través de la tecnología hyperloop. En concreto, Hardt Hyperloop espera desarrollar en los Países Bajos una pista de pruebas de 3 kilómetros en 2022.

¿Qué necesitamos?

Ninguna solución individual es la respuesta y, hasta ahora, ninguna ciudad tiene una movilidad totalmente sostenible. Necesitamos más colaboración, más co-creación, más laboratorios reales, más espacio, menos ruido… No se trata de una heroica idea individual, sino de las conexiones necesarias para que suceda. Ese es el camino a seguir.

En EIT InnoEnergy, reconocemos que el campo de la energía para la movilidad y el transporte está en disrupción. El año pasado creamos una nueva área de inversiones para apoyar a las startups y a las compañías innovadoras de este sector. Como inversores estratégicos, lo hacemos a lo largo de toda la etapa del proceso de innovación, proporcionando herramientas y recursos específicos a startups como Evolo y Hardt Hyperloop en sus primeras etapas pero también más adelante. Así, esperamos encontrar a los grandes innovadores que quieran crear impacto y ayudar a rediseñar ciudades como Barcelona en beneficio de todos.

[1] German air travel slump points to spread of flight shame in climate change push

[2] #stayontheground: Swedes turn to trains amid climate 'flight shame'

[3] Energy, transport and environment indicators 2018 edition

[4]Barcelona wants to build 500 superblocks. Here’s what it learned from the first ones

[5] 'Superblocks' model could prevent almost 700 premature deaths every year in Barcelona

Por Jennifer Dungs, responsable de Movilidad de EIT InnoEnergy

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